La Mesa Académica inaugural estuvo conformada por la Mgter. Viviana Ceverino (Vicedecana de la FFyL) y la Dra. Cristina Rochetti (Comité Organizador).
Historia de las Jornadas: un camino de intercambio
La Dra. Cristina Rochetti se dirigió al público presente en primer lugar. Recordó que el evento se inscribía en una trayectoria iniciada en el 2010, en que se desarrollaron las primeras jornadas de didáctica filosófica en la FFyL: “se intentaba generar un espacio de intercambio y de diálogo sobre los desafíos de enseñar y de aprender filosofía. En el año 2011, organizamos las segundas jornadas regionales que convocaron a profesores, investigadores y estudiantes de distintos lugares del país. En 2012 y 2017, se realizaron las jornadas conjuntamente con las de filosofía y educación. De esa manera, ampliamos y vinculamos nuestras inquietudes y preocupaciones con problemáticas que abrieron los horizontes de expectativas".
"La inquietud de hacer de la filosofía una experiencia transformadora fue una constante de nuestros esfuerzos. Se complejizó un campo tan específico como el la didáctica de la filosofía, para dar lugar a una filosofía de la didáctica”.
“Hoy sumamos a estas V Jornadas de Didáctica, las I de Prácticas Filosóficas. Para nuestro equipo de prácticas e investigación, las prácticas filosóficas han sido parte del trabajo llevado adelante. Desde el 2010, participamos de los proyectos de extensión Mauricio López, con la propuesta de hacer de la filosofía una práctica y una experiencia para llevarse adelante en distintos espacios con quienes quisieran sumarse, en bibliotecas escolares, comedores comunitarios, y otras organizaciones, además de generar espacios de lectura y reflexión sobre este campo tan vasto, tan complejo, tan antiguo y tan nuevo, a la vez, que son las prácticas filosóficas”.
“El desarrollo de estos campos del saber filosófico, la enseñanza, el aprendizaje, las prácticas cuentan con una historia de esas preguntas que le dieron origen. Esa historia se abrió camino de la mano de filósofas y filósofos que se atrevieron a desafiar los supuestos de que la enseñanza y práctica de la filosofía fuera entendida solo como una cuestión de método o destinada a unos pocos ámbitos. Y también fueron ellas y ellos quienes pusieron en valor la posibilidad de la enseñanza, aprendizaje y práctica filosófica”.
Las V Jornadas: la tarea de extender la trama
Rochetti señaló que “el sentido que nos anima en estas jornadas es reconocer que nos encontramos en el camino que abrieron aquellos filósofos y filósofas que hicieron de la enseñanza, aprendizaje y práctica filosófica una experiencia vital”.
“Somos el camino transitado por aquellos que hicieron de la enseñanza de la filosofía un problema filosófico, y que hoy queremos reconocer, visibilizar y recordar, en el sentido profundo de ‘pasar por el corazón’ de la memoria sentida y guardada con el afecto”.
“Queremos recordar a todos aquellos que con sus textos y experiencia contribuyeron a la trama en la que hoy nos encontramos. Somos mil almas, y la trama mixturada de esos relatos y experiencias de nuestros antecesores que hoy se tensionan en nuestra propia experiencia para hallar los sentidos que permiten seguir pensando la enseñanza y la práctica de la filosofía”.
“Queremos pensarnos genealógicamente, como ese entrecruzamiento de todas las experiencias de los que nos antecedieron en el trabajo de pensar la enseñanza y la práctica de la filosofía. Esta perspectiva nos ubica en un lugar diferente: una trama de hilos diversos, donde los nudos tensionan ajustan para dar forma, donde cada uno tiene su lugar y su aporte, porque no somos soledades, sino tramas, entramados de hebras que llegan a nosotros desde rincones y lugares menos pensados o quizás muy pensados”.
“En estas jornadas queremos dar un espacio para dar un paso más allá, para extender la trama para seguir tejiendo e hilando nuestra experiencia junto a las otras, las de cada uno de los presentes y de quienes ya no están pero posibilitaron que estemos aquí. Esperamos que esta trama de mil almas que somos nos permita renovar la pregunta didáctica: ‘¿Cómo enseñar y aprender filosofía?’ ‘¿Cómo sostener a los otros en su búsqueda?’ ‘¿Cómo dejar aprender? ‘¿Cómo disponer el saber para que el otro aprenda más?’ Y la pregunta fundante, primera y original: ‘¿Qué es la filosofía y qué es filosofar?’”, cerró Rochetti.
Las jornadas y los desafíos de la universidad argentina
A su turno, la Mgter. Viviana Ceverino afirmó que estas jornadas buscaban “compartir, analizar, discutir, resignificar y aunar esfuerzos en la búsqueda de sentidos y herramientas para enseñar, aprender y practicar filosofía”.
“La universidad argentina atraviesa numerosas dificultades y contratiempos de diverso origen y algunos, de vieja data. Tales problemas la han puesto en un escenario de incertidumbre que hace que algunas personas duden de la pertinencia de una universidad inclusiva, gratuita y de calidad, que es lo que nosotros/as sostenemos y defendemos. Uno de los grandes problemas de la universidad argentina es la duración real de las carreras. En este sentido, sostenemos claramente que nada se resuelve con reformar un diseño curricular, acortando carreras o suprimiendo espacios curriculares".
"Son tres los componentes que debemos atender para lograr cambios sustanciales en nuestra universidad: estudiantes, diseño curricular y, fundamentalmente, las prácticas docentes”.
“Con respecto a los estudiantes, es imperioso conocer su perfil. Muchas veces, no llegan a la facultad con las competencias que nosotros imaginamos, producto de severas dificultades que atraviesa la escuela argentina. Tampoco tenemos al estudiante ideal del siglo pasado. Hoy, llegan a nuestras aulas estudiantes trabajadores y trabajadoras, que viven lejos del campus, que muchas veces agregan a sus responsabilidades universitarias tareas de cuidado, y que han atravesado una pandemia que ha impactado fuertemente en sus emociones”.
“Desde el punto de vista curricular, la facultad emprendió el camino de reformas y actualizaciones de planes de estudio en el año 2016, lo cual permitió que hoy tengamos diseños flexibles, enfocados por competencias, con reconocimientos de créditos, con prácticas profesionales docentes desde el segundo año, con extensión crítica curricularizada, y que atiende a la formación integral y ciudadana. Pero no lograremos la verdadera reforma si no ponemos atención al tercer componente: nuestras prácticas docentes. De allí la imperiosa necesidad de realizar reuniones científicas como esta, que presta su escenario para intercambiar saberes, prácticas y experiencias en torno a los supuestos, metodologías, estrategias y herramientas para la enseñanza, el aprendizaje y las prácticas de la filosofía”.
La funcionaria recalcó que “es fundamental la figura del docente, que debe actuar como un acompañante cognitivo, y como dijo Tedesco: ‘tratando de hacer explícitos, tal como ocurría en la relación del aprendiz medieval y su maestro, los comportamientos implícitos de los expertos, de manera tal que el estudiante pueda observarlos, compararlos con sus propios modos de pensar y, poco a poco, ponerlos en práctica’”.
“Todo nos lleva a cuestionar uno de los supuestos tradicionales del quehacer universitario: que para enseñar en la universidad solo es suficiente poseer un profundo conocimiento disciplinar. Este de nada nos servirá si no tenemos también una sólida formación pedagógica y didáctica”.
La funcionaria expresó también que “cabría preguntarse qué acciones podríamos plantearnos hoy como universidad frente a esta problemática: En primer lugar, tener actualizado el perfil de nuestro estudiante real, en segundo lugar, trabajar en cada espacio curricular con los y las docentes sobre una mirada analítica de qué competencias buscamos que los estudiantes aprendan, anclados, siempre, en el perfil profesional o las competencias de egreso. Luego deberíamos analizar los contenidos. Es fundamental el trabajo interdisciplinario y la comunicación entre los espacios, que deben trabajar articulados, para no superponer temas, bibliografías, temáticas de examen”.
“El gran desafío para los y las docentes es el problema de la evaluación. Hay que preguntarnos qué estamos evaluando, ¿meros contenidos o competencias? ¿Evaluamos con instrumentos pensados como parte del aprendizaje o como un mero trámite de acreditación más que de formación? Y ¿Para qué estamos evaluando? Sin lugar a dudas debemos evaluar para lograr un profesional competente, pero que también pueda dar respuestas a las necesidades de la sociedad. Es fundamental la voz de nuestros estudiantes, quienes transitan nuestros aciertos y errores. Si solamente nos preocupamos por tener más estudiantes, y los abandonamos a su suerte, solo lograremos una inclusión excluyente”.
Para finalizar, Ceverino remarcó la importancia de que “los organizadores de esta reunión científica la hayan pensado como un lugar de encuentro de docentes, investigadores/as, tesistas y estudiantes, con inquietudes vinculadas a la enseñanza, al aprendizaje y a la práctica de la filosofía”.