Apertura y celebración
Las palabras de apertura del Homenaje estuvieron a cargo del decano de la FFyL, Dr. Gustavo Zonana, quien, luego de señalar el carácter de celebración del acto mediante una cita de los Sonetos a Orfeo de Rilke, subrayó la impronta del Prof. Verstraete en la Facultad, traducido, por ejemplo, en formas de habitar, en la disposición del espacio, en el modo de realizar el Acto de Colación de Grados.
Ansia Sapiente
Luego, hizo uso de la palabra el Dr. Carlos Ignacio Massini Correas, en memoria “de un gran académico y noble amigo, para quien éramos, esencialmente, ‘ansia sapiente’”.
En su disertación, el catedrático citó el texto ‘Descubrimiento del alma: reflexiones sobre el itinerario del espíritu en busca de su plenitud’, de autoría del Dr. Miguel Verstraete: “Miguel cita a Aristóteles, cuando afirma que la sabiduría es el saber en vista de la ciencia, es decir del principio y la necesidad, y no por alguna utilidad. La ciencia no es un saber estático, sino dinámico, que busca llegar a ser lo que constitutivamente ya es, pero que todavía no ha llegado a ser en plenitud. Por esto, la sabiduría y su expresión en la Filosofía reviste carácter dinámico energético, en constante búsqueda de su fin propio. Busca, entonces, en palabras del autor, llegar a ser para ser de veras. Ese es el fin. Todo hombre está llamado, desde su exigencia interna hacia el fin propio. Todo hombre es ansia por su fin, su realización. Entonces, el fin no es algo que se encuentre más allá, al final de un proceso de desarrollo, como una especie de objetivo a alcanzar, el fin se halla desde el inicio, como principio del movimiento. Es la razón de ser del movimiento. Significa plenitud, cabalidad, realización. El fin constituye la razón de ser de un proceso. Sin él este pierde el rumbo. Ese fin es principio. Podemos inferir que el fin es lo constitutivo de la cosa misma. No es algo fuera que esta deba alcanzar. El fin dice la cosa misma en cuanto perfecta, enuncia la cosa en su excelencia”, explicó Massini.
El investigador también se refirió al conjunto de ideas especulativas de Verstraete acerca de la experiencia espiritual, que además de trascender la experiencia empírica, es universal y definida, y en cuya culminación ‘el alma se ha conquistado en ser lo que debía ser, y a lo cual estaba llamada’. El único fin del alma es ella misma. Su forma depende de ella, es su obra y su conquista. Fuera de esto, solo hay alienación. Aparece un extrañamiento radical que en nuestros tiempos se manifiesta en la propaganda, la ideologización. El proselitismo, la masificación, la manipulación por los medios de comunicación, que son factores externos que, desde lo otro, ahogan la interioridad y forjan una imagen caprichosa y dúctil al manejo instrumental a la manipulación del albedrío. Ahogada su natural ansia de saber, el hombre deviene una pasión inútil, al decir de Sartre, en un mundo de asfixiante tristeza, según Gabriel Marcel, un mundo sin reflexión ni experiencia espiritual”
Y agregó que “para este amigo lo propio de la filosofía es buscar lo absoluto, consolidar la unidad especulativa, lograr la armonía dinámica en su concreción de fin o realización espiritual. Ese es el legado de la filosofía clásica, la búsqueda de la perfección humana, a partir de su modo de ser, de su carácter intrínseca y eminentemente espiritual, personal, de su búsqueda interior y esforzada del fin, que es a la vez el principio del ser y la auténtica realización del hombre”.
“En la modernidad, se produce una mutación radical del horizonte humano, según la cual el espíritu, pensado como meramente individual, se planta frente a la realidad como algo extraño, y se enfrenta a ella, para determinarla desde la afirmación categórica y dogmática del individuo mismo. De este modo, la realidad extramental se transforma en un mero objeto, en el resultado de la construcción omnipotente del sujeto, y de este modo este se establece como fundamento absoluto e inconmovible de la verdad. Así, el espíritu y la realidad se separan bajo el dominio omnipotente del sujeto. En esta separación, ya no hay fin. En su reemplazo se construyen objetivos, ya no hay ciencia que exprese la cosa misma, solo interesan sus consecuencias operativas”.
“Verstraete sostiene, en este punto –agregó- que este progreso dentro de la cultura de nuestro tiempo, en su ilimitado avance novedoso torna irreal la realidad, porque la despoja de su fin. La torna irreal hasta el extremo. Es necesario retornar, siguiendo los pasos de nuestro filósofo amigo, al camino del espíritu en busca de su fin, y su fin infinito, más allá de lo cual nada puede ser pensado ni definido”.
“Para Verstraete, la perfección se alcanza en la coincidencia de principio y fin. El alma que se descubrió principio de sí y de su experiencia, descubre en Dios el fin que legitima y motiva aquel principio. Esta visión radicalmente espiritual del alma y de Dios y de la función de la filosofía en este reencuentro, fue pensada y repensada por Miguel a lo largo de toda su vida intelectual, desde una perspectiva claramente espiritualista, introspectiva e intimista. Es posible rastrear hasta sus lecturas de Aristóteles, Agustín de Hipona, Hegel y Gabriel Marcel así como de las Escrituras. Pero más allá de estas raíces, es necesario reconocer que los desarrollos de este autor son estrictamente originales, pensados por una mente vocacionalmente metafísica, configurada en gran parte por su permanente e inclaudicable fe cristiana”, explicó
“Miguel manifestó un alma transida por una filosofía espiritualista, desinteresada y perfeccionista, a la que dio una impronta vital, sutil e inteligente, que ha quedado en el recuerdo de todos los que tuvimos la enorme suerte de tener con él una amistad benevolente, recíproca y conocida, tal como lo explica el estagirita en el Libro VIII de su ética nicomaquea”.
Finalmente, Massini Correas hizo una referencia a ciertas notas distintivas de la personalidad filosófica de Miguel Verstraete: “En primer lugar, uno de los datos que, en mayor medida ayudó a la profundidad, particularidad y carácter primordial de su pensamiento, es de carácter tecnológico. Él no tenía computadora, ni teléfono celular, ni sabía cómo se manejaban. Esto le evitó la posibilidad de cortar y pegar, que tanto arruina los escritos de muchos pensadores contemporáneos”.
“En segundo lugar, conviene destacar el compromiso demostrado por Miguel con las carreras universitarias de sus discípulos y amigos, en cuanto reconocía cierto talento y rectitud de carácter en algunos de ellos, se encargaba de conseguirles becas, trabajos docentes, puestos de investigador. En otras palabras, de promover e impulsar su carrera y situación laboral. Y todo ello, sin el mínimo autointerés. Sin pensar jamás en alguna retribución de favores”.
En tercer lugar, el catedrático recalcó “la integridad, coherencia y solidez de su vida religiosa, que se mantuvo incólume hasta el momento de su partida".
"Miguel no era de los que entremezclaban citas bíblicas en los textos filosóficos ya que siempre creyó en la estricta racionalidad de la filosofía y en las diferencias de su abordaje con el propio de la teología. Esta consistencia cristiana de su vida en un tiempo, en general, laicista y anticristiano, le atrajo varias críticas. Ninguna con fundamento razonable. Pero que él enfrentó siempre con coraje y serenidad. Estoy convencido de que esas críticas no hacen sino ensalzar su figura, ya que aquellos que no reciben ninguna crítica es generalmente porque nunca han hecho ni han servido para nada”.
“Por todo ello, y mucho más y bueno que podría decirse, Miguel Verstraete ha sido uno de los más destacados filósofos argentinos, un universitario integral y comprometido y un amigo entrañable al que echaremos de menos hasta el último días de nuestras vidas”, cerró Massini Correas.
El otro Miguel
El Prof. Aníbal Mario Romano, por su parte, aludió a una frase sobre la amistad para comenzar a abordar su relación con Miguel Verstraete: ‘La amistad es como un libro: hay amigos solo para una página, otros para un capítulo entero, y luego están los verdaderos que estarán presentes para toda la historia’. De más está decir que mi relación y amistad con Miguel está en esta tercera dimensión”.
En su remembranza, Romano se remitió a lo vivido con Verstraete a partir de 1986, año en que se inició el proceso de normalización de la Universidad y por ende de la Facultad: “En realidad, yo conocí a Miguel antes, en los ’80. Fue un encuentro casual en el viejo bufet de la facultad. Esas reuniones eran los lunes, después de las siete de la tarde, habíamos cumplido nuestro horario de atención de alumnos y casualmente comenzamos a juntarnos y hablábamos. Cuando conversábamos de fútbol, Miguel no abría la boca, no entendía nada, yo le decía Miguel, no hablés, déjame a mí, cuando te pidan alguna opinión sobre algo, vos decí BOCA y se acabó. Con el correr de los años, logré que se hiciera hincha de Boca. Y en el año 1.998, año en que el equipo salió campeón, se apareció en casa a las seis de la tarde y le entregó a mi mujer un juego de sábanas matrimonial con los colores de Boca. Todavía las tengo guardadas”.
“Sin embargo –agregó- no era fútbol de lo que más se hablaba en las reuniones de los lunes. Se avecinaban los tiempos de los cambios. De alguna u otra manera cada uno tenía una opinión formada. De hecho, se fue conformando un grupo en el cual estábamos los dos. Ahí comencé a conocerlo más a Miguel. Él tenía principios y valores que eran parecidos a los míos. Dice Ortega: ‘Todos somos contemporáneos, pero solo coincidimos con los coetáneos’. Y a pesar de no tener la misma edad (Miguel era seis años mayor que yo) nos unían esos principios y valores de las charlas de café. Y Comenzamos a urdir una especie de plan para las elecciones que se avecinaban. Se realizaron los concursos para efectivizar los cargos y comenzamos a planificar y organizar lo que podría llegar a ser la conducción de la Facultad, con la idea de producir cambios tendientes a transformar la institución, con un nivel académico acorde a sus objetivos y para lo que había sido creada”.
Después de narrar los entretelones de decisiones sobre la elección que colocó a Verstraete frente al decanato de la FFyL en 1986, Romano destacó que “allí nació el otro Miguel. Yo no lo conocía tan profundamente. La dinámica que él le impuso a la facultad, era impensada. Su pragmatismo e inteligencia me asombraban. Se inició una etapa de gobierno que abarcó 16 años, con dos reformas des estatuto. Primero, desde 1986, las elecciones eran cada dos años, luego cada tres y en el 2002, Miguel terminó su mandato”.
La “escuelita”
Luego de destacar que esos muchos cambios se concretaron dentro de las normas vigentes, y nunca por la imposición, la fuerza, o por presión, Romano indicó que “Hay un hito en el que me quisiera detener unos minutos, por la importancia de la coyuntura que se vivía en la comunidad universitaria: en marzo de 2000, Miguel inauguraba junto al Gobernador de la Provincia, el Ministro de Obras Públicas y el Rector de la Universidad, el Departamento de Aplicación Docente (DAD). Con esta institución cambió por completo el panorama educativo del nivel medio de la universidad. El ejemplo que acabo de citar puso de manifiesto aquellas cualidades que me asombraban de Miguel: su inteligencia, su visión de futuro, que posibilitaron la creación de lo que él, cariñosamente, denominó “la escuelita”. Hoy, luego de 22 años y con la implementación de la nueva Ley de Educación del año 2012, su querida “escuelita” pasó a ser el sexto colegio preuniversitario, con su propia impronta y reconocimiento de su nivel académico por parte de toda la comunidad mendocina”, expresó Romano.
“El repentino fallecimiento de Miguel nos sorprendió a todos. En mi caso particular, produjo una sensación de asombro, pena y tristeza. Unos cinco meses antes, había perdido a mi esposa, la madre de mis hijos. Ahí me di cuenta de algo que él me había dicho en oportunidad de su propia viudez: ‘Mario, a mí lo que me aterra no es la soledad, lo que me pone mal es la ausencia definitiva’”.
Para terminar el Prof. Romano citó los versos de una canción de Alberto Cortez, para expresar su cariño y eterno agradecimiento a Miguel Verstraete, por su amistad incondicional y desinteresada:
“Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro amigo” (A, Cortez).
El tributo de Philosophia
Luego, hizo uso de la palabra la Directora de la revista Philosophia, Dra. Ivana Antón Mlinar. La docente se refirió al tributo que el órgano de divulgación del Instituto de Filosofía rindió al homenajeado, con la publicación de un apartado in memoriam de Miguel Verstraete, en su Volúmen 82 del primer semestre de 2022. Este incluye el agradecido y afectuoso reconocimiento de profesionales a través de diferentes artículos. Participaron en ellos Elena Calderón de Cuervo, Hugo Costarelli Brandi, Ricardo Crespo, Alicia Frassón, Jorge Martínez Barrera, Carlos Ignacio Massini Correas, Ceferino Muñoz y Rubén Peretó Rivas. Las publicaciones, sin embargo, no agotaron las contribuciones anheladas. Por distintas razones de salud o circunstanciales, no pudieron incluirse, entre otras, las de Santiago Gelonch, Mirtha Rodríguez, Graciela Ciccarelli y Héctor Jorge Padrón. “De esta manera, Philosophia reconoce la trayectoria y aporte del Dr.Miguel Verstraete”, afirmó Antón Mlinar.
IDEAS y ADEISE
A posteriori, la Dra. Cristina Lucero agradeció el espacio para unirse al merecido homenaje al Dr. Verstraete. Luego destacó su incansable labor como un intelectual indiscutido, de calidad humana exquisita, con sentido práctico y operativo.
“En la década de los ’90, cuando surgieron en la UNCUYO las cooperadoras y fundaciones, el Dr. Miguel Verstraete creó la de la Facultad, con el nombre de Instituto de Estudios, Asesoramiento y Servicios (IDEAS), para ayudar a la Unidad Académica y a los profesores, permitiendo, de ese modo, la realización de distintas actividades científicas que, de otro modo, no hubiesen sido posibles. Entre los objetivos de IDEAS, se destacan el promover la formación, la especialización y el perfeccionamiento de recursos humanos en las diversas disciplinas, sistematizar y difundir los conocimientos científicos y tecnológicos, celebrar convenios con instituciones análogas oficiales y o privadas del país y del extranjero, para dictar cursos, conferencias, organizar reuniones científicas o cursos de idiomas. Su propósito fue también difundir la labor académica, científica y de extensión a toda la comunidad universitaria y de Mendoza, contribuyendo, así, al prestigio de esta Casa de Estudio”.
Para terminar, la Dra. Lucero recordó el respaldo del Prof. Verstraete “en uno de los momentos más difíciles de mi vida para concretar mi labor académica. En mayo del año 2000, con una lucidez meridiana, nos convocó a quienes nos dedicábamos a los estudios europeos, para proponernos conformar la Asociación Interdisciplinaria de Estudios sobre Europa (ADEISE). A aquella jornada asistieron docentes de la Universidad Nacional de San Juan y colegas de la UNCUYO, y allí presentamos el Número 0 de la revista ‘Europa’, que representa a esta Asociación".
“El recuerdo del Dr. Verstraete permanece imborrable en nuestros corazones y en nuestra memoria, a un año de su partida. Hoy es tiempo de gozo y reconocimiento, de agradecer su entrega y compromiso. Por eso, este merecido homenaje de toda la comunidad educativa de la FFyL”, cerró la Dra. Lucero.
Arte y legado
One Duet, dúo vocal integrado por Marcela Fuenzalida y Víctor Armendáriz, matizó artísticamente la velada con excelentes interpretaciones, y luego la Familia Verstraete hizo entrega de una xilografía de Victor Delhez al Departamento de Filosofía (Dr. Oscar Santilli) y de un conjunto de libros al Instituto de Filosofía de la Facultad (Mirtha Rodríguez), de la mano de la Prof. María Andrea Verstraete y de la Lic. María Inés Verstraete respectivamente.
La oficina 414
Como corolario del Homenaje, se descubrió una placa en la puerta de la oficina que solía ocupar el Dr. Verstraete, la 414, en el Cuarto Piso, al que se trasladó el público presente. Previamente, la Dra. Mirtha Rodríguez hizo referencia a “ausencias que se extrañan cuando los acontecimientos nos perturban y nos agobian. El Dr. Verstraete nos enseñó que el tiempo es la clave para esclarecer el significado de la muerte. La muerte es, humanamente, el cierre de mi tiempo absoluto”.
Asimismo, indicó que “aprender a vivir es aprender a morir y viceversa. Aprender a morir es filosofar. El Prof. Verstraete eligió brindarse en el camino de la experiencia espiritual y mostrar en ella, y desde ella, aquello que perdura. La máxima délfica escrita en el frontispicio del templo de Apolo encierra la sabiduría de la vida y de la muerte. La magia de la vida reposa en el misterio insondable que se revela en la alegría y en el dolor. La certidumbre de la muerte alimenta el preguntar del filósofo. En palabras de Heidegger, la vía introductoria ha de conducirnos dentro del ámbito de la filosofía. Pero, para no errar la dirección del camino, tenemos que conocer, de antemano, la meta".
"Enseñaba Miguel que ese telos, esa meta, estaba en el inicio como principio, como arjé, como vida. El conocerse a sí mismo es la experiencia del alma”.
"Para esperanza de quienes escuchan, resuena la metáfora de vida y belleza que surgieron de las palabras del docente, del guía: la muerte es metamorfosis, el proceso de la crisálida, que suele estar encerrada en un capullo, inmóvil, para que, en el tiempo justo, kairológico, se transforme a través de y más allá de sí, en la más bella imagen de la libertad”, cerró la Dra. Rodríguez.