José María Gil es Doctor en Filosofía, Profesor Titular de Lógica en la Universidad de Mar del Plata e Investigador del CONICET. Su investigación se ha centrado en las bases neurológicas del lenguaje y su desarrollo en la educación. En el marco de las II Jornadas Nacionales y I Internacionales de Estudios Lingüísticos (JELing) “La reflexión lingüística: de la investigación al aula”, el Prof. Gil brindó el curso “Qué es el lenguaje, cómo lo aprendemos y cómo lo usamos. Una explicación relacional y neurocognitiva”.
El lenguaje: sistema biológico y producto cultural
Durante la propuesta del curso mencionado, el Dr. Gil trató de explicar qué es el lenguaje, cómo lo aprendemos y cómo lo usamos. Y aclaró que “se ha intentado analizar estos temas desde el punto de vista de una teoría muy prestigiosa, pero que no siempre tiene una total aceptación. A veces, en la ciencia, hay teorías rivales o líneas de investigación entre las cuales se dan controversias, o una se impone sobre otra. Y si bien la línea relacional, con importantes lingüistas como Ferdinand de Saussure, Louis Hjelmslev, Michael Halliday y Sydney Lamb, es muy valorada, no siempre se la prefiere para explicar estas cuestiones”.
La respuesta que se trató de brindar, desde el punto de vista relacional, a todas estas preguntas es que “el sistema lingüístico es una red de relaciones que tiene su asiento en nuestro sistema cognitivo, en nuestro sistema de conocimiento. Eso que llamamos “sistema lingüístico”, se relaciona con otros sistemas cognitivos, por ejemplo con la visión, el tacto, el olfato, etc. Así, por ejemplo, para tener el concepto de “gato”, y la relación con la palabra “gato”, es necesario contar con información visual, auditiva, datos sensoriales de un gato. Eso que llamamos lenguaje tiene su asiento en el sistema cognitivo, y este en la corteza cerebral, con lo cual el lenguaje, el sistema lingüístico, es una red de relaciones con asiento en el cerebro y, por lo tanto, es un sistema biológico. El lenguaje es una red de relaciones que está en el cerebro”. Pero-añadió- “también es un producto de la cultura, porque el lenguaje se va configurando en términos de interacciones comunicativas, necesidades de la comunicación. El niño cuando tiene hambre tiene necesidad de pedir comida, un juguete, y todo lo va aprendiendo en un determinado contexto de la cultura. Las interacciones van logrando que el sistema lingüístico adopte una determinada estructura. Se puede decir que el lenguaje es un producto de la cultura, algo que parece incompatible, pero no lo es: es un sistema biológico y un producto de la cultura. De hecho las representaciones de la cultura están representadas en el sistema cognitivo, que tiene asiento en el cerebro. El lenguaje es eso. Lo aprendemos de un modo similar a como se aprenden muchas cosas. Nuestro cerebro tiene una disponibilidad increíblemente abundante de nodos y conexiones latentes, que se van seleccionando en función de lo que aprendemos. Esto se hace por asignación de funciones a un determinado nodo y establecimiento de conexiones a lo largo de toda la vida. Un nodo, en términos biológicos, es un grupo de neuronas que adquiere una determinada función. Primero se las dirige, se las recluta, se le asigna una función y luego se establecen conexiones. Aprender algo es fortalecer esas conexiones. Así también se aprende el lenguaje”.
Con relación a su uso, el investigador explicó que “en función de cómo lo aprendemos, del mismo modo lo usamos. Gracias al lenguaje podemos evocar y entender una realidad discrecional de significados, desde los intencionales y más evidentes, como una respuesta concreta a “¿Qué hora es?”, hasta casos en los que se responde una cosa y se quiere decir otra, o bien se infiere que la persona tiene la intención de decir otra cosa”.
“Lenguaje inclusivo” y morfema flexivo-e
El Profesor Gil tuvo la oportunidad de exponer sus investigaciones con relación al morfema flexivo “e” y el “lenguaje inclusivo” en su ponencia “Paradojas excluyentes del ‘lenguaje inclusivo’ en torno al uso del morfema flexivo –e”.
El lingüista señaló que su mirada sobre un tema tan polémico “trata de ser objetiva, si eso es posible, pues intenta ser un análisis lingüístico filosófico basado en datos. El origen de este trabajo fue mi sorpresa, al observar que a las clases de Lógica que doy en la UNMdP, acudían estudiantes de las agrupaciones estudiantiles a realizar sus presentaciones en la materia, y varios de ellos utilizaban el morfema flexivo-e, en expresiones como “Chiques”. Pero lo que llamaba mi atención es que muchas veces confundían las desinencias verbales y empleaban expresiones tales como “les chiques queremes estudiar”. A pesar de que me parecía ocurrente el uso del morfema flexivo-e, mantuve unas charlas con ellos/as, se generaron discusiones muy interesantes y expuse mi opinión, que quedó planteada en un artículo que fue publicado en el diario Clarín el año pasado. A partir de esa publicación, escribí un artículo académico que va a aparecer en la Revista Española de Lingüística”.
José María Gil aclaró que en el desarrollo de la tesis del artículo, centró su postura en el uso del morfema flexivo-e en el contexto de lo que se buscaría consolidar como lenguaje no sexista, inclusivo: “El uso del morfema flexivo-e es positivo en un aspecto” -expuso Gil. “Esto es que llama la atención sobre un reclamo a favor de la igualdad de género, y lo hace de una manera poética, tiene una función poética, ya que llama la atención sobre el mensaje como tal. Esta función tiene alcances sociales y políticos, porque la gente comienza a prestarle atención a este morfema nuevo en los enunciados, algo que escandaliza, provoca o bien gusta, que es el rol de la función poética por excelencia. Entonces, la gente empieza a pensar acerca del reclamo a favor de la igualdad de género, y en ese sentido es positivo. El morfema-e llama la atención, visibiliza el reclamo a favor de la igualdad de género, y lo hace de una manera creativa, de forma poética. Oscurece la comprensión, la perturba como para llamar la atención y escandalizar, gustar, ejerciendo muchas veces la función de una obra de arte”.
Las paradojas excluyentes
Al aspecto “positivo” del uso del morfema ‘e’, el docente opuso “algunos problemas: las paradojas excluyentes en las que incurre el uso planificado del morfema-e en el ‘lenguaje inclusivo’ y que restringen su valor. Se trata de un uso planificado, no un cambio espontáneo, promovido por los hablantes de los sectores sociales más empobrecidos o de la calle, sino estimulado por círculos académicos e intelectuales. Es un caso de planificación lingüística como ha habido miles en muchos casos, justificados a lo largo de la historia de la humanidad. La planificación no es mala en sí misma, muchas veces se hace con fines educativos y buenas intenciones, por ejemplo en quechua se intentó que no se trasladaran términos del inglés para el vocabulario de la computación, sino que sobre la base del léxico quechua, se construyeran las expresiones. Ese es un caso de planificación lingüística muy oportuno y positivo, en el sentido de que lo que se busca es mantener la identidad de la lengua y de sus hablantes”.
Así, entonces, según el Dr. Gil, las paradojas en las que incurre el uso del morfema flexivo-e son varias:
“La primera es que como los senderos para la información fonológica y morfológica, gramatical en general, ya están recorridos a edad muy temprana por el hablante, es muy difícil después usar un morfema nuevo para la propia lengua.
El usuario que quiere usar el morfema ‘e’ nuevo, le está prestando demasiada atención a esos senderos a nivel gramatical, en lugar de atender al nivel de lo conceptual, que es el cambio buscado, y se generan errores. Esa obsesión por el nivel morfológico los aleja de lo conceptual. Y el cambio buscado es conceptual, porque es un cambio en el sentido de que la gente deje de pensar en lo gramatical y se centre en el contenido. Esa es una paradoja” expresó Gil.
Y el especialista continuó: “Una segunda paradoja es que se piensa en un cambio para toda la sociedad, sin embargo es un cambio, en general, sostenido y articulado por personas con un alto nivel de conciencia gramatical, escolarizadas, que no representan necesariamente el habla de los sectores sociales que se quiere representar. O debería representar al total de la población y no lo hace”.
“Una tercera paradoja -siguió desarrollando- es que el uso del morfema flexivo-e parece suponer que la lengua que hablamos determina el pensamiento. Y no es así. Es cierto que hay una relación entre lengua y pensamiento, y la lengua que hablamos condiciona el modo en que vemos el mundo (Por ejemplo los hispanohablantes atribuyen características femeninas a “Llave”, que es femenino y singular en español; y los hablantes germanos le asignan atributos masculinos como “penetrante”, porque es masculino y singular en alemán, schlüssel). Es decir que la gramática incide en la representación de los conceptos. Sin embargo no hay una determinación absoluta, son nuestros conceptos de lo femenino y de lo masculino los que deberían revisarse o ampliarse, no señalar a la gramática como causa de esos usos”. “En síntesis -redondeó- se propone algo nuevo, una modificación innovadora y provocadora sobre una hipótesis descartada hace tiempo, que es la idea de que el lenguaje determina el pensamiento. ¿Hay un condicionamiento, una relación? Sí. El lingüista Benveniste demostró que las categorías de pensamiento de las que hablaba Aristóteles, eran categorías de la gramática griega, con lo cual. Aparentemente, caracterizó a los objetos cuando en realidad estaba proyectando categorías de la lengua que hablaba. Entonces, el condicionamiento de la lengua al pensamiento es muy importante, pero eso no significa que el cambio de un morfema por otro vaya a promover un cambio conceptual. La paradoja es que esta postura parece basarse en una hipótesis muy utilizada, pero ya descartada, que se conoce como la ‘hipótesis Sapir-Whorf’ que, en su versión fuerte, establece que la lengua de un hablante monolingüe determina completamente la forma en que este conceptualiza, memoriza y clasifica la ‘realidad’ que lo rodea”.
Para Gil, la última paradoja, la cuarta, es quizá la más inesperada y la menos efectiva: ”Y es que si el mérito de la naturaleza poética del uso del morfema ‘e’ es el hecho de que logra llamar la atención sobre el mensaje como tal y, en algunos casos, permite escandalizar, promover el cambio de pensamiento, si se lograra transformar en una norma, perdería su carácter poético, porque el hecho de convertirse en norma significaría fosilizarse, afianzarse, perdiendo su espontaneidad, su frescura, su provocación, que es su mérito”, sentenció. “Esta es la principal paradoja, bastante inesperada y muy improductiva. Sin embargo, los/as férreos/as usuarios/as del uso del morfema ‘e’, no reconocen esta última paradoja y lo defienden genuinamente, afirmando que se trata de una decisión de orden político, lo cual no está excluido de la explicación, porque la función poética tiene connotaciones políticas, en el sentido de la convivencia social y de las decisiones que tomamos para actuar y para hablar con los otros”, cerró.
Las JELing en la FFyL
Al ser consultado sobre su apreciación personal acerca del desarrollo de las II Jornadas Nacionales y I Internacionales de Estudios Lingüísticos (JELing) “La reflexión lingüística: de la investigación al aula”, el Prof. Gil afirmó que “en términos académicos estoy más que satisfecho, participé de exposiciones de gran nivel. Compartí experiencias con expositores/as muy jóvenes de distintas regiones, con presentaciones excelentes, muy bien fundamentadas, con gran rigor académico y expositivo. Todos los temas de investigación han revelado que los estudios lingüísticos en Argentina están bien encaminados en muchas áreas y hay bastante producción original que da fundamento a la existencia de instituciones relacionadas con la investigación y la enseñanza, como es el caso de la FFyL. Han participado docentes que enseñan también en los niveles primario y medio, que es donde reside el mayor problema educativo en Argentina y en buena parte del mundo. Me complace comprobar que se está trabajando e investigando en función de la educación de la gente, de mejorar su calidad de vida”.