En el 2024 la comunidad universitaria argentina ha sido sacudida por una experiencia no inédita pero sí traumática por el rigor de sus efectos. Quienes participamos en ella entendemos que, desde la gestión nacional, tanto las declaraciones sistemáticas como las decisiones relativas a su financiamiento ponen en juego sus posibilidades de desarrollo.
Una mirada simplificadora puede reducir el conflicto a una cuestión de plata para sostener los privilegios de un sector. En la ideación y la factibilidad de un plan de gobierno, el presupuesto es una definición prioritaria. Tiene una dimensión política porque establece el espacio de juego en el que las instituciones se mueven. La falta de actualización real y en paritaria de la pauta salarial, la actualización insuficiente de las partidas para los gastos de funcionamiento, investigación, extensión y becas afecta sensiblemente las posibilidades de cumplir con las funciones transversales de la educación superior universitaria. Pensar que el problema presupuestario es solo una cuestión sectorial o de privilegios es no dimensionar que la educación superior de gestión pública concentra el 81 % de los estudiantes de pregrado y grado.
Pero qué es lo que está en juego para que defendamos estos principios programáticos en el aula y fuera de ella. En primer lugar, un derecho fundamental. Al respecto, la Conferencia Regional de Educación Superior CRES+5 realizada en Brasilia en el mes de marzo de este año señala de manera contundente: “Refrendamos que la educación superior es un derecho humano universal y un bien público social que debe ser garantizado plenamente por los Estados conforme lo suscrito y aprobado en las Declaraciones de la Conferencia Mundial de la UNESCO de 1998, de las Conferencias Regionales de Cartagena, Colombia (2008) y de Córdoba, Argentina (2018). Asimismo, coincidimos que este principio debe ser la piedra angular que guíe la organización integral del sistema educativo”. En segundo, está en juego una manera de entender y de hacer la universidad y la educación superior en su conjunto, con su historia de más de 100 años: sus modos de entender el papel de los estudios en el desarrollo personal y social; su forma colegiada de trabajo institucional a través de definiciones construidas con la participación de todos sus integrantes; sus estrategias de generación de conocimiento en una permanente circulación y resignificación que hace a la docencia de grado y posgrado, a la investigación y a la extensión. Ciertamente esta historia, en función de los cambios muy significativos de la sociedad en el nivel mundial puede y debe actualizarse. Somos conscientes de nuestros problemas. Pero en la Universidad Nacional de Cuyo estamos trabajando con rigor para solucionarlos.