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Ana María Shua, Doctora Honoris Causa de la UNCUYO

A pedido de la Facultad de Filosofía y Letras, el Consejo Superior de la Universidad otorgó el máximo galardón universitario a la escritora, figura insoslayable de la literatura argentina contemporánea, de vasta trayectoria como narradora, poeta, ensayista, guionista y referente de la minificción en el ámbito hispanoamericano.

imagen Ana María Shua, Doctora Honoris Causa de la UNCUYO

La Mesa Académica del Acto de Entrega de la distinción estuvo integrada por la Rectora, Cont. Esther Sánchez, el Decano de la Facultad de Filosofía y Letras, Dr. Gustavo Zonana, la Vicedecana, Mgtr. Viviana Ceverino y la Prof. Ana María Schoua.

Ante la presencia de autoridades, docentes, personal de Apoyo Académico, estudiantes e invitados especiales, la Dra. Fabiana Varela reseñó las razones que motivaron la iniciativa de la distinción.

A posteriori, Ana María Schoua (verdadero nombre de la escritora) recibió su diploma como Doctora Honoris Causa de la UNCUYO.

imagen La Dra Fabiana Varela reseñó a la escritora Ana María Shua

La Dra Fabiana Varela reseñó a la escritora Ana María Shua

Fabiana Varela: “Una de las voces más singulares y versátiles de la literatura argentina contemporánea”

La Secretaria de Extensión Universitaria de la FFyL expresó que tenía el honor de presentar a Shua “en nombre de quien fuera el alma mater de esta propuesta y que hoy nos acompaña en el recuerdo, nuestra querida colega Bettina Ballarini”.

“Ana María Shua, una de las voces más singulares y versátiles de la literatura argentina contemporánea, ha sabido construir un particular universo donde el humor, la inteligencia y la imaginación se entrelazan con una mirada profundamente humana y lúcida sobre el mundo”.

Asimismo, destacó que “a lo largo de su trayectoria, Ana María Shua ha recibido numerosos premios y reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Literatura, el Konex de Platino, el Premio Ciudad de Buenos Aires, el Premio Club de los Trece, y ha sido traducida a varios idiomas, lo que la ha convertido en una embajadora de la literatura argentina en el mundo. Sin embargo, a pesar de los galardones, siempre ha mantenido un perfil cercano y sencillo, una actitud que refleja su concepción de la literatura como un acto de comunicación antes que de consagración. En entrevistas suele definirse, con humor, como “una obrera de la palabra”. Escribir, para ella, es una tarea cotidiana, disciplinada y placentera a la vez”.

Para finalizar, Varela expresó que la obra de Shua “es una celebración del ingenio y la libertad. Leerla es entrar en un mundo donde lo fantástico y lo real se enlazan y completan, donde el final de una sonrisa se transforma en un sentimiento de inquietud que nos lleva a reflexionar sobre nuestra existencia. Su escritura nos recuerda que la literatura puede ser un espacio de juego, pero también de pensamiento, un modo de explorar las posibilidades infinitas de lo humano”.

imagen El Decano de la FFyL agradeció a la flamante Doctora Honoris Causa

El Decano de la FFyL agradeció a la flamante Doctora Honoris Causa

Gustavo Zonana: “La potencia de un universo imaginario”

El decano de la FFyL indicó que “el universo de Ana María Shua abarca la poesía, el cuento, la novela, la microficción y el ensayo, busca lo insólito de esa realidad próxima, y lo busca a través del extrañamiento por el humor, por la inversión de lo sublime, por la reflexión crítica sobre los usos del lenguaje”.

“’Antes y por detrás de la palabra es el caos’, nos dice Shua en Botánica del Caos. Y es precisamente en ese caos donde ella encuentra la materia prima de su arte, con humor, ironía y una lucidez punzante, sus textos nos interpelan, nos desconciertan, nos hacen cómplices. Como la palabra enmascara u oculta, es necesaria una operación reveladora, de allí ese sesgo metalingüístico y metaficcional que se manifiesta en sus microrrelatos. En Fenómenos de Circo, escribe: ‘Arrojo al aire un sustantivo redondo. Antes de que caiga, con un disparo único, certero, logro que un adjetivo lo perfore en el centro mismo. Hago malabarismo con los verbos. Camino por la cuerda floja de una sintaxis riesgosa. En medio de contorsiones extremas, azoto con mi látigo las palabras hasta obligarlas a saltar por los aros de fuego de un sentido inesperado. Entonces, en toda su variedad y esplendor, con lujosa minucia de oropeles, surge el circo. El público es usted, el espectáculo es unipersonal. Por favor, elogie a las fieras y no les cuente nada a los que están esperando afuera’”.

Y agregó que “esta celebración tiene un artífice: Bettina Ballarini, otra equilibrista empecinada que tendió los hilos de estrella en estrella, para que nuestra universidad se sume al coro de voces que celebran su obra y su proyección. Con este Doctorado Honoris Causa, reconocemos la potencia de su universo imaginario, su capacidad para transformar lo cotidiano en extraordinario, su invitación a mirar con otros ojos la realidad”.

“Gracias, Ana María, por enseñarnos que en lo breve puede habitar lo infinito, que la literatura, como la vida, es un juego serio, una forma de pensar, una manera de estar en el mundo”, cerró Zonana.

 

 

 

imagen La Rectora de la UNCUYO junto a la homenajeada

La Rectora de la UNCUYO junto a la homenajeada

Esther Sánchez: “Ana María Shua, parte de la memoria cultural de nuestro tiempo”

La rectora afirmó que “con la entrega de este título de Doctora Honoris Causa, nuestra universidad reconoce en Ana María Shua, a una creadora excepcional, una maestra de la palabra y una intelectual comprometida con la cultura, la reflexión y la libertad. Al otorgar esta distinción, celebramos una trayectoria literaria admirable, a la vez que afirmamos un principio que la universidad pública defiende con convicción: el valor del pensamiento crítico, del arte como forma de conocimiento y de la literatura como espacio de encuentro entre las personas y los tiempos”.

“La obra de Ana María nos invita a comprender que lo esencial puede revelarse en lo mínimo. Su maestría en la microficción demuestra que una sola línea puede contener un universo, que una imagen puede iluminar lo humano con la fuerza de lo simbólico. En sus textos se despliega una sensibilidad aguda y una mirada lúcida sobre la condición humana que dialogan con nuestra época y la trascienden”.

Para concluir, Sánchez manifestó que “en una entrevista, Ana María habló de sentirse como una semilla de sésamo en el universo literario. Desde esta casa de estudios, celebramos la grandeza de esa semilla, una que germinó en la lengua, floreció en la imaginación de generaciones de lectores y hoy forma parte de la memoria cultural de nuestro tiempo. Con esta distinción, se inscribe su nombre en una tradición que honra a quienes a través del arte, la ciencia y la palabra, contribuyen a engrandecer la vida espiritual y cultural de nuestra sociedad”.

imagen Ana María Shua, Doctora Honoris Causa de la UNCUYO

Ana María Shua, Doctora Honoris Causa de la UNCUYO

Ana María Shua: “La universidad pública y la cultura, tejido invisible que nos une”

La galardonada escritora expresó que “hoy, al agradecer este honor, no puedo dejar de pensar en lo que significa defender la cultura argentina y la universidad pública. La cultura no es un lujo, no es un adorno, es el tejido invisible que nos une, es la lengua que hablamos, las historias que contamos, los silencios que compartimos. La universidad pública, gratuita y abierta, es el lugar donde ese tejido se fortalece, donde las preguntas se hacen más incómodas y más necesarias, donde miles de jóvenes descubren que tienen derecho a imaginarse un futuro distinto. La Argentina ha pasado por muchas crisis, todos lo sabemos, y sin embargo, en cada una, la universidad pública estuvo ahí, resistiendo, generando el pensamiento crítico, cuidando de la ciencia y del arte, sembrando futuro. Por eso agradezco este doctorado como quien recibe un voto de confianza. Es un gesto que me recuerda que la cultura argentina, a pesar de todo, sigue viva, sigue inquieta, sigue creando, y que la universidad pública es su casa más hospitalaria, la que no le cierra la puerta a nadie”.

“Quiero también recordar a la profesora Bettina Ballarini. Hoy no está físicamente con nosotros, pero yo sé que este acto lleva su marca, su insistencia, su fe en la importancia de reconocer y de sostener la cultura nacional. Fue una gran profesora, editora, escritora y una genial lectora insaciable, irrevocable, impenitente. Y agradezco, por supuesto, a la Universidad Nacional de Cuyo, a todos y todas los que hicieron posible este doctorado, al consejo, al comité, a las autoridades, al profesorado, a los estudiantes que cada día reinventan el sentido de enseñar y aprender”.

“Dice el Talmud que los maestros son como troncos de leña que arden larga y lentamente. Los estudiantes son como las astillas que se necesitan para encender una hoguera. Dos aspectos inseparables para que se produzca el fuego y el calor del conocimiento”.

 

El misterio, punto clave de la creación literaria

La escritora contó que “voy a dar un taller de microrrelato al que titulé ‘La brevedad, técnica y misterio’. El misterio está en el punto clave de la creación literaria, con o sin brevedad y ahí apenas si podemos aproximarnos. Lo único que acierta en el blanco, cerca del centro, es la flecha de la poesía, precisamente por ser la expresión de lo inexpresable. La razón no tiene otro remedio que pasear por los alrededores. Propongo, entretanto, una forma de lo indecible”.

“Se invita a la razón a dar un paseo por los alrededores. Por ejemplo, pensar la creación como el establecimiento de conexiones no evidentes entre zonas de la realidad. Falso cosmos, construcción, invención de una estructura no preexistente en el caos multiforme y heteróclito de los hechos. Conexiones, después, fácilmente analizables. No voy a dar ahora las claves prosaicas, pero las conozco. Podría determinarlas en cada una de mis novelas, cuentos, micros o poemas, pero siempre después. Antes nada es previsible, excepto la voluntad. Cualquier tratado acerca de la existencia de las musas nos prueba que están ahí, existen, son caprichosas, rebeldes. No siempre bajan a tierra, pero si no nos encuentran, no se quedan a esperarnos. Hay que estar constantemente trabajando para asegurarnos de no perder su visita. Lo que se crea, nada. Es una construcción a partir de los viejos materiales de siempre, en base a estructuras predeterminadas por la tradición. Los bloques de un templo pagano en la edificación de una iglesia”.

“Lo que se crea, apenas alguna nueva interrelación entre las partes, un sutil apartarse de ciertas normas cuya aplicación es necesario dominar para poder rebelarse contra ellas. Exactamente como en los sueños. Nada más que una combinación diferente de factores que, sin embargo, altera, altera y altera el resultado. Y absolutamente distinto de los sueños, porque es una combinación bajo control. El tosco frotar de dos piedras, sin saber si va a saltar o no la maldita chispa, pero con todo preparado para aprovecharla si aparece. La chispa, entonces, incontrolable, imprevisible. Es posible buscarla, pero no hay garantías de que brote. El fuego, en cambio, la hoguera, como producto de la razón. Entre ramitas, elegir las más secas, amontonarlas, considerar la necesidad de oxígeno, optar por cierto ángulo”.

 

El oficio de escribir: de aprendizajes y revelaciones

Shua continuó explicando que “si el núcleo de la creación es indemostrable y pertenece al reino de lo indecible, en cambio, sí es posible hablar del oficio, de ciertos aprendizajes y revelaciones a lo largo del camino que recorre un narrador. Se tiene, generalmente al empezar, un cierto placer y dominio del lenguaje. Salvo algunos casos rarísimos de narradores natos, a contar se aprende”.

“El tránsito más común recorre el camino poesía-cuento-novela. Mi generación, en particular, no tuvo en la escuela un aprendizaje de la narración. No se nos hacía contar historias, sino elaborar pequeños ensayos que se llamaban, con justa razón, ‘composiciones’. Se tenía, un instrumento, la palabra. Y una pasión, la lectura”.

“Se desea el salto, el dominio sobre ese material que nos provoca semejante placer. ¿Cómo aprender a contar? Y sobre todo ¿dónde encontrar el valor necesario para tolerar los errores en el aprendizaje? A mí me asombró descubrir en un texto de Rodolfo Walsh angustias semejantes. Angustias parecidas a las que tenía yo cuando trataba de escribir mis primeros relatos, mis primeras historias. Durante mucho tiempo, cuenta Walsh, se sintió impedido por el terrible mandato de Rilke: ‘solo aquel que escribe sin poder evitarlo, impulsado por una necesidad más fuerte que su voluntad, está llamado a ser poeta, a ser creador’. Un magnífico mandato desde la visión romántica. Pero en la práctica, todo lo contrario”.

“¡Qué enorme voluntad se necesita para decidirse y dedicarse a escribir! Tuve otro descubrimiento extraordinario: es posible ser un escritor mediocre. Vale ser un escritor mediocre. No se imaginan qué enorme alivio que me produjo eso”.

“Primera etapa, entonces, saltar sobre la barrera psicológica que nos impide aceptar que nuestro primer cuento será peor que cualquiera de Chéjov. Durante años yo no pude pasar del primer párrafo porque era evidente que ese cuento, que intentaba escribir, nunca sería un hito en la historia de la literatura”.

“’Muchos serán los llamados y pocos serán los elegidos’. En mi historia personal me rescató de la parálisis una revista femenina de cuentitos románticos, la revista Nocturno. Ese era un género menor en el que también me complacía yo como lectora ecléctica. Libre, entonces, de la exigencia de genio literario y de profundidad conceptual, para Nocturno, y con el seudónimo de ‘Diana de Montemayor’ pude aprender. A mis 19 años, descubrí que no era necesario inventarlo todo. Que en realidad no era necesario inventar absolutamente nada”.

 

“Descubrí las dos vertientes de la literatura: la tradición literaria que le va a dar el marco a la estructura o a la ruptura de ese marco, deliberada deconstrucción de esa estructura, que es exactamente lo mismo, y la experiencia, propia o ajena, hecha de todo lo que uno vivió, estudió, conoció, experimentó y/o le contaron. Solo es posible crear a partir de lo que ya se conoce. En función de lo cual, arbitrariamente, decreto: para el creador, lo desconocido o exótico no existe”.

“Escribiendo uno de mis primeros cuentos, tuve otra súbita revelación. Uno de mis personajes, una especie de perseguido-perseguidor, untaba manteca en el pan. Y de golpe, me di cuenta de cómo lo hacía exactamente: no cortaba un pedazo de manteca y trataba penosamente de untarlo, sino que raspaba la parte de arriba del pan de manteca con el cuchillo hasta que una cierta cantidad de manteca, apropiadamente deshecha, se acumulaba en la hoja y entonces ahí la podía extender en forma prolija y pareja sobre el pan. El descubrimiento de lo particular es una de las claves esenciales de la creación literaria. Cuando lo general no es más que la convención, lo trillado, solo tiene sentido contar lo único, lo particular, lo diferente: Ahí está la literatura. En lo imprevisible está el arte”.

 

El guion: estado puro de la narratividad

La escritora apuntó que “así como idiomas muy dispares pueden recortar de varias maneras el espectro de los colores, toda nuestra percepción de la realidad se realiza a través de esa suerte de casillero mental con los que nuestra cultura, y cualquier cultura, nos cuadricula el pensamiento. Un súbito cambio de casillero, una redistribución de los objetos en que se haga evidente lo arbitrario de toda clasificación de la realidad. Ese es el trabajo de la imaginación”.

“Es muy fácil observar esta operación en el lenguaje literario, donde la creación trabaja en la ruptura de los estereotipos de la lengua. Pero también es fácil equivocarse, creyendo que ese es el único lugar de la creación literaria cuando quizás ni siquiera sea el más importante. Ese es el trabajo que define el estilo, el que permite crear una buena frase, un maravilloso párrafo, hasta una página literaria”.

“Hay un elemento de la creación narrativa que se pone en evidencia cuando se trabaja en un guion de cine: el escritor no cuenta con ninguno de los rasgos de estilo. Es el director el que domina la frase, el que juega con el párrafo, el que decide el ritmo y el tono con que se va a contar. El escritor sube al ring con los brazos atados a la espalda. Solamente puede esquivar y dar cabezazos. Y, sin embargo, dentro de esos límites también opera un trabajo de creación. El guion es narratividad en su estado puro, la esencia misma del contar, despojada de la palabra y todavía sin imagen, más que desnuda, sin carne, es el esqueleto de la narración. Algo quizás parecido a lo que Hjelmslev llamaba ‘la forma del significado’”.

Luego, Shua citó un fragmento de su texto “Introducción al caos”, en Botánica del caos: “La tierra es informe y está desnuda pero no vacía. No vemos su desnudez porque nos ciega piadosamente la palabra. Antes y por detrás de la palabra, es el caos”.

“El lenguaje nos consuela con la falsa, platónica certeza de una Mesa que representa todas las mesas, un concepto de Hombre que antecede a los
múltiples hombres. En la realidad multiforme y heteróclita sólo hay ocurrencias, la babélica memoria de Funes. Cuando un niño dibuja por primera vez una casa que nunca vio, pero que significa todas las casas, ha conseguido escapar a la verdad. Se ha tapado los ojos para siempre con las convenciones de su cultura y sale del caos, que es también el paraíso, para entrar al mundo creado. La poesía usa la palabra para cruzar el cerco. Se clava en la corteza de las palabras, abriendo heridas que permiten entrever el caos como un magma rojizo. En esas grietas, en ese magma, hunden sus raíces estas brevísimas narraciones, estos ejemplares raros. Pero sus tallos, sus hojas, crecen en este mundo, que es también el otro”.

 

La lectura y la locura

Para cerrar su disertación, la escritora acotó que “no puedo dejar de referirme a ese otro elemento fundamental, sin el cual la escritura dejaría de existir: la lectura, los lectores. El que lee, no escucha, no ve, no está, no le importa. Se incorpora al torrente de las letras. Se deja llevar sin hundirse. Se aviene a participar en la corriente del más humano de los ríos. Ese conjunto limitado de signos capaz de contener todos los universos posibles. El infinito incorpóreo acontecer de la palabra escrita”.

“Yo, que soy escritora, sé muy bien que la literatura no salva del hambre ni de la deuda externa. Y también sé que si una persona no come, se muere. Pero si no sueña, se vuelve loca. Y la locura es una de las formas más terribles de la destrucción de la identidad. La cultura, la ciencia, el arte, la filosofía son los sueños de nuestra nación. Que no mueran nuestros sueños, defendamos nuestra identidad”.

 

 

imagen Ana María Shua, Doctora Honoris Causa de la UNCUYO, junto a la vicedecana de la FFyL

Ana María Shua, Doctora Honoris Causa de la UNCUYO, junto a la vicedecana de la FFyL

imagen Ana María Shua, Doctora Honoris Causa de la UNCUYO

Ana María Shua, Doctora Honoris Causa de la UNCUYO

imagen Ana María Shua, Doctora Honoris Causa de la UNCUYO

Ana María Shua, Doctora Honoris Causa de la UNCUYO

imagen Ana María Shua, Doctora Honoris Causa de la UNCUYO

Ana María Shua, Doctora Honoris Causa de la UNCUYO

imagen Ana María Shua, Doctora Honoris Causa de la UNCUYO

Ana María Shua, Doctora Honoris Causa de la UNCUYO

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Ana María Shua, Doctora Honoris Causa de la UNCUYO

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Ana María Shua, Doctora Honoris Causa de la UNCUYO

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