¿De qué hablamos cuando hablamos de bioarqueología?
La bioarqueologia es una disciplina que se inserta dentro de la antropología y la arqueología. Se encarga del estudio de restos óseos humanos para poder evaluar las condiciones de vida de esas personas en el pasado, de las poblaciones que vivieron en una determinada región. Podemos establecer, a través del estudio de los restos esqueletales, características de su forma de vida: quiénes eran, el género, la edad, la dieta.
¿Todo resto humano puede analizarse e identificarse?
Bueno, todo resto humano debe empezar a analizarse por la antropología forense. Cuando es un resto óseo, diente o cadáver que está perjudicado en su integridad, porque está en avanzado estado de descomposición, quemado o ha sufrido algún proceso de alteración, debe ser analizado desde la antropología forense en su inicio. Luego, de acuerdo a la complejidad que tenga su estado de conservación, puede ser derivado a otras especialidades, como la genética, la anatomía patológica, la histopatología y otras más especializadas en ver determinados tipos de tejidos o composiciones químicas. La antropología lo que hace es dar un panorama general: qué hueso es, por qué está en ese estado; podemos hacer una identificación forense, podemos diagnosticar un perfil de sexo, un rango de edad, hacer una ficha odontológica… Todo eso va a orientarnos hacia la identidad de esa persona, pero luego debe ser comprobada con otras especialidades, como la genética.
En su trabajo, el contexto en el que aparece un resto es clave…
Es clave. La genética, por ejemplo, lo que hace es la identificación, pero la causa de muerte, o las circunstancias de muerte, puede ser por lesiones o por el contexto donde está. Si hay indicios de violencia, nos lo van a decir el análisis antropológico, el análisis criminalístico y médico de ese cuerpo y de ese contexto. Entonces, la reconstrucción de la identidad y de las circunstancias de muerte nos las va a dar un enfoque multidisciplinar. Por eso, todas las disciplinas son valiosas, tienen su aporte y se complementan entre sí. Lo importante es hacer dialogar esos resultados en un informe integrado y no fragmentado.
¿Cómo llegó a esta especialidad? ¿Qué le atrajo de la ciencia forense?
A mí, los restos óseos humanos me generaron mucha curiosidad desde muy chica. Desde la primaria, me interesaba conocer el pasado originario de las poblaciones nativas: mis ancestros, parte de mi línea femenina, es indígena, así que siempre me despertó mucha curiosidad. Después, cuando estaba en el secundario, me acerqué al Museo de Ciencias Naturales de San Rafael y tomé contacto con los restos óseos humanos. Ahí me enamoró la disciplina.
¿La medicina nunca fue una opción?
En realidad, me gustaba el tema del pasado, me interesaba poder reconstruir historias de vida a través del esqueleto y la mirada antropológica holística, que tiene que ver con poder entender que esos cuerpos formaban parte de una sociedad y de un grupo de relaciones sociales en el pasado.
¿Qué papel juega hoy la tecnología en el proceso de identificación de restos humanos?
Es muy importante. Entre los avances tecnológicos, creo que uno de los más notables son los análisis químicos que pueden hacerse hoy. Poder saber el origen de un determinado esqueleto a través de un análisis genético es un aporte gigantesco, no solamente a nivel arqueológico, sino también forense, poder hacer una identificación positiva a través de estos análisis es un aporte maravilloso. También lo que son los análisis químicos isotópicos para conocer la dieta, de dónde provenían las fuentes de agua que consumían las poblaciones: eso se puede saber gracias a la tecnología de estos análisis químicos. Por ejemplo, con indicadores de estroncio para poder reconstruir dónde esa persona fue viviendo, dónde fue radicándose.
Y durante el hallazgo de restos óseos, cómo interviene la tecnología?
Hay aportes muy significativos con el uso de geotecnologías, como imágenes satelitales para la búsqueda de inhumaciones, de entierros. En ese sentido, se complementa muy bien con los saberes tradicionales, que no tenemos que dejar de usar. Es un complemento entre dos tipos de conocimientos y de herramientas.
¿De qué manera la antropología forense está ayudando a mejorar las investigaciones de casos penales?
Se está viendo un cambio a nivel paradigmático. Tradicionalmente, la antropología forense ha estado abocada, por lo menos en Argentina, a los delitos de lesa humanidad, [investigación] que ha impulsado básicamente el Equipo Argentino de Antropología Forense. En estos últimos años, hay distintos focos de aplicación en distintas provincias a causas judiciales comunes, posdictadura, por ejemplo, femicidios, narcotráfico, trata de personas, homicidios comunes, accidentes... Entonces, la arqueología y la antropología forense están empezando a ser incorporadas en las investigaciones judiciales. En Mendoza hemos dado un paso muy grande en lo institucional para que los antropólogos forenses trabajemos como peritos oficiales dentro de las causas. Es un avance porque no solamente analizamos los restos óseos en un laboratorio para poder establecer el perfil osteobiográfico, sino que también vamos al lugar del hecho, al terreno. Acompañamos y asistimos en los rastrillajes.
¿Según su visión, cuánto han ayudado las series de TV de investigación de casos criminales a difundir esta actividad y cuánto han creado mitos en torno a ella?
Hay cosas que están bien representadas, porque es interesante hablar de que la investigación es un proceso, pero hay otras cosas que tienen que ver con los tiempos de la resolución de un caso o con las tecnologías del Primer Mundo que no tenemos acá. Son cuestiones que están muy alejadas de la realidad.