Integraron la Mesa Académica del Acto, el decano de la Facultad de Filosofía y Letras, Dr. Víctor Gustavo Zonana, la Dra. Adriana María Arpini y la Dra. Paula Ripamonti, Secretaria de Posgrado.
Paula Ripamonti y Gustavo Zonana realizaron una semblanza de la académica, destacando su dedicación docente, su tarea investigativa y su formación de recursos humanos, consolidándose como una figura prominente en los campos de estudio relacionados particularmente con la filosofía práctica y la historia de las ideas latinoamericanas.
Asimismo, subrayaron su impulso a la Especialización en Filosofía con Niños y Jóvenes; una iniciativa pionera en el campo de la educación filosófica y su tarea como directora de numerosos proyectos de investigación avalados por la Universidad Nacional de Cuyo, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, así como su rol de directora de 23 tesis doctorales, numerosas tesis de maestría y trabajos finales de especialización.
También enfatizaron el impacto de la labor de Arpini por su activa participación en el debate público y la divulgación filosófica a través de diversos foros en el ámbito de la sociedad civil.
“Tres aspectos me parecen fundamentales” -dijo el decano-: “en primer lugar, creo que la reseña de toda la tarea investigativa de Adriana nos ha permitido reconocer cómo ella ha ocupado un espacio, un nicho instituyente que tiene que ver con la indagación en temáticas como el pensamiento latinoamericano, pero también con la filosofía con perspectiva de género, con la bioética, con la filosofía con niños, con la filosofía práctica. El segundo punto, es que no solo ha sido una apasionada por esos temas, sino que ha habido detrás de eso, o paralelamente a eso, un esfuerzo por dar un carácter, una suerte de institucionalización a esa parcela disciplinar en la Facultad, incluso lo ha hecho desde la perspectiva de la construcción curricular, cuando participó una de las comisionistas de la Comisión del Departamento, justamente dándole a esas distintas vertientes de la filosofía un carácter más institucional. Y el tercer punto, que me parece fundamental resaltar, y que creo que es lo que explica, finalmente, el sentido de esta titulación y de esta distinción dentro de la Universidad, es la formación de recursos humanos. Este es el reconocimiento de cómo esa labor se derrama y se proyecta en la institución y favorece su desarrollo, lo enriquece y abre caminos para ser explorados en el futuro”.
Adriana Arpini y el agradecimiento “a las muchas relaciones”
La agasajada agradeció las palabras precedentes y expresó que “cuando uno agradece, el acto del agradecimiento, implica siempre estar en relación con otros, con aquellos respecto de los cuales uno está agradecido”.
“Agradecer siempre es agradecer a otras personas, agradecer a las muchas relaciones que uno ha tenido. Ninguna de estas cosas que se dijeron en la resolución hubieran sido posibles para mí si no hubiera sido porque contaba en todos los casos con mucha gente a mi alrededor”.
“Gracias a la Universidad Nacional de Cuyo, que es la institución en la que me formé y en la que pude hacer toda mi carrera desde aquellos años 70. Especialmente, a la Facultad de Filosofía y Letras y también a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, que han sido mis casas de trabajo durante todo este tiempo, en el grado y en el posgrado. También tengo que agradecer al CONICET y en particular al Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales”.
Agradeció, luego, a sus discípulos/as y colegas. Al mencionar a sus maestros, destacó la figura de Arturo Andrés Roig y de Norma Fóscolo: “ambos tuvieron que salir al exilio en su momento. Y muchos otros nos quedamos acá en el exilio interior. Cuando se produjo la apertura democrática en nuestro país, con Arturo tuve la posibilidad de iniciarme en la investigación, y con Norma, la de comenzar el camino de la docencia, en la carrera de Trabajo Social. Con ambos, aprendí a no conformarme con lo que estaba hecho”.
“De todos ellos aprendí que la filosofía, para ser tal, debe ser crítica, es decir, debe ser el ejercicio del criterio. Durante muchos años estuve muy sola en la cátedra, pero tuve la suerte de que, en los últimos 20 años, me acompañaron Paula Ripamonti y Eugenia Aguirre. Luego se sumó Rita Moreno. Ellas fueron no solamente cómplices en todo lo que se me ocurría que podíamos hacer, sino que ellas sobrepasaban el entusiasmo. Siempre querían ir más adelante”; señaló Arpini.
“Entre mis amigas, debo mencionar a Ana Luisa Dufour, mi compañera y amiga de toda la carrera, de toda la enseñanza secundaria, y en muchos de los proyectos de investigación. Agradezco a mi familia, a los incondicionales, que sufren todos los avatares de lo que significa llevar adelante la vida académica.
“Ayer me acordé de un texto de José Martí, Este es el volumen 19 de la obra completa de José Martí, de la primera edición. En él, se recogen los cuadernos de apuntes de Martí, que contienen las anotaciones que iba haciendo cuando fue profesor de filosofía en la Escuela Normal de Guatemala, allá por el año 1877”.
“Hay un fragmento en el que menciona sus fuentes orientales hasta llegar al presente. Hace una especie de camino de lo que sería la filosofía, en un dibujo. Cuando llega al presente, se detiene y dice: ‘Puedo hacer dos libros. Uno, dando a entender que sé lo que han escrito los demás. Otro, estudiándome a mí por mí. Placer original e independiente. Redención mía por mí ¿Qué gustaría a los que quieren redimirse?’ Acá la palabra redención, redimirse, está dicha en una de sus acepciones, que es la de liberación”.
“¿Qué somos? ¿Qué éramos? ¿Qué queremos ser?’ Es interesante porque él viene hablando en primera persona, pero cuando hace las preguntas, las hace en plural. Yo creo que acá tenemos dibujados dos programas filosóficos diferentes. Uno, el del tradicional profesor de filosofía que enseña historia de la filosofía aunque sea cuidadoso con las fuentes. Y otro, el de quien hace que las fuentes funcionen en la actualidad, que la fuente sea no algo que está fijado en el pasado, sino algo que en el presente nos permite liberarnos, y esa liberación no es individual, sino de un nosotros”.
“Con esto puedo redondear el agradecimiento, por todo lo que se ha dicho y por el título que hoy se me entrega”, concluyó Adriana Arpini.