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“Nuestro desafío es articular el complejo escenario educativo, orientándolo hacia la mejora de la formación continua”

Víctor Gustavo Zonana es Doctor en Letras y decano de la FFyL de la UNCUYO. En este diálogo, define algunos matices del plan de desarrollo orgánico para la Unidad Académica que cogobierna.

imagen "Nuestro desafío es articular el complejo escenario educativo, orientándolo hacia la mejora de la formación continua"

Dr. Víctor Gustavo Zonana, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCUYO.

Un espíritu inquieto

“Dada su complejidad y riqueza, el universo es irreductible a un sistema binario de categorización. A pesar de ello, y aunque no sean los únicos, existen dos tipos de personalidad que despuntan desde su más tierna infancia. Están los espíritus tranquilos, gustosos de la concentración en una sola actividad. En su antípoda, los inquietos se desesperan por agotar la exploración simultánea de los universos paralelos. Pertenezco más bien a esta segunda categoría”, manifiesta el Dr. Zonana.

“En mi caso, el lema de la UNCuyo “forever” (para siempre) se cumple a rajatabla: primaria en la Escuela del Magisterio, secundaria en el Colegio Universitario Central, estudios superiores hasta el posgrado en la Facultad de Filosofía y Letras. Egresé como profesor de Enseñanza Media y Superior en 1990 y como Licenciado en Letras en 1992. Inicié inmediatamente los estudios de doctorado como becario del CONICET, que pude finalizar en 1997. Continué luego mi carrera de investigador en ese organismo de manera activa hasta el año 2012”.

 

Las dos sirenas y los oficios “para-académicos”

Al referirse a las vocaciones académicas, aficiones y oficios desempeñados en el camino durante su vida en la Facultad, el funcionario explica que “dos sirenas me han tentado siempre: la teoría de la literatura y el estudio de la literatura argentina del siglo XX. La primera cantaba con sordina en los cursos y congresos organizados por el Grupo de Estudios de la Crítica, dirigido por Emilia de Zuleta. Y lo hacía abierta y acaloradamente en las conversaciones y proyectos que realicé con Alicia Inés Sarmiento. La segunda entonaba su repertorio telúrico en la Cátedra de Literatura Argentina II y en el Centro de Estudios de Literatura de Mendoza bajo la conducción de Gloria Videla de Rivero. Allí, además, tuve la ocasión de desarrollar el sentido del trabajo en equipo con Marta Castellino, Fabiana Varela y Dolly Sales. Soy, como le gustaba decir a Alicia, del pleistoceno anterior, una época en que como estudiantes avanzados y docentes noveles hacíamos de todo, además de estudiar. Entre otros oficios fui chofer de personalidades invitadas a congresos, catador sistemático de servicios de catering, corrector de estilo, diseñador gráfico, secretario de redacción, distribuidor de revistas científicas de la Facultad en las librerías del centro de Mendoza, entre otras variopintas ocupaciones. Reconozco que esos oficios “para-académicos” y complementarios, fueron de una importancia capital para el desarrollo de competencias transversales”.

 

Francia y el perfil internacional

El decano rescata, en su recorrido formativo, dos aspectos importantes: en primer término, la generosidad de los docentes que lo formaron en el grado y el posgrado; en segundo lugar, el andamiaje de la universidad pública argentina y de los organismos nacionales de ciencia y técnica que, junto a la compañía familiar, le brindaron el apoyo institucional y económico para desarrollar estas actividades: “En el contexto de mis estudios de posgrado, y por la mediación del GEC, tuve la posibilidad de realizar durante dos meses y medio una pasantía en la Unidad de Formación e Investigación en Literatura General y Comparada en Paris III (Sorbonne Nouvelle) bajo la supervisión de Jean Bessière. Allí tomé cursos con el mismo profesor Bessière y con Daniel-Henry Pageaux. Pude realizar, como estudiante oyente, cursos de Semioestilística con Georges Molinié en Paris IV (Sorbonne) y de Psicolingüística con François Bresson en el Centro de Estudio de los Procesos Cognitivos y del Lenguaje en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales. Durante esta estancia, gracias a la oportuna acción de la Blanca Escudero de Arancibia, frecuenté al erudito y poeta Daniel Devoto y mantuve con él una larga relación epistolar. A él le debo el conocimiento de la generación poética del ’40 y el avance en la elaboración de mi tesis de doctorado por toda la documentación que, como actor principalísimo de ese grupo, me cedió generosamente. Además, esta experiencia abrió mis horizontes de comprensión de la vida universitaria, la investigación y me permitió dar un perfil internacional a mi formación profesional”.

 

El ABC de la gestión y los frentes múltiples

“Con posterioridad a la formación en docencia e investigación comencé progresivamente a asumir tareas de gestión académica. Lo hice, posiblemente, respondiendo a mi talante natural de inquietud permanente. Durante la gestión del Miguel Verstraete fui representante de la Facultad en el Consejo de Ciencia y Técnica. Por invitación de Daniel Israel participé como consultor en el proceso de Transformación de los Institutos de Formación Docente de la provincia de Mendoza entre los años 1997 y 1998, junto con Liliana Cubo de Severino. Fue una experiencia de trabajo sin horarios que me permitió conocer el sistema superior no universitario de la provincia. Con Marta Castellino trabajamos luego en el diseño y la gestión de la Maestría en Literatura Argentina Contemporánea que se desarrolló en la Facultad. Me desempeñé entre los años 2003 a 2006 como Director del Instituto Franco Cuyano durante el rectorado de María Victoria Gómez de Erice”.   

“Calificaría este recorrido como el ABC de la gestión institucional”, define Zonana. Y agrega que “mis niveles superiores de formación estuvieron unidos, primero, a Adriana Aída García, a quien acompañé fugazmente como Secretario de Extensión y luego como Secretario Académico. La invitación de Adriana fue generosa y valiente. Todas las Secretarías poseen un ritmo arduo en su día a día. Sin embargo, en una Facultad como la nuestra, la gestión Académica tiene algo de desmesura, de multiplicación de frentes al principio inmanejables (y al final, también, pero uno aprende a resignarse). Logré sobrevivir gracias a la paciencia de Adriana y al consejo de Ana Beatriz González (“Beba”) y Patricia Pita. Luego, en el año 2014, acompañé a Adolfo Omar Cueto (“Toti”) en el Vicedecanato. Su magisterio fue la dedicación absoluta, el conocimiento minucioso de todos los niveles de la gestión hasta en sus detalles, el disfrute en el ejercicio de la política universitaria. Tuve la suerte de asumir este rol con un Estatuto Universitario reformado, que le asignaba funciones específicas”.

 

El complejo panorama de la educación superior

Con este capital de conocimiento, el Dr. Zonana asumió, el 17 de agosto de 2022, su etapa como Decano de la FFyL. Desde ese nuevo rol, analiza el panorama educativo desde el horizonte de la educación superior: “Es complejo. Si se juzga por el destino de los fondos del presupuesto, frente a un modelo de universidad generadora de conocimiento, prevalece en la Argentina un modelo de universidad profesionalizante. La investigación, si bien es una de sus funciones sustantivas, está canalizada a través de los organismos nacionales de ciencia y técnica. Este modelo de universidad profesionalizante se despliega en un marco desordenado de ofertas de educación superior en el que conviven (y muchas veces se solapan sin integrarse) el sistema nacional público y privado, el sistema provincial e incluso, ofertas ad hoc de naturaleza municipal. Asimismo, el desarrollo de las nuevas tecnologías ofrece a los jóvenes un menú de índole global, con opciones cortas y encapsuladas de formación en línea, sostenidas por empresas multinacionales que, en ocasiones, carecen de marcos de control. En este contexto, además, somos testigos del surgimiento de nuevas profesiones, sumamente atrayentes y de la declinación de las tradicionales. Este es un horizonte que, entiendo, no debemos perder de vista en función de un nuevo perfil estudiantil”.

Precisando el diagnóstico, el funcionario subraya que la primera impresión en esta nueva instancia “es la vastedad: 21 carreras de pregrado y grado, 2 ciclos, 3 sedes de dictado, 17 institutos y 17 centros de investigación, más de 80 proyectos de investigación; 23 revistas científicas; cursos de inglés, francés, portugués, italiano, alemán, ruso, chino, japonés, hebreo, árabe, español como lengua extranjera, griego y latín, reuniones científicas nacionales e internacionales,  8 diplomaturas de grado, 9 carreras de posgrado, numerosos proyectos de articulación social con aprobación de la Secretaría de Extensión Universitaria de la UNCuyo, un elenco teatral, un Colegio de Lenguas Extranjeras”. Y precisa que esa diversidad se plasma y evidencia en cada departamento de la Unidad Académica: “cada uno tiene su cultura, cada carrera, un perfil profesional. Las carreras docentes, las licenciaturas orientadas a la investigación, el traductorado, el geógrafo profesional, el arqueólogo o el licenciado en turismo tienen trayectos formativos y dimensiones constitutivas comunes, pero a la vez perfiles de docentes y estudiantes, dinámicas, estructuras, prácticas y problemas singulares. Con todo, por su historia y su tradición, la Facultad ‘se autopercibe’ más disciplinar que docente”.

“Vastedad, complejidad y variedad son expresiones de una comunidad proactiva, inquieta, comprometida con la institución. Estos rasgos distintivos se han ido configurando en el decurso de una  historia arraigada en los orígenes de la Universidad Nacional de Cuyo. Una historia que, desde mi percepción, ha adquirido un ritmo acelerado en estos últimos años en función de circunstancias previstas e imprevistas: la transformación curricular y la pandemia”, concluye Zonana.

 

La FFyL y el escenario de la pospandemia

“Tanto en su diseño como en su implementación, el proceso de transformación curricular implicó un enorme esfuerzo de gestión y de trabajo conjunto con todos los claustros. Por su parte, la pandemia de COVID – 19 supuso la adaptación de toda la propuesta formativa hacia un modelo de educación remota en contexto de emergencia. Esa adaptación hubiese sido impensable sin la incorporación de la virtualidad de manera transversal y obligatoria en los nuevos planes de estudio y la capacitación asociada a ella. Con todas las fallas vinculadas a un escenario incierto, la Facultad respondió rápidamente para sostener el derecho a la educación superior. Ahora nos encontramos en un entorno de interacción presencial pero radicalmente distinto al del 2019. Todo este proceso ha sido profusamente indagado. Sin embargo, con el apoyo de estos posibles insumos, se necesita un análisis propio de los impactos de esta experiencia traumática sobre los cuerpos, los entramados sociales y políticos, los hábitos de estudio, los afectos, para replantear el trabajo pedagógico. Este análisis implica, además, repensar las prácticas de enseñanza y evaluación, y una visión estratégica y situada de los entornos presencial y virtual de aprendizaje”.       

“El siglo XXI nos interpela con nuevos retos. Distintos estudios sobre educación superior y su relación con la inserción en el espacio profesional dan cuenta de un escenario en transformación. Por una parte, la finalización de una carrera no es garantía de seguridad en la obtención de un empleo. La globalización del espacio profesional, de la mano del desarrollo de las nuevas tecnologías, la inestabilidad y la competitividad exigen una formación a lo largo de la vida. Aprendizaje de competencias profesionales específicas y de competencias transversales como la alfabetización digital, el tratamiento crítico de la información, el dominio de idiomas, la capacidad de trabajar en equipo, la empatía, entre otras”.

En lo que atañe específicamente a la formación docente, el entrevistado explica que “la experiencia de la pandemia enfrenta a los futuros egresados a una realidad sumamente compleja. Por lo general, los docentes comienzan su carrera en condiciones críticas: en instituciones de contexto socioeconómico vulnerable, en grados inferiores o con problemas más difíciles de aprendizaje, socialización y convivencia; en condiciones de inestabilidad laboral con cargos de carácter transitorio; sin demasiado conocimiento de la cultura institucional de las escuelas y, en ocasiones, sin demasiado apoyo de sus pares. A estas condiciones que estaban instaladas con anterioridad a la pandemia, hay que sumar, en este nuevo contexto, las dificultades que se desprenden de aquella en los procesos de enseñanza y aprendizaje”. 

Y agrega que, diariamente, se constata “una transformación del perfil de la comunidad de estudiantes. Una comunidad con expectativas, proyectos de vida y de realización profesional radicalmente distintos a los de mi generación. Nuevas demandas al sistema de educación superior, nuevos sujetos, en un contexto social, político y económico marcado por la incertidumbre y la fragmentación”.   

 

Ejes de acción y desafíos

En función de este panorama varias son las tareas que, entiende, se imponen desde la gestión institucional y aclara que “me ceñiré solo a algunos puntos que presentan un sesgo pedagógico por las siguientes razones: Primeramente, por mi implicación con el proceso de innovación curricular. Pero, además, por el hecho de que los otros ejes de acción ya han sido esbozados por los respectivos responsables del equipo de gestión en las entrevistas precedentes”.

Integrar y articular la complejidad orientándola a la mejora de la formación continua es un propósito clave. Implica, en primer lugar, definir y socializar objetivos estratégicos; en segundo, enlazar las iniciativas individuales y grupales en ese plan de desarrollo orgánico que respete tradiciones pero que, a la vez, responda a necesidades formativas y académicas situadas. Los actuales planes de estudio, por ejemplo, ponen de relieve la dimensión pedagógica de la extensión y la investigación, y por ello estas dimensiones poseen reconocimiento académico. El desafío, entonces, es pensar de manera holística e integrada las funciones sustantivas de la educación superior universitaria para alcanzar un mayor grado de articulación. Es decir, por ejemplo, que ejes transversales como las lenguas extranjeras o las prácticas socioeducativas no queden reducidas a una obligación curricular que debe sortearse para conseguir el título, sino que puedan proyectarse en toda la trayectoria mediante un trabajo espiralado en el resto del plan de estudios. De un modo análogo hay que pensar las actividades que puedan acreditarse en las horas de libre configuración”, explicita Zonana.      

“Asimismo, debemos evaluar críticamente los alcances del proceso de implementación curricular. Es una tarea que hemos empezado a realizar en función de los datos del Observatorio para la Implementación de los planes de estudio y del análisis estadístico de las inscripciones a las mesas de exámenes y sus resultados. Es necesario continuar con la capacitación de los docentes en lo que atañe a los ejes transversales de la reforma (currículum por competencia desde la perspectiva de cada disciplina, créditos, virtualidad, por ejemplo). Paralelamente, estamos realizando encuentros informativos con el claustro estudiantil sobre la estructura de los planes, la significación de los espacios optativos y de las horas de libre configuración; esta es la mejor manera de trazar las trayectorias académicas”.

 

Análisis de las prácticas de evaluación

El decano señala también que en este proceso “cobra una importancia clave la reflexión sobre las prácticas de evaluación, particularmente sobre la relación por semestre entre los espacios promocionales y los que se acreditan con examen final. Uno de los efectos de la pandemia es cierta resistencia al examen final oral. Hemos notado una baja notable en las inscripciones a los exámenes finales en los últimos turnos. También la preferencia a promocionar todos los espacios curriculares que asumen este modo de acreditación. Esto obliga a los/ las estudiantes a atrasar sus estudios, recursando los espacios que no alcanzaron a promocionarse en el ciclo lectivo correspondiente".

 

"El análisis y la implementación de políticas acordadas sobre las prácticas de evaluación y acreditación deben orientarse a acortar la brecha entre la duración teórica y la duración real de los estudios”.   

 

Asimismo, advierte que “el retorno a la presencialidad no puede pensarse como si los años anteriores no hubiesen existido. Hemos atravesado circunstancias sumamente dolorosas: han sido años de pérdidas de personal docente y no docente con una impronta muy fuerte en la institución; años de dificultades en el sostenimiento de las condiciones habituales de vida, que en algunos casos, persisten. Por ello la planificación debe considerar el escenario pre y pos pandemia, reconociendo las dificultades estructurales de la comunidad”.

 

La estrategia de los entornos virtuales  

Con relación a la experiencia de educación remota en contexto de emergencia, afirma que la misma implicó un esfuerzo de adaptación notable: “pudimos observar la puesta en acto de la creatividad y de estrategias didácticas orientadas a una mayor inclusión. Estas acciones pueden interpretarse como formas de reflexión sobre las prácticas presenciales que deberían capitalizarse como un nuevo horizonte desde el cual auto-comprendernos. Se pusieron en acción modalidades de trabajo colaborativo,  e incluso se implementaron proyectos de prácticas profesionales transdiciplinarias. Por otra parte, el proceso implicó la recuperación de poblaciones estudiantiles que presentaban trayectorias académicas interrumpidas”.  

“Desde la gestión, y en íntima relación con los procesos de innovación curricular, nos interesa recuperar las potencialidades de los entornos virtuales de aprendizaje, tanto en el grado como en el posgrado, en la investigación y la extensión, para enriquecer las actividades académicas. Pero también como una estrategia que potencia la internacionalización y la nacionalización de los estudios. Por último, pero no menos importante, como una herramienta para una mayor inclusión estudiantil”.

 

Los vínculos interinstitucionales

“Finalmente, nos interesa continuar con una política ya instalada en las gestiones que nos precedieron: el establecimiento y fortalecimiento de las relaciones interinstitucionales como modo de generar mayor trabajo en red. Algunos ejemplos ya instalados son el Programa para la Formación de Expertos en Gestión de la Internacionalización de la Educación Superior, las formaciones de grado y los cursos de idiomas en territorio, la Diplomatura de Emociones en Educación (en acuerdo con la Facultad de Educación) y la reciente presentación a la Convocatoria PICTO-Redes “Educación, trabajo y nuevas tecnologías”, de la Agencia y el FONCYT, conjuntamente con la Facultad de Educación y facultades de humanidades y educación de las Universidades Nacionales de Río Cuarto, Comahue, San Martín y Autónoma de Entre Ríos, por citar solo algunos ejemplos”, cierra el Dr. Gustavo Zonana.  

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