Ante un Aula C- 8 repleta, la Dra. Adriana Arpini, integrante del Comité Académico del Congreso, presentó una reseña de la trayectoria de la invitada especial de la reunión científica, con quien compartió la Mesa Académica durante la conferencia.
“En sus trabajos, Rita Laura Segato desarrolla la noción de que las relaciones de género son un campo de poder, y que los crímenes sexuales deben considerarse como crímenes del poder, de la dominación y de la punición”, señaló Arpini. Y destacó que “desde 2018, es titular de la Cátedra Aníbal Quijano del Museo Reina Sofía de Madrid. En 2019, la Universidad Nacional de General San Martín creó la cátedra ‘Rita Segato de Pensamiento Incómodo’, que nuestra invitada especial dirige actualmente. Durante dos años consecutivos, en 2017 y 2018, la agencia de noticias española ESGLOBAL la incluyó entre los intelectuales iberoamericanos más influyentes”.
La Dra. Arpini también destacó algunas de las distinciones, premios y doctorados Honoris Causa con que se honró a la antropóloga en universidades del país y el extranjero, la distinción honorífica de más alta jerarquía que se otorga como reconocimiento a la excelencia y méritos sobresalientes. “Entre sus obras, escritas en español, y traducidas al inglés, francés, alemán portugués, italiano y griego, se destacan ‘Las estructuras elementales de la violencia’, ‘La nación y sus otros’, ‘La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez’, ‘Las nuevas formas de la guerra y el cuerpo de las mujeres’, ‘La crítica de la colonialidad en ocho ensayos y una antropología por demanda’, ‘Santos y daimones, el politeísmo afrobrasileño y la tradición arquetipal’”.
Ausencias y gratificaciones
Rita Segato expresó en el comienzo de su disertación: “Este Congreso ha sido maravilloso. Me ha impresionado la calidad de las personas y de las ponencias que escuché, sus niveles de erudición y sistematicidad. Me ha dado infinito placer estar aquí, y me gustaría permanecer amiga de la gente que está presente. Sentí, sin embargo mucho la ausencia de un autor que, para mí, ha sido una luz, cuando me lo he encontrado, que es Aníbal Quijano”.
“Es importante conocer la genealogía de su pensamiento crítico de la colonialidad. Sus palabras resuenan en todas partes, pero vuelan sueltas y no hay un conocimiento pleno del contexto en que se generaron, del significado de ese vocabulario para el autor, lo cual es muy doloroso para quienes aprendimos de él y fuimos deudoras/es de su autoría”.
La tarea del intelectual
“A partir de que se cierra la Guerra Fría, la participación bipolar del mundo, Quijano deja de escribir libros y desarrolla trabajos que pone a circular y queda perdido en su laberinto, porque no codifica su propia obra, va pensando, caminando, largando cosas al mundo, algunas fueron traducidas. Al soltarse sus palabras ocurrió algo que a él le dolió muchísimo, casi que lo mató: la apropiación indebida de su vocabulario. La tarea de un intelectual, de alguien que tiene la vocación de pensar, es la donación de palabras: nombramos lo que quedó en sombras, lo que no fue nombrado. Muchos profesores/as creyeron, durante mucho tiempo, que su autoridad consistía en atravesar categorías y conceptos del norte hacia nuestros estudiantes. Nos faltó algo fundamental en la tarea del educador: autorizar, es decir generar autores, autoría. Autoridad, autorizar, autorización y autoría tienen la misma etimología. Un profesor no puede enseñar a sus estudiantes que las categorías y nombres vienen de otra parte y pasárselos para que los apunten. Eso no autoriza”.
La teoría y el arte de conversar
“Esta idea del autorizar me viene de las prácticas de pensar en conversación de Quijano. En Argentina y en América Latina en general, no hemos perdido el arte de conversar. En otros países, el conversar es improductivo, no está en el esquema de los valores de la productividad. Para nosotros es el goce de pensar en conversación, y ahí está la diferencia entre el paper y el ensayo. El paper es una acumulación de conocimiento colocada de acuerdo con un canon, un dogma que indica cómo debe colocarse allí. El ensayo es el resultado de conversaciones y es conversación, está convenciendo”.
“Todas las teorías son perfectas. Pero la verdadera elección de una teoría es conducida por el destino al cual nos lleva. No soy filósofa, ni historiadora, los antropólogos tenemos más libertad en el sentido en que vivimos de ‘chismes’. De lo que la gente nos dice, creamos modelos de interpretación. La elección de una teoría es porque un profesor influyente nos orienta sobre cómo debemos leer el mundo, pero ya, cuando nos independizamos, lo hacemos por el destino al que nos conduce. La palabra teoría tiene una dimensión de visión, incluye la idea de ver hacia el futuro. Hay dos tipos de teoría. Las que intentar percibir y mostrar dónde está el poder, cómo se comporta y cómo desmontarlo, y cómo lidiar con él, conforman un conjunto de teorías al cual yo adhiero y es el campo crítico. Y después están las teorías donde la palabra poder no se menciona y no trabajan para identificar la posición del poder, separándose bastante, del campo crítico. Elegimos la teoría por la dirección de la historia en la que queremos ir”.
“Muchas veces nos hacen creer que las humanidades son más débiles que las ciencias duras, técnicas, y es falso. Las disciplinas humanísticas son las más poderosas de todas, porque colocan los nombres, crean la grilla con la que organizamos la realidad. Eso tiene un poder extraordinario, y, por lo tanto define también la visión del futuro. Nombrar coloca luz en lo que no se ve. Por eso, los gobiernos dictatoriales lo primero que hacen es descabezar intelectuales, cerrar facultades que trabajan con la tarea del nombrar”.
La perspectiva orgánica de Quijano
“He pensado que es mi obligación aquí, hablar un poquito de Aníbal Quijano. Él no hizo alusión a su pensamiento como “Teoría”, nunca dijo “Teoría de la colonialidad del poder”. Siempre habló de “perspectiva” de una manera de ver la realidad, la historia, la sociedad. Desde acá, miro desde un lugar situada en ese lugar, pero no solo hacia/para ese lugar, sino hacia/para el mundo. A esa perspectiva, no la llamo sistema de pensamiento, no la clasifico como sistemática, sino que es orgánica, porque es totalmente viva. Cualquier persona puede insertarse allí y puede pensar otras cosas a partir de lo que él formuló. No es una trampa teórica en la cual uno pone el pie y no sale más. Es algo que lo impulsa a uno a pensar y agregarle cosas, como ocurrió, en mi caso, con los conceptos de género y raza. La perspectiva orgánica se mueve todo el tiempo”.
“Se produce el fin de la Guerra fría y Quijano se libera de las lealtades a las categorías características del período anterior y a algunas personas, esas lealtades, las secuestran hasta hoy, e impiden pensar con absoluta libertad. No se trata de salir del campo del pensamiento crítico, pero sí de ver los errores cometidos, porque si no vamos a andar en círculos para siempre. Hay que pensar con libertad y no sentirse esclavizado por la lealtad. Ahí surge ese Quijano que conocemos, que logra ese impacto definitivo en el pensamiento, porque va a decir que en el centro de la desigualdad del mundo no está la clase, sino la raza”.
Atahualpa Yupanqui y los “pieds noirs”
“No es que no haya clases, sino que en centro de la jerarquía del mundo, de la jerarquización de las sociedades, de los continentes, de los paisajes, está la raza. Y la raza racializa los cuerpos, los saberes, los productos y también los paisajes que habitamos. Nosotros estamos racializados por el continente que nos habita, por los paisajes que nos habitan, y somos, como dice Atahualpa Yupanqui, “tierra que anda”, o sea partículas de un paisaje que camina (Quijano conocía todo el repertorio de Atahualpa). Somos, como dirían los franceses, pieds noirs, o sea los franceses que volvieron de Argelia, y, aunque hubieran nacido en París, no eran más franceses, eran “pieds noirs” o pies negros, porque tenían, en el talón de sus pies, pegada la tierra del paisaje africano, el color de la tierra que habían pisado como administradores coloniales. Eso es la racialización. Por eso, en Brasil, algunas personas que viajan en avión dicen “Qué raro…yo subí en Brasil blanco y bajé en Argentina negro”. La raza es una atribución. En nuestro país la raza no está nombrada, ni vista siquiera. No nos gusta nombrar esa palabra. Sin embargo, aquellas personas que entran a un supermercado o un shopping y se sienten perseguidas por la mirada del vigilador, saben que la raza existe”.
Raza y saberes
“Eurocentrismo es otro nombre para la racialización: la de los saberes. Es otra manera de hablar de la raza: El prestigio del saber blanco. No significa, desde esta perspectiva, la defensa del desprecio por los saberes del blanco, sino comprender que existe una desigualdad estructural entre lo que ofrecen los saberes blancos y no blancos. Quien escriba y se llame John Smith ya tiene un prestigio adquirido, esto es un capital geopolítico: el de los autores del norte, a diferencia de nosotros, de quienes no se espera que seamos teóricos. La colonialidad del saber indica que alguien que piensa o exhibe categorías, que son citables, vive en EEUU, en Europa o murió”.
“Quijano no fue un pensador fundamentalista, por eso no habla de descolonizar, porque la historia no puede ser rebobinada, no hay la idea de un origen que hay que recuperar. Hay una especie de reconstitución epistémica. La clave es abrir las compuertas para que una memoria, que fue rasurada, fluya hacia el presente. Nunca se suspende la idea de la historia. Es una manera de él de huir de los culturalismos. Él habla de una colonialidad permanente. Vivo en Tilcara a 8 kilómetros de un cerro de uranio. Uno se da cuenta de que está ahí, expuesto a una conquista, a una conquistualidad permanente”.
Las cuatro teorías
“Solo cuatro teorías atravesaron la frontera desde el sur al norte, porque la frontera del norte al sur, está vigilada, o estuvo vigilada por mucho tiempo. Nuestras categorías, las que podemos autorizarnos a formular sobre el mundo, tienen una aduana que impide contrabandear las ideas y las palabras de este lado del mundo hacia el norte y no es por atraso, sino justamente por el poder de las palabras. No es fácil atravesar esa línea de detención del flujo de pensamiento desde el sur hacia el norte. Las que lo lograron fueron la Teología de la Liberación, la Pedagogía del Oprimido, la Teoría de la Marginalidad que fractura la Teoría de la Dependencia y, más recientemente, la Perspectiva de la Colonialidad del Poder. Estos pensamientos consiguieron que sus palabras sonaran y resonaran”.
Narrar el descubrimiento: Nace un mito
“Quijano, cuando habla de la conquista, se refiere a ‘reoriginalización del tiempo de la realidad’. Se trata de una nueva grilla. Cuando narramos el descubrimiento, no podemos escapar de esa palabra, porque lo que se descubre es el ‘descubrir’ como valor. Ese valor es una novedad. Dice Quijano que en el mundo europeo la validación de los descubrimientos científicos o las innovaciones técnicas venía del pasado sagrado y de las autoridades que permitían o no ese descubrimiento. Cuando esos barquitos vinieron del lado de allá para el lado de acá, no desde España a América, porque esas dos realidades no existían antes de ese momento, lo que aconteció fue que la fuente de legitimación se mudó del pasado al presente, o sea que hubo una mudanza de la fuente de valor desde el paso sagrado hacia lo desconocido. Sin eso, la idea de modernidad no pudo existir, porque esta tiene como valor supremo la dirección hacia el futuro, hacia la novedad. Por eso no podemos hablar de modernidad/colonialidad, sino de colonialidad/modernidad, porque la colonización es un presupuesto indispensable para que la modernidad ocurra”.
“Immanuel Wallerstein acoge la torsión introducida por la propuesta de Quijano a su modelo, al considerar la colonialidad y la invención de raza como precondición indispensable para comprender el orden mundial moderno. Esa es una de las diferencias más notables entre la Perspectiva de la Colonialidad y la de los Estudios Postcoloniales”
“Se creó el mito del descubrimiento. Esta grilla con que lo narramos es un mito. ‘España descubrió América’ es una compactación y una formatación mitológica que no nos permite verlo de ninguna otra manera. Y es un mito dirigido al futuro que nos impide ver cómo fueron los hechos históricos realmente. Se trata de la mitificación y mistificación de lo que ocurrió en ese momento histórico. Es el mito con que lo narramos”.
El patriarcado como orden político
“Mi perspectiva, respecto del género, se acerca a la de Abdullah "Apo" Öcalan, que es un pensador kurdo, la persona viva detenida, presa, durante más tiempo en la larga historia de la especie, en una isla, y no podemos saber si está vivo o muerto. Es feminista, a pesar de ser hombre. Él sitúa el origen del patriarcado en el fin del neolítico, en que la mujer asume poder, por la agricultura, se convierte en motor de la sedentarización y a partir de allí el género ocurre tal como lo conocemos hoy, como un orden, no como una costumbre, religión o moral. Eso es mentira. El patriarcado es un orden político. Por eso, el pensamiento feminista es un pensamiento crítico, porque es contrario a un sistema”.
“Para algunas teóricas sobre género, como la filósofa María Lugones, el patriarcado fue una introducción de la colonización británica en África. Ningún antropólogo puede decir jamás que en el mundo tribal, apenas tocado por la colonización, no existía alguna desigualdad de género. La caza de iniciación masculina, daba al género un prestigio al varón frente a las mujeres, pero no en términos de poder, sino de un Patriarcado de Bajo Impacto. Muy diferente del patriarcado moderno, de Alto Impacto, feminicida, genocida. Tenía que haber una racionalidad moderna para que, en el mundo precolonial hubiera genocidio. Había guerras, pero eran distintas. No existía la fábrica de muerte que trajo la modernidad”.
Los vencidos: una naturaleza otra
“Con la conquista y colonización, según Quijano, se da la invención de la raza. Para él antes, no existía la raza, sino la xenofobia, la discriminación, la clara idea del otro, de pueblos otros, pero no en términos raciales. Raza, para Quijano, es la atribución de una naturaleza otra a los vencidos. Con el cruce con el cartesianismo ese vencido tuvo una biología otra. Allí empieza la movilidad social. La movilidad de la clase, es difícil, pero posible. Pero con relación a una naturaleza, es imposible. Queda anclado en ese organismo otro que es el sujeto racializado, que es el vencido, y por eso las razas son distintas. Es una atribución que a veces, se cancela, por ejemplo japoneses empresarios que hacen negocios en Sudáfrica son honorary whites, blancos honorarios. Existe un libro de Theodore Allen que se llama “La invención de la raza”, en la que afirma que la primera raza que existió fue Irlanda, la primera colonia. El irlandés es la primera figura racializada. Sin embargo, hoy son blancos. Eso tiene que ver con victorias y derrotas, con posiciones de supremacía y subordinación a través de la guerra”.
El ojo y la cantera
“La raza tiene 500 años, cuando se inventa la cosificación del mundo. Esto se vincula con la violación, el cuerpo cosa, y la idea de la apropiación de cosa. Es una práctica existente en todas las sociedades del mundo. Pero no con el mismo significado. Con la conquista, el mundo entero de este lado de acá, incomprensible para la mirada del ojo de quien viene, y toma las tierras y cuerpos, es cosificado. Hay una cosificación de la vida. Dentro de ese proceso, hoy somos cantera, sobre todo después de las deudas adquiridas, para todo ojo que viene. Esa canterización del mundo afecta los cuerpos también. Y ahí aparece la forma de la violación y de lo que llamo en varios textos, el ojo pornográfico, el ojo al cuerpo otro. El cuerpo reducido a cosa por el ojo perverso”.
El patriarcado y la plusvalía
“La plataforma del poder es el patriarcado, que se replica en todas las otras formas de dominación, de desigualdad y de extracción de plusvalía. La primera plusvalía es la extraída de la mujer por el hombre. El patriarcado tiene una historia más larga que la raza, pero me doy cuenta de que hay una transformación, una mutación de la manera de generizar, de atribución de supremacía de un género sobre otro, de patriarcalizar, como consecuencia de la racialización. Es fácil entender la violencia del hombre blanco sobre la mujer indígena o negra, pero es difícil comprender la violencia del hombre no blanco sobre la mujer no blanca. Eso ocurre como consecuencia de la conquista y colonialización. El hombre no blanco se vuelve violento, dominante de una forma en que nunca fue antes, aunque existiera un desnivel de prestigio. Las sociedades precoloniales no eran violadoras o femicidas. La raza es la plataforma, entonces, más importante de dominación en Brasil, EEUU y en Argentina, solo que no lo hablamos, no lo vemos, pero está muy presente. El género también se vuelve determinado por una naturaleza otra, cosa que antes no existía”.
“El libro de Gilberto Freyre, considerado un gran texto nacional, ‘Casa-grande y Senzala’, habla de una nación fundada por la violación de la mujer negra por el hombre blanco. Pero cómo explicar la violencia al interior de los pueblos, la del hombre no blanco hacia la mujer no blanca, ‘su’ mujer. Tengo la idea de que nosotros somos sociedades transicionales, que miran. Miramos hacia la blancura, hacia una modernidad blanca, hacia la dirección de aquellos que fueron quienes colonizaron nuestros paisajes. Solamente es porque existía un patriarcado precolonial, teoría de Lugones y quienes la siguen, es que la conquista fue posible. Porque quien aprende la mirada rapiñadora, cosificadora, del que viene y domina el territorio, es el hombre. La mujer no”.
La mujer: Guardiana de la Memoria
“En muchas sociedades de Brasil la mujer aprende la lengua portuguesa por regla del pueblo, mucho después que el varón, tiene prohibido aprender la lengua colonial, hasta ya adulta. La mujer es la guardiana de la memoria, de la continuidad del pueblo, que no es más que un vector de continuidades, no es un patrimonio de costumbres. Ningún pueblo ‘siempre fue así’. La idea de que existen pueblos de historia y de costumbres es racista, al extremo. Todos los pueblos están en el tiempo, abandonan y adquieren costumbres. La idea de cultura tal como se aprendió hizo mucho daño en este sentido. Un pueblo es un colectivo que se concibe viniendo de un pasado en común, aún con guerras, y procediendo hacia un futuro común. Un pueblo toma todas las decisiones necesarias para que las personas que forman parte de él puedan continuar como pasantes de una misma historia. Las sociedades transicionales tienen una brújula y un norte que se dirige a la blancura, a Europa, a la civilización imperial”.
Emasculación y adueñamiento
“El hombre, frente al hombre blanco, aprende su mirada sobre el mundo, a mirarlo como cosa, de una forma instrumental. Se emascula frente al patrón, frente al blanco, y restaura su posición masculina frente a los suyos. En la actualidad vemos un aumento de la violencia contra las mujeres, porque solamente les queda eso. No se debe a una supuesta independencia de la mujer, ni mayores salarios, ya que la macroeconomía sigue intacta, con las mujeres ganando menos, generalmente, que los hombres. No hay una transformación estructural tan fuerte. El asesino, el violador, el feminicida no mata por venganza, salvo, quizás, en una relación de pareja, pero el que sale a la calle y mata, viola, es por la emasculación, causada por el adueñamiento, la concentración extrema de capital en el mundo. Esto lo torna emasculado, disminuido, y solo le queda la violencia para recuperar su potencial. Estas sociedades transicionales son las más violentas en términos de género del mundo, las más feminicidas, por esa transicionalidad del mestizo, el criollo, que se dirige siempre hacia una blancura (posición de blancura en una estructura colonial, blancura simbólica) que jamás podrá obtener”.
La esfera pública: del Dualismo al Binarismo
“Quiero hablar también del pasaje del dualismo al binarismo. Las sociedades comunales de indígenas y africanas tienen una estructura dual, donde hay un espacio público y otro doméstico, y hay una jerarquía, aunque no necesariamente una de poder, sino de prestigio: las tareas en el espacio público, las de los hombres casa-afuera, como las llama el mundo negro de Ecuador (casa-adentro, las de la mujer). Hay una posición de jerarquía de las primeras, con respecto a las últimas”.
“Pero en el tránsito a la modernidad, ese mundo pasa de dual a binario. Dualidad y binarismo o binariedad no son estructuras idénticas. En la estructura dual, las dos realidades son completas, ontológicamente plenas, tienen su propia politicidad. No hay una esfera englobante, pública. Son dos espacios, cada uno tiene su forma de administrar la vida y su impacto en el destino colectivo. Con el tránsito a la modernidad, ese espacio doméstico se privatiza, se trasforma en íntimo, privado. Eso es trágico. La modernidad es mucho más peligrosa para nosotras por eso se producen leyes, constantemente, para compensar lo ya arrebatado. En ese mundo binario, aparece ese ‘sujeto universal y sus otredades’ del multiculturalismo, que cuando pensamos ese 'sujeto universal', tiene un cuerpo de hombre, propietario, letrado, blanco, pater familias, el dueño de la familia (no heterosexual, porque de su sexualidad no sabemos nada). Desaparece la oikonomía. Nosotras, con nuestro cuerpo, estamos vinculadas, arraigadas a ese espacio doméstico que se despolitizó. Cuando aparece el cuerpo de una mujer destrozado en una calle, pensamos “es un crimen sexual”, pero no es así, es un crimen de poder. Como estamos amarradas a la historia de una domesticidad, que se privatizó, se libidizó, se sexualizó y se transformó en completamente íntima, como si en el espacio doméstico no hubiera posibilidad de hacer un impacto en la vida colectiva, cosa que no se pierde en las sociedades comunales”.
“En nuestro mundo actual hay jirones de comunalidad en nuestras cocinas, que el individualismo no ha cooptado totalmente y controlado. El camino de la politicidad masculina captura todo lo que se pretende político, todo lo que aspira a tener un impacto en la vida colectiva. Todo lo que aspira a ser discurso político es atrapado por ese ágora que es el estado, la sociedad civil”.
La mujer y los discursos de odio
“Para hablar en público, la mujer debe cumplir ciertas reglas burocráticas de formalidad. Ese es el efecto de la salida de los modos femeninos de la vida pública. Una puede entrar a ella, pero tiene que perder los modos femeninos. Surgen esas ‘otredades’, llamadas identidades políticas o minorías. Craso error del movimiento feminista y de todos. Y tiene un impacto pésimo en el presente: el nacimiento de los defectivos. Los defectivos del sujeto universal, del político, del completo, son sus otredades. Nosotras somos un defectivo del hombre, el negro, un defectivo del blanco, la persona con discapacidad es un defectivo del cuerpo normal. La modernidad, entre sus muchos pecados, inventa la normalidad. No existe el/la normal”.
“Con el fin del mundo bipolar, surgió el campo crítico de inclusión sistémico, aparecieron las minorías, los derechos humanos, pero toda esa lucha no problematiza la riqueza, su origen, su función. La alarma roja se activa por lo que hacen nuestros antagonistas de proyecto histórico. En menos de diez años pusieron rebaños en las calles para luchar contra los proyectos de liberación de las mujeres. Hay encuestas, conozco una de Argentina, de la Universidad de Nacional de San Martín, en que el 75% de los discursos de odio está dirigido a la mujer. Y el 5% a las sexualidades disidentes. Es decir que un 80% de los discursos de odio van dirigidos a la sexualidad. Dicen que la postura provida es moral, porque ‘hay que defender la vida’. Es fácil refutar la idea de que se trata de una precaución moral: La vida del niño migrante, la del niño expuesto al maltrato, al hambre ¿no son vidas? ¿Solo les interesa la vida que está en la pancita de una mujer? Hay algo raro. Les dejo, entonces la pregunta: ¿Cuál es la relación entre la gran riqueza, entre los dueños del mundo, que están detrás de los discursos de odio de las teorías de la nueva derecha, y una mujer embarazada?”.
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