Al ser consultada sobre la importancia del aprendizaje colaborativo en línea, Fazio expresó que “la FFyL, que es formadora de formadores, está siempre atenta a las necesidades de las personas que están formándose y que tengan la posibilidad de desarrollar sus competencias, sus capacidades, especialmente desde la interdisciplinariedad, es decir el abordaje de problemáticas desde perspectivas comparadas. Y, tratando de estar a la altura de las necesidades de nuestra comunidad, es que buscamos estrategias alternativas, no tradicionales. Es así que, desde el 2020, venimos trabajando con intervenciones didácticas con las que nos vinculamos con otras universidades y con instituciones relacionadas con el desarrollo profesional. Surgió, así, la metodología COIL que, en español, significa Aprendizaje Colaborativo en Línea. En él, el foco está puesto en quienes forman. Este aprendizaje, consiste en equipos de cátedra de una universidad que conforman una red con otra/s cátedras de otra/s universidad/es provinciales, nacionales e internacionales para abordar el aprendizaje de una problemática determinada. La misma es definida, determinada por los equipos de cátedra que constituyen un solo equipo y, durante el término de 5 a 6 semanas, conforman una sola aula entre todos los estudiantes que participan y la abordan desde la enseñanza y el aprendizaje. Se trata, entonces de un aprendizaje colaborativo, donde cada uno puede aportar al otro, en el aprendizaje con el otro, perspectivas diferentes y desarrollo de capacidades desde la interdisciplinariedad, el trabajo en equipo, la empatía y el respeto a la diversidad. Es una estrategia que permite generar espacios de igualdad de oportunidades, para que todos puedan acceder a un aprendizaje en diferentes niveles”.

“El aspecto colaborativo de este recurso pone énfasis en trabajar la docencia para mejorar la calidad del aprendizaje de los estudiantes, pero, a su vez, se perfecciona la misma formación docente a través de esa vinculación no solo con otras instituciones, sino con la virtualidad, que comienza a cobrar un rol protagónico: docentes y estudiantes desarrollan sus competencias digitales. Estas y el uso de plataformas permiten ese encuentro educativo entre estudiantes de diferentes países, diversas culturas y trayectorias educativas. Esto es lo rico del aprendizaje y de la formación integral, porque en este experiencia no solo logramos desarrollar capacidades relacionadas con lo disciplinar, o profesional, sino con lo actitudinal, que debe estar en la base de todo profesional: el respeto a la diversidad, al otro, la empatía, el liderazgo, el consenso, el diálogo, son espacios en que construimos y deconstruimos prácticas. Y crecemos como personas”.

La docente e investigadora explicó también que “desde la SEPINE y la Secretaría de Virtualidad de la FFyL se está trabajando en la certificación de competencias virtuales y de internacionalización. A partir de experiencias anteriores, más tradicionales, y a partir del uso de Internet para contactarnos con otros/as, se comenzó a identificar la necesidad de que los docentes y estudiantes no solo deban dar cuenta de sus capacidades relacionadas con sus disciplinas, y con el ‘saber hacer’ docencia en nuestro caso, sino que son necesarias las competencias transversales, fundamentales para optimizar y garantizar la calidad de buenas prácticas. Para eso identificamos, en el ámbito de la educación superior, las competencias digitales y las docentes como competencias transversales de fundamento. Es así que, con instituciones a nivel de América Latina y El Caribe, como UNESCO y universidades de Europa, investigamos acerca del trabajo colaborativo. Y se han elaborado los estándares para poder certificar el grado de competencias digitales e internacionales para llevar a cabo una formación integral, en un contexto en donde el reconocimiento de trayectos formativos, la movilidad académica y la profesional están muy requeridos”.

“A partir de la trayectoria que venimos transitando con respecto a la integración educativa, somos conscientes de que la educación es un bien común y todos tenemos el derecho a ella y a la igualdad de oportunidades. Eso implica una formación integral. Desde la FFyL, desde la educación superior intentamos, en este contexto donde quizás los recursos tanto económicos como para mejorar la situación de nuestros formadores, no nos acompañan, generar estas estrategias alternativas para seguir trabajando, sin dejar de lado la calidad educativa y continuar garantizándola. Podemos hacerlo en red, trabajando en forma colaborativa, con apertura institucional en la gestión, en cooperación con diferentes organismos e instituciones y sosteniendo el nivel de la calidad educativa”, cerró Marisa Fazio.