Ya podés acceder a la 3ra. Entrega de la lectura de la novela de la escritora coreana Han Kang.
El espacio virtual #siempreliteratura de la Ronda Lectora “Literatura en Voz Alta” de la Librería Liliana Bodoc de la FFyL nos acerca la lectura de “La vegetariana”, de Han Kang, en la voz y la presencia virtual de Ariana Gómez.
En la lectura anterior, Ariana Gómez no había explicado la asociación simbólica y dramática de la novela coreana con “La metamorfosis” de F. Kafka, “Bartleby, el escribiente” de Herman Melville y “La pasión según G.H.” de Clarice Lispector: los cambios físicos expresan mutaciones interiores profundas, rebeliones y renacimientos, como réplicas inducidas por la presión sociocultural. Yeonghye, la protagonista de la historia, comenzaba a manifestar cambios que respondían a su urgente necesidad de escapar de la sangrienta animalidad que la rodeaba.
En esta 3era. Entrega de la lectura somos testigos de que, indudablemente, el proceso de transformación, que implica desligarse de la violencia humana, no supone para ella curación ni felicidad. Se precipitan hechos violentos que surgen de la confrontación de la protagonista con su familia. Allí se develan el fuerte sistema patriarcal, los mecanismos de manipulación que se ciernen sobre Yeonghye y, fundamentalmente, la descomunal violencia psíquica y física a las que se la somete para ejercer el control sobre su vida.
Una mujer que decide acatar sus sueños en un entorno de tal presión social, debe prepararse para el silencio: la protagonista no tiene voz, no es una narradora oficial en la novela; solo en la atmósfera cómplice de la irrupción onírica o del desborde del recuerdo reprimido que comparte con sus lectores/as, ella puede confiar sus íntimos deseos, repulsiones y necesidades. En este viaje hacia la deshabitación de su cuerpo, Yeonghye plantea, en ese “diálogo” cómplice del metasueño, el afuera y adentro, lo público y lo privado, como dominios en constante y punzante tensión.
Su repulsión al pasar por la carnicería, la frialdad de su hogar, la “puesta en valor” de sus pechos, parte de su cuerpo reprimida y exenta de violencia, proponen símbolos transculturales: los senos que alimentan la nueva vida “no pueden matar”.
La pregunta retórica y profunda de la protagonista “¿Qué es lo que cortaré que me estoy poniendo tan afilada?” No solo anticipa y es metáfora de su autodestrucción, sino también de la brutal violencia cortopunzante que atraviesa su mente y su cuerpo (la joven llega a dañarse con un cuchillo, intentando defenderse del feroz ataque de su padre).
La dominación patriarcal sobre los cuerpos cobra vida en el relato del marido de Yeonghye, quien experimenta una reprimida inclinación hacia su cuñada, cuyo cuerpo, de agradables proporciones, se contrapone al talante descarnado, la cara renegrida, y el semblante enfermo de su esposa. La postulación machista se alía, sutilmente, con la de la pirámide alimentaria legitimada en la práctica social, que expresa el pleno ejercicio de la biopolítica, ese conjunto de estrategias orientadas a dirigir las relaciones de poder para hacer de la vida “algo administrable”.
El recuerdo de la infancia de Yeonghye, que irrumpe en el relato de esta lectura, es una alegoría de la brutalidad paternal; pero la imagen plástica, dinámica, casi cinematográfica de esa violencia, moviliza y trasciende los límites de la experiencia familiar, transformándose, simbólicamente, en un manifiesto universal contra la violencia.
La concuñada de la protagonista, en ese contexto, parece ser la única voz disidente capaz de expresar reparos y cuestionamientos incómodos sobre violencias preexistentes en el ámbito familiar. Pero solo obtiene, como repuesta, el silencio generalizado y cómplice.
Ante el intento de manipulación y las amenazas de su madre, una adulta “defraudada” por la decisión de su hija, Yeonghye también responde con el silencio, esta vez el que expresa su náusea existencial. “Si no comes carne, todo el mundo te devorará”, le advierte su madre, víctima y victimaria del vetusto pero efectivo artefacto patriarcal.
Una mujer necesita renunciar a su cuerpo para escapar de las debilidades que pervierten a la especie humana toda. Una mujer tiene su pecho reprimido y oprimido y no puede gritar, ni huir ni, peor aún, respirar. Nadie en este mundo puede aliviar el plexo solar de la vegetariana.
No te pierdas este tercer envío de la lectura de “La vegetariana”, una novela devastadora, donde se abordan magistralmente temas como la violencia, la depresión, la violación, las enfermedades mentales, la muerte, la injerencia médica y, sobre todo, la soledad, esa profunda soledad que puede atraparnos en su infranqueable telaraña.
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Fuentes:
Gómez, Ariana: Lectura 2 de “La vegetariana”, de Han Kang.
Casado, Chiruca: https://blogs.upm.es/nosolotecnica/2018/08/02/la-vegetariana-hang-kan/