José Antonio Morán y Juan Domingo Amalla se desempeñan en el área de Mantenimiento, Producción y Servicios Generales de la Facultad de Filosofía y Letras, desde hace más de tres décadas. Es por ello que fueron premiados con la medalla de los 30 años de trabajo que otorga la Universidad Nacional de Cuyo.
Ambos trabajadores tienen la misión de mantener la facultad en perfectas condiciones.
José Morán recuerda tímido sus comienzos “me presenté y a la semana me convocaron. Eran tiempos del decano (Miguel) Verstraete. Justo alguien se jubilaba y yo necesitaba trabajo, así que tomé su lugar “.
Morán también señala que a pesar de haber hecho trabajo en la imprenta de la Facultad, siempre estuvo en el área de servicios. Y cuando se le pregunta por las fortalezas de su trabajo resalta a “los compañeros, el trabajo mismo. Me siento bien, hablo con todos, no tengo problemas con nadie” sentencia el trabajador, con aire bonachón.
Juan Domingo Amalla es más verborrágico que su colega. Cuenta que su trabajo lo logró en base a su honestidad. “Conseguí este empleo por intermedio de mi suegro de mi primer matrimonio. En ese entonces yo trabajaba en una casa de neumáticos. Era una época de mucho esfuerzo, me movilizaba en bicicleta. “Chiqui, (tal cual es su apodo familiar) si vos perdés ese trabajo, voy a gastar la suela del zapato en algunas patadas (risas), porque ese trabajo ya no se consigue. Es algo serio” le dijo su jefe Néstor, dueño de la gomería.
Amalla también cuenta que el padre de su novia, para posicionarlo ante los ojos de las autoridades de ese entonces, había dicho que el trabajador tenía la secundaria terminada. Cuestión que tuvo que desmentir apenas fue entrevistado. Esa acción fue bien vista por el Contador Ruiz, quién decidió emplearlo “por la honestidad de decirle la verdad”.
Tanto Morán como Amalla se muestran accesibles ante el requerimiento de profesores, administrativos y alumnos. Saben por ejemplo, de la importancia de mantener los espacios para propiciar las clases y mostrarse atentos y confiables para la comunidad universitaria. Son conscientes que es parte de su trabajo, al que califican de feliz, aún después de celebrar las tres décadas de persistente esfuerzo.