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Ecos del VII Congreso Interoceánico: val flores y los cuerpos, los mandatos y los saberes

La investigadora independiente val flores (escrito en minúscula), fue una de las voces destacadas del VII Congreso Interoceánico de Estudios Latinoamericanos que se desarrolló los días 16, 17 y 18 de noviembre de 2022 en la FFyL de la UNCUYO. Participó en el Simposio sobre “ESI y Formación Docente” con la ponencia titulada “Colapsar el léxico de escritorio. Prácticas de escritura y experiencias de ESI”. Es escritora, docente y activista LGTB argentina. Trabajó como maestra primaria en escuelas públicas durante 15 (quince) años. Su práctica docente es fuente de reflexiones para su producción teórica política y pedagógica.

29 de diciembre de 2022 Fuente: Mercedes Barischetti
imagen Ecos del VII Congreso Interoceánico: val flores y los cuerpos, los mandatos y los saberes

Val Flores en el VII Congreso Interoceánico de Estudios Latinoamericanos.

Cuerpos y legitimación del saber

En esta entrevista, val flores se refiere al conocimiento en relación con el movimiento de los cuerpos en el espacio del aula:Las maestras y sus movimientos en el aula, guardan relación con el saber, con las formas de subordinación respecto de quien produce el conocimiento. El cuerpo se vincula con los signos del mandato institucional del saber legitimado por norma”.  De esta manera, la investigadora desanuda los supuestos que atraviesan a quienes intervienen en las prácticas escolares. Y plantea “la posibilidad práctica de poder rastrear los movimientos de las maestras dentro del aula, los Itinerarios de cómo se mueven las maestras y cuánto de ese movimiento tiene que ver con la construcción de una relación con el conocimiento, con cierta performance heterosexualizante de la identidad docente, que va más allá de la identidad sexogenérica de la docente”.

“Esos signos que se exigen desde cierto mandato institucional del saber legitimado, constituyen la muestra de un saber con una impronta normativa. Y agrega que es importante “diseñar la posibilidad de indagar qué nos dicen esos movimientos, y cuestionarnos acerca de cómo interrogar esa relación que se construye entre movimiento, conocimiento, espacio y cuerpo”.

“A partir de las experiencias que vengo ensayando en otros espacios que son más porosos a otros modos de intervención, he podido observar hasta qué punto tenemos incorporado que cuanto menos movimientos del cuerpo, hay más conocimiento legítimo circulando. Si se observa, por ejemplo, a alguien está sentado/a leyendo detrás de un escritorio, en una conferencia, con una actitud más estática, se otorga, casi inconscientemente, una mayor legitimidad al conocimiento, en detrimento de alguien que puede estar moviéndose, bailando, etc. Es decir esas relaciones entre conocimiento y movimientos construyen legitimación. Es interesante pensar qué nos dicen estas experiencias en términos de relaciones cuerpo, conocimiento y movimiento”.

 

Maestras y mandatos

La investigadora subraya que es clave indagar la asociación del conocimiento con la subordinación hacia quienes lo producen: “Hay dos aspectos: por un lado hay siempre una apropiación singular del conocimiento. Entonces frente a una normativa para las maestras, ellas implementan estrategias o procedimientos al tratamiento de ese conocimiento, y es importante conocer cuánto de ese saber se pone en tensión con su propio capital intelectual, sexual, genérico; y cómo se sale del determinismo de la cadena de la  obediencia, para recuperar esos gestos que son muy capilares o micropolíticos de intervención en el conocimiento. Pensemos en el pasado: Se bajaba un manual a las antiguas maestras, ellas intervenían el proceso, de lo contrario, la educación hubiera constituido solo la producción teórica convencional. Las maestras siempre recurrieron a sus microdecisiones, esas que cada una toma en virtud del curriculum vivido, y de la propia dinámica del aula”.

“Por otro lado, en esta cadena de subordinación, en la jerarquía del saber institucionalizado, las maestras ocupan el último lugar, y esto tiene que ver con un dispositivo de feminización, no en términos de que hay una gran cantidad de mujeres en el espacio de la docencia, sino una justamente pensada como en un modo de disciplinamiento intelectual. Nunca se piensa en una maestra desde la autonomía intelectual en términos relacionales, como productora de saberes. Por reglamento, para una maestra de primaria, se imponen 5 (cinco) días de capacitación al año, pero la capacitación siempre está pensada como la maestra la que va y se capacita. Pero muchas veces es la propia docente la que va a dictar talleres, y estas ausencias no están contempladas. Desde el propio sistema se considera a la maestra como solo la que recepciona un saber experto producido en otro lugar”.

“Es importante pensar críticamente esas dinámicas de inferiorización o de minorización, junto con los dispositivos de feminización que obturan la producción intelectual. Se está pensando un sujeto meramente receptor y transmisor. De hecho esta realidad fue asumida durante buena parte de nuestra historia”, explica flores.

 

Docentes y militancia

Acerca de la capacidad de iniciativa de militancia política de las maestras, pugnando por participar en el espacio público, y cómo a veces pueden guiar a otras mujeres de su comunidad a esa militancia o participación, val flores explica que “la maestra puede potenciar o detener la militancia en la escuela, tiene un gran poder en ese sentido. Si la práctica docente tiene un posicionamiento claro, en el sentido de que esto que se está haciendo no es neutral, mi práctica implica un modo de querer interpretar el mundo, de intervenirlo, de querer sostener el statu quo, lo cual la convierte en una práctica política. Eso quizá puede estimular la participación política de la comunidad o de otras maestras, y se manifiesta a través de distintas expresiones a nivel sindical, barrial, organizaciones de Derechos Humanos. Hoy hay muchas maestras feministas o militantes de la disidencia sexual, esto trae consigo una fuerte impronta, un posicionamiento, el de pensar su práctica docente como práctica política. No se puede negar la politicidad de la práctica docente”.

 

"Las maestras siempre recurrieron a sus microdecisiones, esas que cada una toma en virtud del curriculum vivido, y de la propia dinámica del aula”

 

 

 

 

 

Fuente: Mercedes Barischetti

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