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¡No te pierdas la 5ta. Parte de la lectura de “La vegetariana”!

imagen ¡No te pierdas la 5ta. Parte de la lectura de "La vegetariana"!

Ya está disponible a la 5ta. Entrega de la lectura de la novela de la escritora coreana Han Kang.

El espacio virtual #siempreliteratura de la Ronda Lectora “Literatura en Voz Alta” de la Librería Liliana Bodoc de la FFyL nos acerca la lectura de “La vegetariana”, de Han Kang, en la voz y la presencia virtual de Ariana Gómez.

En la lectura anterior, habíamos asistido al comienzo del relato de las acciones novelescas desde la perspectiva del cuñado de la joven, y pudimos conocer la atmósfera dramática de las relaciones familiares que se cernían sobre la protagonista. El relato de “La mancha mongólica” nos sumergió en una atmósfera plena de sensualidad, desplegando violencias sutiles y descripciones poéticas.

La voz de Ariana Gómez continúa conduciéndonos, en la 5ta. Entrega, por la 2da. Parte de esta novela, explicándonos la potencia que asume el cambio de perspectiva al narrar (en 3era. persona, desde el punto de vista del cuñado de Yeonghye). Se trata de un narrador-cámara que, cuando “especta”, deja de estar afuera y pasa a ser parte de lo observado, de las cosas, como reflejo instintivo de autodefensa ante una sociedad jerárquica e incomunicada.

El cuñado de Yeonghye es capaz de comprender el “arrinconamiento vital” de la protagonista, y recuerda que, al retirarse del nosocomio en que ella estaba internada, había experimentado arcadas y ahogamiento al comprender profundamente los sentimientos de la mujer, y también ante las imágenes superpuestas de una realidad detestable y absurda.

En su vívida imaginación la mancha mongólica de Yeonghye se entramaba con performances de cuerpos dibujados y danzantes, en la pintura policromática del erótico lienzo desplegado sobre el cuarto de alquiler de la joven.

La constitución de un territorio erótico fuera del espacio convencional, y la erección de un tiempo supradimensional se conjugan con la rebeldía de una Yeonghye desapasionada, vegetariana, armonizada en su mancha natal verdeazul con las verduras frescas, los pétalos y las frutas.

La visita del esposo de Inhye al nuevo hogar de su cuñada carece de inocencia, pero rebosa de pasión: la camisa manchada con la sangre de la protagonista, que aún conservaba, y estaba ahora transformada en “costra amarronada”, se proyecta como la preciosa ruina de una experiencia estética extrema: el símbolo plástico de su pulsión sexual.

El cuarto minimalista de una Yeonghye separada de su marido, solo provisto de enchufes, tomacorrientes, un colchón y un cobertor, contrasta con la abundancia perturbadora y multicolor de las frutas; naranjas, peras, fresas y manzanas que le ofrece su cuñado. En la urdimbre psicológica del mismo, el pubis, las nalgas, las piernas cautivantes y los pechos turgentes de la joven su configuran en un pleno impúdico de hombres y mujeres promovidos por el deseo. En su retina se acumulan sucesivas imágenes pornográficas, cual combustible preparado para explosionar.

Las estructuras vacías del espacio dejan lugar al conflicto esencial, al éxtasis sensual, al drama existencial, tal como lo postulaba el Teatro del Absurdo: seres arrojados a la nada, al vacío, a la náusea, se chocan entre rituales familiares carentes de sentido.

La joven no quiere comer carne, consumir (reminiscencias del orden capitalista), pero su cuñado sí tiene deseos carnales, y quiere devorarla hasta los límites de lo inimaginable, desplegando sutiles sensaciones permeables a las pulsiones vitales. Su campo onírico/imaginario es terreno de destrucción de tabúes y mandatos.

Este entramado psicológico del personaje es el que preanuncia un “campo erótico minado”, al decir de Ariana Gómez en su comentario al margen. El drama íntimo que le supone su deseo de “habitar” el cuerpo de la joven, se atisba en sus ojos brillosos, pero subyace, silente, en la más indescifrable de las profundidades: nada parece denunciar tal turbulenta pasión detrás de la tranquila superficie de su expresión serena, que podría esconder cosas terribles.

No te pierdas este cuarto envío de la lectura de “La vegetariana”, una novela policromática, en la que se despliega un gigantesco lienzo de mundos vegetales, sensoriales, sensuales. Un texto que nos habla del impacto del arte sobre el cuerpo, y a la inversa; pero que también nos llama a una profunda reflexión filosófica sobre el sentido mismo de la existencia.

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La Ronda Lectora es #siempreliteratura

Sobre la autora

Han Kang nació en Gwangju, el 27 de noviembre de 1970. Es una escritora surcoreana. Ganó el Premio Man Booker International de ficción en 2016 por “La vegetariana” (Chaesikjuuija). La novela es también uno de sus primeros libros traducidos al inglés. Su primera obra “El amor en Yeosu” se publicó en 1995 y llamó la atención porque estaba narrada de forma precisa y firme. En 1993 comenzó su carrera literaria con el poema «El invierno de Seúl». Su prosa llamó la atención de los críticos y de los lectores por su estilo poético y sensual, y también por el carácter inquisitivo de sus obras. Hasta ahora ha publicado cuatro recopilaciones de cuentos: “El amor en Yeosu”, “El fruto de mi mujer”, “Caja de lágrimas” y “El diseño amarillo de la eternidad”; y ocho novelas: “El venado negro”, “Tus frías manos”, “La vegetariana”, “Pelea de aliento”, “La hora de griego”, “Viene el muchacho”, “Bebé Buda” y “Actos humanos”. Varios de sus textos han sido traducidos al japonés, español, francés, vietnamita y otras lenguas. “Bebé Buda” y “La vegetariana” se han adaptado al cine.

Intertextualidades

Ariana Gómez explica la asociación simbólica y dramática de “La vegetariana” de Kang con “La metamorfosis” de F. Kafka, “Bartleby, el escribiente” de Herman Melville y “La pasión según G.H.” de Clarice Lispector. Las reelaboraciones de la cultura occidental del poema de Ovidio, “La metamorfosis”, describen cambios físicos que expresan mutaciones interiores profundas, rebeliones y renacimientos.

En relación con el tópico del disciplinamiento de los cuerpos femeninos, la crítica y docente destaca, por un lado, la novela “Tú eres para mí” de José Niemetz, que relata la historia de una mujer obesa, con un apetito sexual extraordinario y una vida signada por los abusos y el abandono. Por otro lado, recomienda la lectura de “Muerta de hambre”, de Fernanda García Lao, una novela digestiva que encuentra, en el terreno gastronómico, un símbolo fértil de temas tan heterogéneos como las luchas sociales, el erotismo, la locura y la muerte.

Asimismo, Ariana Gómez señala que, en ambas novelas de escritores mendocinos, sobrevuela la problemática de las corporaciones médicas, alimentarias, las hegemonías de los cuerpos perfectos, delgados, blancos, los mandatos filiales y conyugales, y la hiperobesidad como forma de liberación y expresión de agotamiento espiritual y físico.

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