Saltar a contenido principal Saltar a navegación principal

“La demora en el egreso de los y las estudiantes es el emergente de un problema estructural”

La afirmación del decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCUYO, Dr. Gustavo Zonana, surgió en el marco de una entrevista realizada en el transcurso del programa radial “Temprano es mejor”, LRA 6 Mendoza Quino (Radio Nacional).

imagen "La demora en el egreso de los y las estudiantes es el emergente de un problema estructural"

Dr. Gustavo Zonana, decano de la FFyL de la UNCUYO (foto ilustrativa)

Según surge de un informe difundido por Télam, Agencia Nacional de Noticias, sólo el 29% de los y las estudiantes universitarios/as egresa en el tiempo previsto. Existe una brecha muy amplia entre la duración teórica y la real de una carrera. Autoridades de universidades nacionales avanzan en este proceso de sinceramiento respecto de la duración de las carreras de grado y su adaptación a las demandas actuales de la sociedad. Las profesiones universitarias de una duración estipulada en 5 años, tardan 9 en finalizarse por parte de la mayoría del estudiantado, por lo que existe, actualmente, una demora de un 90% en el egreso de los y las estudiantes universitarios/as. El "sinceramiento" de la duración de los estudios universitarios se enmarca en la declaración que, en 2021, realizaron el Ministerio de Educación, la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) y el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN).

 

LAS TRES PATAS DE UN PROBLEMA ESTRUCTURAL

Respecto de las conclusiones de este informe, Gustavo Zonana indicó que “se trata del emergente de un problema estructural que se viene dando desde hace un tiempo. Notamos que hay un descenso de la matrícula en las universidades públicas a nivel nacional y que ha tomado estado público. En este contexto, nos estamos haciendo cargo, un poco tardíamente, de un problema que se sostiene sobre tres patas interconectadas: por un lado, el sinceramiento del que se habla en una nota de Télam sobre la duración real de los estudios, pero también hay otros dos factores de los que poco de habla: el pronunciado desgranamiento que se da, sobre todo, entre el primer y el segundo cuatrimestre del ciclo lectivo y la desorientación vocacional, que hace que, una vez iniciado el estudio y hasta transcurridos dos años de la carrera, el/la estudiante se dé cuenta de que ese no era su camino y busca otro. Son tres puntas interconectadas y que me parece que, aunque no lo queramos admitir, la pandemia terminó de disparar y colocar sobre el tapete. Durante la situación del contexto de educación remota en emergencia, gente que venía muy atrasada en sus carreras, con esta modalidad remota para la que no estábamos preparados/as, pudo adelantar sus estudios e incluso finalizarlos. No podemos disociar esto de lo que ha sucedido durante la pandemia. A dicho aspecto, se suma la variable de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación que se desarrolla a pasos agigantados y que habilita la realización de otros recorridos no solamente formales, sino también a través de ofertas de educación superior, capacitaciones de carácter privado o empresarial, que seducen a muchos estudiantes, porque les ofrece, a futuro, algún tipo de inserción laboral. Estamos ante un escenario muy complejo de ofertas de educación superior, con estudiantes que tienen otros horizontes y otras miradas respecto de los trayectos formativos y su posterior desempeño como profesionales”.

UN NUEVO PERFIL DE ESTUDIANTE

El investigador y docente señaló que “la universidad pública, en el ámbito de la educación pospandemia, ha investigado qué perfil de estudiante actual hay que contemplar. Existe una investigación muy interesante de la Universidad Nacional del Sur (UNS), sobre cuáles son las expectativas reales de los y las estudiantes una vez que terminan la escuela secundaria. Allí nos encontramos con algunas sorpresas”.

“Este estudio se realizó en el ámbito de Bahía Blanca y zona sur de Buenos Aires, pero noto que, para el caso de Mendoza, existen algunos perfiles similares. Los de mi generación ya veníamos con un guion: terminar la secundaria, ingresar a la universidad para luego insertarnos en un ámbito laboral en el cual progresar y luego jubilarnos. Hoy, los jóvenes tienen otros guiones, otros trayectos, no hay una relación tan lineal, hay tal vez la perspectiva de un ‘ensayar’, ‘ir probando’. Tampoco se piensa un trabajo para toda la vida, sino con la opción de cambiar, de cumplir instancias previas hasta finalizar los estudios. Los equipos de investigación de la UNS relevaron estos aspectos que podemos constatar también aquí”.

“Otro punto a destacar en este estudio es que, ya sea por razones económicas o no, no existe más ese perfil del estudiante cuya profesión es la de ‘estudiante’, cuya tarea única y exclusiva es estudiar. La posibilidad de estudiar y trabajar aparece un componente fuerte en su horizonte prospectivo. Y lo vemos también en la realidad: nos encontramos con estudiantes cuyo proyecto no es solo estudiar, sino también trabajar para tomar contacto temprano con el mundo laboral, para, por una parte, saber “de qué se trata todo” y no “desayunarse” de la realidad una vez culminada la carrera. Algunos/as trabajan por necesidad, para poder estudiar y también para ahorrar y lograr una autonomía económica que permita hacer trayectos futuros. Por último, otro aspecto que está mencionado en la nota de Télam es que nos encontramos con estudiantes que ya han formalizado una pareja, que tienen hijos/as, o familiares a su cargo, con una realidad más compleja”.

"Asimismo –continuó- se incorporan dos elementos al análisis: vivimos en un contexto en que se promocionan políticas de inclusión, por lo que, tanto en el nivel secundario como superior, nos encontramos con aulas más heterogéneas, con personas con discapacidad, que, en esta política de promoción de la inclusión, ven la posibilidad de finalizar sus estudios superiores. También hallamos estudiantes adultos mayores, que ya habían realizado algún trayecto formativo, pero que necesitan complementar sus estudios, y esto se ve cada día más. Estamos con una situación áulica muy diferente y una universidad muy distinta de la que hemos vivido los de mi generación”.

LA FFyL Y LA RENOVACIÓN DE LAS PRÁCTICAS DE EVALUACIÓN

“Ante este panorama y el horizonte abierto por este debate y los informes sobre la duración real de los estudios universitarios, en la FFyL hemos desarrollado un proceso de innovación curricular. Las transformaciones curriculares no tienen  efectos inmediatos. Si uno las quiere realizar a fondo, tiene que sostener políticas a mediano plazo. Así como hay factores exógenos, como el que nos habla de un nuevo perfil de estudiante, los hay endógenos, que atañen a la estructura de un diseño curricular (carga horaria, organización y distribución curriculares, sistemas de correlatividades blandas o duras, tipos de formato curricular y modos de evaluación). Todas son variables sobre las que hay que trabajar para que un proceso de innovación curricular llegue a un resultado verdaderamente transformador. En función de estos nuevos perfiles, debemos trabajar, sobre todo, en el tema de la evaluación. En nuestra facultad estamos desarrollando, en conjunción con el Rectorado de la UNCUYO, a través de la gestión de la rectora Esther Sánchez y el secretario académico, Julio Aguirre, un trabajo para analizar este sinceramiento respecto de la duración de los estudios, en el que se van detectando y relevando una serie de indicadores. En consonancia con este trabajo, desde la FFyL vamos llevando a cabo una labor gradual para renovar las prácticas de la evaluación, uno de los factores que atenta contra la duración real de las trayectorias académicas estudiantiles”, expresó el decano.

 

El “ECOSISTEMA DE PANTALLAS”: UNA NUEVA FORMA DE CONOCER

“Otro de los factores importantes en este proceso es el de las formas de apropiación del conocimiento. Los de mi generación pertenecemos a la cultura del libro. Hoy vivimos en el ámbito de lo que Francisco Albarello y Carlos Alberto Scolari llaman ‘el ecosistema de las pantallas’. Nos encontramos con sujetos cuyo acceso a la información se puede hacer desde la interfaz papel, pero que también intercambian con otras interfaces que son las de los dispositivos, ya sea predominantemente el smartphone o las computadoras y notebooks. Aquella imagen del lector del Siglo XIX que se sienta en el sillón con su libro se ha ido perdiendo progresivamente. Nosotros mismos, como usuarios/as, estamos haciendo otro tipo de lecturas, que no son las intensivas propias de la interfaz libro. Tenemos modos de acercamiento y de acceso a la información y de producción de información y de texto distintos, que están mediados por este ecosistema de pantallas, una variable diferente que hay que considerar y explorar. El desafío es trabajar para optimizarla y que redunde en un proceso formativo”, cerró Gustavo Zonana.

Enlaces útiles

Entrevista a Gustavo Zonana en el programa radial “Temprano es mejor”, de LRA 6 Mendoza Quino (Radio Nacional)
Accedé al audio de la entrevista radial AQUÍ

 

Informe de Télam Digital: "Sólo el 29% de los estudiantes universitarios egresan en el tiempo teórico previsto"
Accedé a la nota completa AQUÍ

 

Contenido relacionado