Carlos Maillet Aránguiz es Arquitecto y Magister en Historia y Gestión del Patrimonio Cultural. Es Director del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural de Chile e invitado especial al Congreso Internacional de Investigaciones en Turismo e identidad. Disertó en la Conferencia de Cierre del evento, titulada “Restitución y descolonización de bienes culturales en los museos: la relación con los pueblos originarios y las comunidades”.
El camino descentralizador en Chile
“Soy experto en Restauración de monumentos históricos y en gestión del patrimonio, desde el área de las inversiones públicas y proyectos patrimoniales. El Servicio Nacional del Patrimonio de Chile es un organismo estatal, autónomo y descentralizado, que está bajo la competencia del Ministerio de Cultura, las Artes y el Patrimonio. Su principal misión es la difusión, la puesta en valor y la generación de contactos con la ciudadanía diversa desde todos los ámbitos del patrimonio: las 450 bibliotecas públicas, los 24 museos regionales, y las instituciones nacionales (Biblioteca Nacional, Palacio de Bellas Artes, Museo Histórico y el Museo Nacional de Historia Natural, el Consejo de Monumentos Nacionales, el Departamento de Pueblos Originarios, Patrimonio Cultural y Material y la Cineteca Nacional)”, explica el Arq. Maillet. “Todos estos organismos se encuentran en un camino de descentralización de oficinas, políticas y programas, merced a inversiones ad hoc”.
En Chile es conocida la concentración de la administración patrimonial. “Esto va de la mano de gestos, símbolos e hitos de políticas públicas relacionadas con esta iniciativa. Y en este Congreso quiero poner énfasis en la relación con las comunidades”, remarca Maillet.
“Hoy el patrimonio no se puede dimensionar desde la perspectiva historicista, pintoresca, o monumental con una mirada histórica anticuada, sino desde la mirada de las comunidades, de las personas, del futuro, de las nuevas tecnologías, de las economías creativas. Quiero comentar –enfatiza- un ejemplo que, más que restitución de bienes culturales de pueblos originarios, fue la descentralización de los depósitos de estos tesoros, pertenecientes a comunidades: el ejemplo es el de la Comunidad Yagán de Puerto Williams, de la Isla Navarino de Tierra del Fuego, en el Cabo de Hornos. Esa comunidad del sur del mundo demandó tener acceso a una colección de objetos que se resguardaba en el Museo de Historia Natural de Santiago, donde concurre la elite intelectual e investigativa, y con más de 1 millón de visitantes al año”.
La aventura de Gusinde
El Museo de Historia Natural de Santiago es muy reconocido, gratuito y público. Exhibíó una colección que había recabado el investigador Martín Gusinde, un etnólogo posterior a Charles Darwin, y con una visión muy distinta a su antecesor: puso en valor a las comunidades originarias fueguinas (los Selknam, los kawésqar y los yaganes), a las que trató de otra manera, no como involucionadas o incivilizadas: “En 1919, Martín Gusinde restituyó ciertos bienes a la historia de estas comunidades -señala Maillet-. Los yaganes celebraban una ceremonia que se llamaba kina, que significaba el inicio de la adolescencia de los varones, y en la que utilizaban unas máscaras de cuero de lobo y se pintaban con pigmento, como muestran algunas iconografías. Estos pueblos dejaron esa costumbre, luego tuvieron perros, y comenzó una suerte de muerte masiva de pobladores por enfermedades ocasionadas por el contacto con la civilización occidental (Por ej. los habitantes se untaban con grasa de ballena, que les proveía un anticuerpo, para resistir el frío, y cuando conocieron la ropa, adquirieron enfermedades debido a la humedad de las vestimentas). Gusinde recolectó estos objetos junto a los pueblos y participó incluso de una kina. Él era funcionario del Museo de Historia y los objetos fueron guardados allí, entre ellos una canoa, la única que pervivió en el tiempo”.
Integración e identidad
“Hemos iniciado entonces un proceso de racionalización, de contacto con esos pueblos, para reintegrarles incluso registros fotográficos, que son álbumes familiares de sus ancestros, aunque algunos de esos descendientes hayan nacido en otras regiones. Hoy estamos frente a este proceso de restitución identitaria, que no solamente aborda a pueblos originarios, sino a todas las personas o comunidades”, explica el funcionario. “Resultó un símbolo elocuente, llevar una colección de 100 años a una comunidad empobrecida. Llevamos una máscara, cestería y una de las fotografías en la que aparecía el bisabuelo de la comunidad, elaborando la máscara siendo un niño. Esto generó y genera pertenencia a la cultura, por lo que el museo pasó a ser un puente comunicacional con esas comunidades, con los territorios. La política de Estado pasa, de esta forma, a ser más efectiva, más allá de convenios jurídicos o administrativos, ya que se trata de un convenio cultural. El patrimonio juega un rol clave en el desarrollo y evolución de nuestra existencia”.
Los museos y después
Todos estos emprendimientos van de la mano con iniciativas como la de los museos on line, porque la virtualidad permite un acercamiento a grandes centros culturales de occidente, sin la necesidad de visitarlos físicamente: “Vivimos en una sociedad muy globalizada, ya no existe el enciclopedismo, tenemos la información al instante y los centros de resguardo patrimonial se tienen que reinventar y mirar el futuro de acuerdo a esa dinámica. Esto implica no solo tecnologizarse, sino contactarse con la creatividad de las generaciones futuras”, concluyó el Arq. Maillet Aránguiz.