Con profundo pesar hacemos partícipes a nuestra comunidad del fallecimiento de la Profesora Alicia Frassón. Para quienes tuvimos la gracia de conocerla, Alicia fue siempre una exquisita mujer, una atenta esposa y madre, y una seria y estudiosa docente e investigadora. Egresada con honores de nuestra casa de estudios como profesora y licenciada en Filosofía, alcanzó unos años más tarde el grado de magíster. Se desempeñó como profesora de Ética y de Filosofía Práctica en las Carreras de Filosofía y Ciencias de la Educación, ocupando sucesivamente los cargos de Jefa de Trabajos Prácticos, Profesora Adjunta, Asociada y Titular. Su claridad como su cordialidad fueron una constante en sus cursos, cosa que supo volcar también con rigurosidad científica en sus publicaciones y exposiciones.
Quizás, quien no la haya conocido, podría pensar que Alicia fue una excelente docente, y con ello tendría solo una parte de la verdad. Nuestra colega no fue solo una buena pedagoga o una cuidadosa investigadora. No. Alicia fue una persona que vio en la Filosofía un ser capaz de vivir con la vida misma, de quien la asume. En sus propias palabras, “pienso que ´honrar´ la Filosofía es darle el contenido de la propia existencia concreta, la de cada uno en este proceso; solo así deja de ser letra muerta, algo pasado e inerte, cosa de entendidos, y los autores y textos se convierten en el ‘pretexto’ para la tarea apasionada, incansable e insoslayable de una formación integral, desde nuestro-mundo-presente con vistas a hacer y transformar nuestro-mundo-por-venir” (https://ffyl.uncuyo.edu.ar/frasson-es-el-encuentro-interpersonal-con-los-alumnos-lo-que-realmente-vivifica).
Los que transitamos sus cursos como estudiantes y la encontramos luego como colega en nuestra institución no podemos, sino agradecer su buen talante y atención gentil. Falleció un 15 de febrero, pocos días antes de cumplir sus 66 años. Desde el Departamento de Filosofía, el Instituto de Filosofía y nuestra Facultad, nos unimos en oración por su eterno descanso.