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Plantar memoria, cosechar futuro

En la jornada de reflexión que se llevó adelante en la FFyL, se descubrió una plaqueta y se plantaron árboles nativos en homenaje a Ana María Moral, Susana Bermejillo, Mauricio López, Aldo Hugo Quevedo y Lucía Nadín, estudiantes y egresados/as de FFyL desaparecidos/as durante la última dictadura cívico militar. En la ceremonia, estudiantes y egresados/as leyeron fragmentos de textos acompañados de acordes musicales.

imagen Plantar memoria, cosechar futuro

Para conmemorar el cuadragésimo octavo aniversario del inicio de una de las épocas más oscuras de nuestra historia, la última dictadura cívico militar, se realizó un acto en los jardines internos de la Facultad.

Estuvieron presentes el: Dr. Gustavo Zonana, decano de la FFyL UNCUYO, la Mgter. Viviana Ceverino, vicedecana de la FFyL y  el  Mgter. Néstor Navarro, coordinador del Área de Derechos Humanos de la UNCUYO. Además, participaron del acto, los familiares de los homenajeados hoy, Susana Bermejillo, Ana María Moral, Lucía Nadín, Mauricio López y Aldo Quevedo, desaparecidos durante la última dictadura cívico militar.

En la tarde del 21 de marzo, también se acercaron a los jardines, estudiantes de distintas carreras de la FFyL y alumnos de la carrera de Profesorado de educación secundaria en Lengua y Literatura, del ISFDyT 9-030 "Del Bicentenario".

Por su parte, el hermano de Ana María Moral, entregó una preciada medalla a la institución, y alentó a seguir teniendo acciones en el sentido de recuperar la memoria. Este contexto de avasallamiento de los derechos adquiridos, es "urgente trabajar por el futuro", dijo.

Se plantaron cinco Nativas que homenajean a Susana, Ana María, Mauricio, Lucía y Aldo. Estas, forman parte del Jardín de la Memoria, alentándo a la comunidad universitaria  en el fortalecimiento y defensa de la Memoria, la Verdad y la Justicia.

 

Además, mientras se realizaba la plantación, se compartió un emotivo poema de la misma Ana María Moral a cargo de Gabriela Blas, compañera del hermano de Ana María. Luego, la egresada de nuestra casa de estudios y Consejera directiva por el claustro graduados, Inti Bustos, leyó una selección de un texto prohibido por la dictadura del escritor argentino Manuel Puig, El beso de la mujer araña. Posteriormente, escucharemos la interpretación de un fragmento de la obra Nuestra Señora de las Nubes del autor mendocino Arístides Vargas, a cargo de los estudiantes de Filosofía y Letras Maximiliano Molina y Lorena Giampetri.

Para finalizar el acto,  el señor decano de nuestra facultad, Dr. Gustavo Zonana, Carolina Celi del Centro de Estudiantes, y los familiares de las personas desaparecidas, descubrieron las placas. Una de ellas, realizada en 2018 por el Centro de Estudiantes, y la otra, que reconoce a Lucía y Aldo, de quienes recientemente se ha conocido su pertenencia a nuestra unidad académica.

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Plantar memoria, cosechar futuro

Homenajes

En momentos en los que la Argentina se ve amenazada en estos ideales, es imperante conocer a las personas que entregaron la vida por esto. De esta manera, recordaron a:

  • Susana Bermejillo: De una destacada inteligencia, amor y fuerza de voluntad, Susana estudiaba dos carreras a la vez, al mismo tiempo que trabajaba. En 1976 se recibió de profesora de Literatura, y solo le restaba rendir la tesis para recibirse en la carrera de Filosofía. Además, era militante del Partido Comunista. El 20 de marzo de 1976, días antes de la fecha oficial del golpe de Estado, fue secuestrada por un comando de la Triple A en su casa de Godoy Cruz, y asesinada horas más tarde en el departamento de Las Heras. Tenía 25 años.
  • Ana María Moral: quien cursó la secundaria en el colegio “Martín Zapata”,  donde obtuvo uno de los mejores promedios. Le gustaba mucho la poesía, escribir canciones y poemas, y como cualquier joven disfrutaba de juntarse con sus amigos y amigas a cantar y tocar la guitarra. Hacia mediados de los años 70 comenzó a estudiar Letras en nuestra Facultad. Más tarde comenzó a militar en la Juventud Peronista. Fue asesinada el 8 de abril de 1977, en la puerta de la iglesia Nuestra Señora de  Fátima. Tenía 23 años.
  • Mauricio López: quien nació en Bahía Blanca. Estudió Filosofía en nuestra casa de estudios, y más tarde se recibió de profesor. En su tiempo como estudiante fue un gran referente del movimiento estudiantil cristiano. Como catedrático de la UNCuyo, creó el Instituto de Filosofía de la Universidad y fue profesor de la cátedra de Introducción a la Filosofía. Su espíritu fuerte se formó con base en la fe cristiana, influenciado ya en  su adultez por la Teología de la Liberación y el auge de los movimientos  revolucionarios. Ya en 1973, con el apoyo de amplios sectores juveniles se convirtió en el  primer rector de la Universidad Nacional de San Luis, y al mismo tiempo, fue  cofundador de la Fundación Ecuménica, donde en su afán humanista tuvo un  comprometido trabajo en la ayuda de exiliados chilenos del régimen pinochetista.  La madrugada del 1 de enero de 1977 fue secuestrado de su domicilio de la calle Olegario V. Andrade de la Ciudad de Mendoza. Estuvo detenido en  Campo Las Lajas y desde entonces se desconoce su paradero. Tenía 57 años.
  • Lucia Nadin: quien desde pequeña, sus amigos y familiares le decían la “Chiquita”. Era profesora de griego, latín y francés. Trabajaba en un taller de encuadernación de su propiedad. Militaba en el PRT. Fue secuestrada en octubre de 1977. Tenía 29 años.
  • Aldo Quevedo: Nacido en San Carlos en 1941. Su familia lo llamaba “Negro” o “Negrito”. Trabajó en una imprenta. Militaba en el PRT. Fue secuestrado en octubre de 1977 en Buenos Aires junto a Lucía, su compañera. Era estudiante de Filosofía en nuestra facultad. Tenía 35 años.

Lucía y Aldo son los padres de uno de los últimos nietos recuperados, el 131, quien recuperó su identidad en diciembre de 2022. 

 

Discruso completo del decano de la FFyL Dr. Gustavo Zonana

Futuros

¿Por qué “cerrar” tendrá tan mala fama, tanto de raro, de abandono, de oscura y oculta y obtusa, sospecha? Se cierra un pacto. Se cierra una historia y promete, después del punto, el inicio de otras. Cerramos heridas, duelos, tal vez, en paz.

“Abrir”, con su bocanada de aire matinal, tampoco es garantía de felicidad. Un final abierto nos deja con el corazón en la garganta. Abrir, exponerse a lo incierto, sin siquiera un abrigo, con toda su cara y su carga de pregunta.

En diciembre de 2022 Marta Nadín, gracias a la acción de Abuelas…, conoció que tenía un nieto. Estuvo con nosotros al año siguiente, para esta misma fecha. Rememoró la historia de su hermana Lucía y de Aldo Quevedo que se conocieron en la Facultad. Ambos militaban en el Partido Revolucionario de los Trabajadores. A Lucía la llamaban “Chiquita”, era profesora de francés. Con Aldo, a quien apodaban “Negro” o “Dipy”, tenían un taller de encuadernación. A mediados de 1976, con el recrudecimiento de la represión en Mendoza y luego de la detención de un compañero de trabajo, los dos se mudaron a Buenos Aires. Tenían 29 y 35 años cuando fueron secuestrados entre septiembre y octubre de 1977. Lucía estaba embarazada de dos o tres meses. Por testimonios de sobrevivientes, se sabe que los dos estuvieron cautivos en los Centros Clandestinos de Detención “Atlético”, ubicado sobre la avenida Paseo Colón, y luego en “El Banco”, a pocos metros de la Autopista Ricchieri, en La Matanza. Allí fue vista Lucía por última vez, cuando fue retirada para dar a luz entre marzo y abril de 1978.

Mientras Marta hablaba y agradecía dio a entender que esa recuperación, ese acto en la Universidad Nacional de Cuyo, le permitían anudar una historia inconclusa. También expresó su esperanza, su incertidumbre ante el encuentro con su nieto, cuya trayectoria profesional era milagrosamente muy similar a la de Lucía. Cuánta historia por contar y recuperar y cuántas otras nuevas para empezar a escribir con ese vínculo familiar reconquistado.

Tenemos un desafío por delante porque este ejemplo individual tiene su proyección en la comunidad. En esa posibilidad de cierre se interrelacionan la memoria, la verdad y la justicia como principios fundamentales. En un estudio sobre el arte de la memoria y el olvido y su proyección en la literatura, frente al Holocausto, Harald Weinrich formula la siguiente pregunta: ¿se puede imponer el mandato de una memoria para todos los tiempos a todas las personas sin que se corra el riesgo de anquilosarse y generar nueva enemistad? Creo que estas semillas de memoria esparcidas mediante este encuentro dan de algún modo una respuesta a ese interrogante con su reclamo de verdad y justicia. Sobre todo, en la Argentina de hoy, que parece padecer de amnesia generalizada frente a acontecimientos terribles de pocas décadas pasadas.                  

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