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María Concepción Alcalde: una institución de principios y valores

El texto es síntesis de anécdotas de compañeras/os de trabajo y de aportes surgidos de una reciente entrevista realizada a María Concepción Alcalde. La publicación es un humilde tributo a su trayectoria como Directora General Administrativa de la Unidad Académica.

07 de septiembre de 2022, 13:45. Por: FFyL.

imagen María Concepción Alcalde: una institución de principios y valores

María Concepción Alcalde (Mary) en su oficina de la Dirección General Administrativa

María Concepción Alcalde (Mary), quien finaliza sus funciones como Directora General Administrativa de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), es una verdadera institución en su "Casa", como ella acostumbraba llamar a esta Unidad Académica. Si nos apegamos a la definición tradicional de institución como “lo que está establecido, y que cumple con una función de interés público”… ¿Cómo negar entonces que es ella una de las personas que mejor encarna y simboliza esta condición a lo largo de los últimos años de vida institucional de la Facultad?

El jueves 1 de setiembre, se le tributó un homenaje inolvidable, el más emocionante que se recuerda en muchos años de vida institucional: autoridades, gran parte del Personal de Apoyo Académico que la acompañó durante su gestión, jóvenes que la conocían desde hace pocos años y otros/as que se acercaron movilizados por la curiosidad y el asombro, le dedicaron un cerrado y prolongado aplauso a medida que su figura mesurada se acercaba al pórtico que daba al Hall de ingreso a la FFyL. En su honda emoción, se fundió en un cálido abrazo con Rita Neri García, su fiel asistente, quien la acompañara durante 35 de los 45 años de su camino de trabajo en la FFyL.

 

Una anécdota

Si hay una anécdota que ilustra y sintetiza aquellas experiencias que forjaron el mérito de su carácter, es la que siempre compartió con sus compañeras/os: “En una oportunidad, en que estaba trabajando, una de mis jefas me entrega una nota para escribirla mecanográficamente. Preparé el borrador, lo dejé al lado de la máquina, y tomé mi tacita para hacerme un té. Me dijo entonces mi jefa: “¿A dónde vas?” “A prepararme un té”, le dije. “No -me contestó- primero hacé la nota, y después tomás el té”. En ese momento tan duro, tan áspero, a pesar de ser muy jovencita, realmente no lloré, ni me produjo ninguna crisis o complejo el episodio. Entendí que sí: primero tenía que hacer la nota y después, tranquila, tomar el té. Comprendí que se trataba de enseñar y de aprender”.

 

Recuerdos y nombres entrañables

Mary Alcalde recuerda que ingresó a la Facultad “siendo muy joven. Tuve la suerte de tener grandes maestras: Integré el Departamento de Lenguas Extranjeras, donde confluían todos los idiomas, y tuve como Directora a la Sra. Juana Castellino de Estupiñán. En el Instituto de Investigación recuerdo que estaba la Sra. Lidia Tubino de Toso; tampoco quiero olvidar a la Profesora Elena Notti, nombres que quizá la gente ya no recuerda, pero son los de aquellas personas que me formaron, que me enseñaron disciplina, contenidos, y me sostuvieron para desenvolverme en esta Casa.

 

Gracias totales

“Agradezco a todos los decanos con los que he trabajado. Cada uno, con sus consejos, sus explicaciones, contribuyeron a mi formación: no quiero dejar de mencionar a los profesores Luis Campoy, Ignacio Granero, Martha Páramo de Isleño, Eli Ana Bianchi de Zizzias, Miguel Verstraete,  Adolfo Cueto, Adriana García. También en la faz administrativa quiero destacar al Sr. Mario Lugones y a la Sra. Marta Ruiz Guiñazú de Coni (Gige), quien fuera nuestra Directora de Despacho. Una mujer sabia y amable que supo brindarme la  confianza para avanzar y crecer laboralmente en la Facultad”.

En su despedida, Mary también deja su profundo agradecimiento a “mis compañeros de trabajo, pues si bien con la gestión administrativa había mucha actividad, también teníamos que organizar muchos actos, colaciones de grado, e iniciaciones académicas. Siempre conté con la colaboración de todos. Eso es algo invalorable, que agradeceré eternamente”.

Para finalizar, la ya exDirectora General Administrativa destaca su gratitud “a la institución toda, por permitirme haber pasado por acá, por haber sido mi casa durante 45 años. Amo a la FFyL. Y solo me queda perdirles, a los jóvenes que siguen en ella, que la cuiden y la honren”.

 

Tributo recíproco y perpetuo

Nadie olvidará a esa tremenda Directora, a quien se la solía ver apaciblemente sentada en el sillón de su despacho, ocupándose de ordenanzas, resoluciones, papeles, pero a quien también ocupaba el desvelo por el bienestar emocional de los/as empleados/as que acudían a ella en búsqueda de soluciones y consejos. Para quienes iban a contarle sus logros y dichas, su oficina mutaba en generoso recinto celebratorio.

Ya son leyenda el llanto en los ojos, la emoción contenida, la camaradería inolvidable, las sonrisas de las anécdotas entrañables. Queda el legado de su ánimo prudente, de su mirada contenedora, de su paciencia infinita, de su gesto amable y sabio, de su expresión aleccionadora, de su entusiasmo para enseñar el camino del servicio, de las convicciones, de la excelencia.

Hoy, la FFyL, ese “Hogar” formidable, tributa su homenaje a Mary Alcalde por el regalo de su vida, en la certeza de la continuidad de sendas historias de realizaciones y herencias.

 

imagen Mary Alcalde con compañeras de trabajo

Mary Alcalde con compañeras de trabajo

imagen Mary Alcalde con compañeras de trabajo

Mary Alcalde con compañeras de trabajo

imagen Mary Alcalde con compañeras de trabajo

Mary Alcalde con compañeras de trabajo

imagen Mary Alcalde con compañeras de trabajo

Mary Alcalde con compañeras de trabajo

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