Sobre su trabajo, la investigadora comentó que “es una tarea gratificante y difícil, de muchos años, más de tres décadas trabajando en distintos lugares, tanto en arqueología como en antropología cultural, con el privilegio de abrir nuevas líneas de investigación que se han ido tomando como referencia en distintos puntos del mundo”.

“La arqueología de glaciares se está desarrollando mucho en la actualidad tanto en los Alpes como en Escandinavia y zonas de Canadá. En nuestra región de Cuyo, tenemos los trabajos pioneros del Dr. Juan Schobinger desde hace muchos años”.

Constanza Ceruti descubrió las momias más impactantes del planeta. Su hallazgo fue en marzo de 1999, a 6.739 metros de altura sobre el nivel del mar: “Esta expedición la codirigí con un colega antropólogo, el Dr. Johan Reinhard, de Estados Unidos, con la colaboración de estudiantes de arqueología y miembros de comunidades originarias de Perú. También había colaboradores salteños que no se pudieron quedar hasta el trabajo en la cumbre. La mayoría tuvo que volverse porque no tenía más tiempo ni vacaciones. Pero este trabajo fue histórico. No sabíamos que íbamos a encontrar a los niños. Fue una sorpresa. Nos preocupaba poner a resguardo eso que la montaña nos presentó, y hacerlo de la mejor manera posible. Estos tres extraordinarios niños estaban en un excelente estado de conservación”.

Con relación al debate sobre si restituir la momia inca hallada en al Aconcagua a su entorno cultural incaico o exponerla públicamente, Ceruti expresó que “hay cuestiones que tener en cuenta, y ninguna de ellas pertenece al campo desde el cual yo pueda dar una opinión sustentada, ya que me muevo en el campo estrictamente científico. Entran a jugar, en el tema, aspectos vinculados con la gestión del patrimonio, para lo cual hay personas especializadas, tanto en las direcciones de Patrimonio de las provincias como los gestores patrimoniales. En la Universidad Católica de Salta existe una Maestría en Valoración del Patrimonio, de la que surge gente especializada en estos temas vinculados con cómo se articulan los hallazgos con la comunidad”.

“Voy a hacer una reflexión pero desde lo personal, no desde el punto de vista profesional. Hace muchos años, el Dr. Schobinger tenía gran preocupación por el tema el “Niño del Aconcagua, al que vi hace bastante tiempo, cuando Shobinger me permitió hacerlo. No estoy al tanto de la controversia y no puedo decir algo muy fundamentado. Pero él estaba preocupado, porque lo que uno intenta, como científico/a, es la conservación a largo plazo de los niños, tan extraordinariamente conservados, tanto por la naturaleza como por la elección de los incas de dejarlos en lugares en que se iban a preservar. En escenarios donde hay cambios de los hielos, temperaturas, etc., el impacto del huaqueo (NdR: saqueo de un yacimiento arqueológico) en ámbitos cordilleranos, de la minería, del turismo, en algunos lugares, hace que estos se configuren como agentes que influyen. Hay que tener en cuenta que, a veces, no es posible devolver las momias, porque, en esas circunstancias, no se conservarían, se garantizaría más su destrucción antes que su conservación. Es un tema muy delicado. Por otro lado, están las distintas miradas sobre este tema, y que merecen ser respetadas. Es difícil y delicado. Mucho más que esto, no puedo decir. Todos aportamos, desde el corazón, lo que mejor podemos hacer. La tarea del arqueólogo tiene que ver con el estudio, la puesta a resguardo. Lo demás pasa por la decisión de las autoridades y de las comunidades”, expresó Ceruti.

“El objetivo era, a priori, estudiar el sitio arqueológico más alto de todo el planeta.  Si bien las montañas son consideradas sagradas en muchas culturas, solo los incas fueron los primeros, y prácticamente los únicos, en ir a alturas superiores a los 6000 m para hacer sus rituales. Entonces la idea era estudiar ese sitio, el más alto del mundo, sin tener en claro qué era lo que íbamos a encontrar en esta estratigrafía, como se dice en arqueología, y allí nos sorprendió el descubrimiento de los tres niños que están hoy en el Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta, uno de los más visitados y prestigiosos de nuestro país: También hay una etapa del trabajo realizada en la Universidad Católica de esa provincia, que es inicial, de estudio científico interdisciplinario sobre estos niños y las ofrendas que los acompañaban, que llevó varios años. Tengo un vínculo muy fuerte con Mendoza y la UNCUYO, porque allí presenté mi tesis doctoral sobre este tema”.

Respecto de la información que surge del análisis de los niños encontrados, la arqueóloga manifestó que “la posibilidad del hallazgo de cuerpos humanos con tejido blando conservado, que es como se define a las momias, más allá del período esperable de descomposición, abre un abanico enorme de posibilidades para comprenderlos. En el caso de estos niños de alta montaña, se pudieron conocer detalles del ceremonialismo inca, que muestran cómo eran esos sacrificios que se realizaban. A través de análisis que hicimos en colaboración con gente de  la Universidad de Bradford, de uno solo de los cabellos de estos niños, se pudo saber qué comían, cómo varió su dieta. Fue una cantidad de estudios no invasivos que se pudieron hacer y que aportaron una mirada muy directa al pasado”.

“Lo que queremos como estudiosos y como personas del SXXI, es aprender del pasado para no repetir errores y para mejorar nuestro presente. La cuestión del ceremonialismo inca viene a tener sus ecos en la actualidad, porque, por ejemplo, en el norte argentino todavía se practican caminatas a las montañas, procesiones con fines religiosos, distintas instancias en que la montaña sigue jugando ese papel de escenario que tenía en tiempos incaicos. Esa mirada que podemos tener desde la arqueología o desde la bioarqueología no sería factible si solo leyéramos las fuentes históricas escritas por los primeros españoles que llegaron, los llamados “extirpadores de idolatrías” que tenían una cantidad sesgos culturales en su mirada sobre estos temas. Entonces, para poder reconstruir más fehacientemente estos capítulos del pasado, surgen estos niños, que son como embajadores del pasado (como los llamé en algún libro), de la civilización que les dio origen. Esto vale tanto para los niños como para las momias en general, hay momias conservadas debajo de los pantanos, en el norte de Europa, están las momias de los capuchinos en Palermo, Sicilia, las de Guanajato en México, que son bastante recientes, del SXIX. En cada caso, cuando hablamos de estudios de momias, hablamos de una mirada al pasado muy directa, que no podríamos tener de otra manera. Desde el punto de vista científico es extraordinariamente importante”, cerró Ceruti.