Galo Bodoc, actor, editor y escritor
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Resulta que a mí este lugar, este edificio, me quedó en ese sitio de la memoria y del recuerdo porque Liliana empezó a estudiar desde aquí, cuando yo ya existía, yo era un pibe de seis, siete años, no recuerdo exactamente, cinco, seis, quizás la familia se acuerda más, yo no recuerdo el año. Y Lili se iba a cursar y yo me quedaba tomando café con leche a medialuna y haciendo mi tarea de la escuela primaria. Y si algo puedo confirmar, los recuerdos son muy relativos cuando son tan antiguos, pero hay algo que yo estoy convencido, que Liliana veía acá la felicidad. O sea, Liliana venía después de ser ama de casa, de tener ataques de pánico, de sobrevivir a la crisis de nuestro país, y ella vino acá en busca de su felicidad, de su sueño que después concretó, muchos años después, incluso después de haber abandonado esta casa que amaba profundamente Liliana. Quiero decirles que ella estaría muy, muy conmovida, muy agradecida por este reconocimiento.
Ahora sí. El hilo de oro de Liliana no murió con su cuerpo, de ninguna manera, eso es fácil de comprobar.
Liliana sigue, sigue, sigue, como dijiste bien en el presente, hablándonos, escribiéndonos y volviendo a darnos herramientas para enfrentar la realidad, esto de la ficción, ¿no? Y después de su partida física, sus libros continuaron. Hay una continuidad de su palabra, de cosas que habían quedado en algún rincón de la compu, de otras que estaban en proceso y no habían llegado a ver la luz, y de esto, que es una historia completamente loca, porque era un libro perdido en Cuba, que algunos ya saben, acá no voy a contar toda la historia, porque sería un poco redundante, pero sí los ítems más importantes. Liliana, con esa generosidad que la caracterizaba, esa humildad, esa simpleza, en el mejor sentido de la palabra, una vez se fue a Cuba, y resulta que, nos enteramos después, que le regaló un texto a una editorial cubana, pública, ¿no? Se lo regaló y no le dijo absolutamente nada a nadie.
Siguió la vida, pasaron los años, falleció, siguieron pasando los años, y un día cae alguien a San Luis con un libro que decía Liliana Bodoque, que era un libro desconocido para nosotros, y se llamaba Una isla en el tiempo, y había sido publicado en Cuba. Obviamente, al leer, dijimos este libro no existe. Pero basta leer tres oraciones para reconocer la pluma de Lili inmediatamente, y efectivamente, después rastreamos, y Lili había hecho todo ese periplo con su libro.
Pero no es el único. Desde que Liliana partió, se publicó Tiempos Dragones 3, que no solo fue un libro, sino un acto simbólico de sanción, casi chamánico, lleno de eventos epifánicos. Y bueno, salió Tiempos Dragones 3, que es un libro muy particular, muy especial, muy bello, es un libro que ya estaba escrito, que era un libro para hacer álbum, y la ilustradora había quedado como en off-side un año, hasta que se animó a escribirme. Digo, pero claro, vamos a hacerlo, y trabajamos arduamente, y salió ese libro bellísimo, salió, bueno, Los mocos de la furia, bomba total, no sé si lo conocen, es una bomba, es un extracto de una charla que dio Lili, contando la primera furia que ella recordaba en su infancia, y la verdad te pone los pelos de punta. Y bueno, salió ahí en el tiempo, y ahora, hace muy poquito, se rescató un cuento que estaba en una antología perdida, porque se me autoquebró, voy a aprovechar para decir la verdad, autoquebró la Argentina y huyó, y dejó todos sus autores tirados, entre ellos algunos libros de Lili, que por supuesto rápidamente fueron reeditados por otros ellos.
Yo aprovecho para contarles lo siguiente. Hablando de hallazgos, como este libro que apareció desde Cuba, y viajó y llegó, nosotros vamos a espoilear un poquito, porque esto no lo vamos a presentar hoy, pero tenemos un montón de cosas hermosas que se vienen, contarles que EDIFYL, que es la editorial de esta facultad, de filosofía y Letras, está también en un proceso de renovación, va a tener nueva imagen, nuevas colecciones, todo eso va a ser presentado próximamente en la Feria del Libro de Mendoza, así que nos guardamos la primicia para ese momento.
Pero otra de las cosas en las que está muy, muy interesada la Facultad de Filosofía y Letras, y en esto agradezco muchísimo a las autoridades, es el refuncionalizar el taller de impresión de la facultad, que es un tesoro, que habita aquí en el segundo subsuelo, y donde están presentes aquí Darío, Juan, Claudia y Héctor, que son las personas que han mantenido vivo el taller de impresión durante muchos años, y ahora los libros de la facultad, los libros de la comunidad que lleguen a la editorial de la facultad, porque no solo son para la facultad, sino para que vean también, van a ser todos impresos aquí. Así que... Y entonces, ¿con qué vamos a salir? Sucede como con todo lo que sucede con Lili, ¿no? Viene la magia, empezamos. Bueno, vamos a un libro de Liliana en la facultad, a ver qué aparece.