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“Proponemos una mixtura entre historia y renovación como objetivo del Posgrado”

Asevera Paula Ripamonti, Doctora en Filosofía, y novel titular de la Secretaría de Posgrado de la FFyL. En este diálogo, comparte su diagnóstico del área y los principales desafíos y objetivos de su gestión.

imagen "Proponemos una mixtura entre historia y renovación como objetivo del Posgrado"

 

Los primeros pasos

“Mientras cursaba la escuela secundaria allá por los años 80, me dije: ‘Yo quiero ser filósofa’. Podría decirse que fue en esa época que decidí estudiar filosofía, estaba en cuarto año de la Escuela Nacional Normal Superior Gral. José de San Martín, del Departamento de San Martín y tenía como profesora a Adriana Arpini. Ella cumplió un rol muy importante en mi recorrido de formación y dirigió mi tesis de posgrado”, comienza relatando la nueva funcionaria.

“Cursé en esta Facultad, me recibí rápidamente y me dediqué a enseñar en el sistema educativo provincial. No volví a esta Casa hasta 10 años después, en que escuché que se abría un doctorado en Filosofía. En esa ocasión me reencontré con compañeros y compañeras que también se habían acercado a propósito de la propuesta. Por eso, esta formación tiene, para mí, un sentido muy especial, porque gracias a esa convocatoria, volví a la Facultad”.

 

Diálogo y construcción

“Valoro mucho la formación de la carrera de grado. Me dio las herramientas de trabajo crítico para poder desarrollarme en el área de la filosofía. Estrené un plan de estudios reformado con materias nuevas. Recuerdo a los Dres. Edgardo Albizu, Ubaldo Mazzalomo, quienes me enseñaron la lectura crítica de los textos y a incorporar una perspectiva muy crítica y actualizada sobre la epistemología”, explica Ripamonti.

“En mi memoria de formación aparecen con fuerza las Dras. Clara Alicia Jalif y Estela Fernández y la querida Prof. Rosa Licata, quienes me enseñaron el recorrido por el pensamiento latinoamericano y las tensiones filosóficas emergentes de la región. Conservo en mi memoria las clases de los/as profesores/as Diego Pró, Teresa Lucero y Miriam Quinteros, con quienes adquirí valiosas herramientas pedagógicas”.

“De los seminarios de posgrado puedo mencionar a Ricardo Maliandi, Roberto Walton, Gabriela RebokLuis Rabanaque y Jorge Martínez Barrera quienes abrieron un camino metodológicamente interesante. Tomé cursos con el Maestro Arturo Roig. Con él incorporé cuestiones atinentes a la ampliación metodológica y a la historia de las ideas latinoamericanas”.

 

Labor docente y tesis doctoral

“Ingresé en el 2003 como JTP, a la cátedra a cargo de Adriana Arpini, de Antropología Filosófica, También la acompañé en otra cátedra, el “Seminario de Historia de las Ideas Sociales y Políticas”, y luego, en “Corrientes antropológicas modernas y contemporáneas” de la carrera de Ciencias de la Educación”.

“La tesis doctoral, fue sin duda un gran reto, el tema fue la vida y el pensamiento político y filosófico de Hannah Arendt. Se titula ‘Hannah Arendt: vida, tiempo e historia’. A partir de una reciente investigación que hice sobre tesis doctorales en Filosofía, en la que relevé 72 tesis doctorales, a partir de 1954 hasta la actualidad, descubrí que esta era única tesis que versaba sobre una mujer”.

 

Las pioneras de Madrid

“Fue una alegría haber descubierto, en esa investigación, que una mujer había sido el primer Doctor en Filosofía de la provincia, si bien no había defendido su tesis en la FFyL, en cuyo grado y posgrado se formó, sino en la actual Universidad Complutense de Madrid”. Y añadió que “fueron tres las mujeres que defendieron sus tesis en España en los años 1954 y 1955: Azucena Bassi, Blanca Quiroga y Carmen Vera Arenas. Las tres fueron doctoras en filosofía y deberían haber tenido, un lugar más protagónico en el Departamento de Filosofía de aquellos años y los que le siguieron. La primera tesis doctoral, defendida aquí, en Mendoza, fue la de Aldo Testaseca, en 1954. Las tres doctoras en filosofía mencionadas habían sido compañeras suyas”.

 

El camino de la gestión

Respecto de su antecedentes en la gestión, la Dra. Ripamonti nos explicó que “siempre he estado vinculada a ella. Fui Secretaria Académica de la Dirección de Educación Superior de la Provincia entre 2003 y 2007”.

“A partir de la reforma del Estatuto Universitario y desde la primera elección directa, participé para integrar el Consejo Directivo. Primero, lo hice como Consejera Suplente (2014-2018) y luego, como Consejera Titular. La gestión universitaria, y la provincial se vinculan con la identificación de desafíos y la construcción de proyectos”.

 

La Secretaría de Posgrado

“En términos organizativos y administrativos, cuando asumí, me encontré con una Secretaría muy organizada, con personas de Apoyo Académico con mucha iniciativa, que no ejecutan sus tareas solo en función de ciertas reglas de funcionamiento del Área, sino con ideas propias para mejorar las prácticas, por eso me gustaría nombrarlas: Leticia González, Pablo Díaz, Emanuel Chiarpotti, Sabina Albornoz y Daniela Félix”.

“Somos un equipo que trabaja en una Secretaría con muchas carreras, porque Filosofía y Letras es una de las Unidades Académicas con más carreras de posgrado: ocho doctorados, tres maestrías, y dos especializaciones: una que está reformulando su plan y la Especialización en Docencia Universitaria (ESDU), diplomaturas de posgrado y una importante cantidad de cursos y seminarios. Es casi una ‘minifacultad’, porque la Secretaría se hace cargo de todas las instancias del proceso académico”, describe Ripamonti.

 

Los desafíos ineludibles

“Uno de los principales desafíos es desarrollar una política integral de formación de posgrado, es decir de objetivos y acciones articuladas en interlocución permanente con las necesidades de profesionales egresados/as de nuestra institución como de otras del país y de la región. Desarrollar esta política integral, requiere comenzar a trabajar con los docentes que constituyen los equipos académicos de las carreras, para que se cree la conciencia de que formamos parte del cuerpo docente del Posgrado de la FFyL. Considero vital trabajar de forma activa en mesas de diálogo, generar encuentros y organizar jornadas internas. Abrir un posgrado requiere sí o sí la articulación, el trabajo en red, los convenios específicos, que surgen de prácticas colaborativas, es decir que parten de la acción hacia la norma. Se comienzan, entonces, a tejer las redes de trabajo asociado y entonces sí, la norma expresa lo que venimos trabajando”, acota la filósofa. 

“Otro de los desafíos –indica- es tomar conciencia de que quienes están cursando, nuestros estudiantes, doctorandos y maestrandos, también forman parte de la Secretaría de Posgrado, que no es el lugar administrativo donde se presenta una idea y se gestiona una resolución para que pueda dictarse, sino que es el espacio de trabajo para que se cumpla una función en esa formación".

“Hemos ya iniciado con las reuniones de trabajo, en que recabamos datos de los cuerpos docentes de los comités, cuál es la forma en que funcionan, cuáles los obstáculos, preocupaciones y cómo proyectan el posgrado a futuro. El trabajo disociado trae consigo el problema de estar distanciados/as respecto de los/as tesistas”.

"Un tercer desafío tiene que ver con incluir, en esta política integral, otras propuestas de posgrado: estancias doctorales y posdoctorales y otras instancias posteriores al término una carrera, que sean más accesibles a través de becas y movilidad nacional e internacional".

"Otro de los temas pendientes es acompañar las trayectorias. En el posgrado, ese camino no está explicito, articulado ni ejecutado en acciones específicas. Estas acciones involucran aspectos logísticos y económicos, pero es necesario incorporar acciones mínimas pero importantes, por ejemplo entrevistas entre comité académico-director/a- tesista. No solo con un informe de avance para acreditar la trayectoria, sino preocupándonos por sus opciones, necesidades, agenda de trabajo, perspectivas”.

“Es fundamental proponer un calendario de acciones de posgrado por el cual directores/as y tesistas o cursantes de un seminario especial, conozcan una agenda de propuestas, de seminarios o cursos, por la que se esté al tanto de alternativas futuras de formación".

"Un reto interesante tiene que ver con la misión de acompañar la formación de quienes están en el sistema educativo provincial y del país. Nos preocupa que la universidad desempeñe esta función de posgrado, para ser un actor fundamental en el proceso de formación continua de profesores/as del sistema educativo. Esto es factible a través de una propuesta de maestrías profesionales, las cuales están previstas como opción en la Resolución N° 160/2011 del Ministerio de Educación de la Nación. Podemos pensar en un 2024 con la posibilidad de implementar estas maestrías. En plazos inmediatos, nos espera un 2023 de pleno trabajo para lograr estos objetivos”, apunta Paula Ripamonti.

Finalmente, la nueva Secretaria de Posgrado expresó que “tengo clara conciencia de que ingreso a una Secretaría que tiene una larga historia. La formación de posgrado inicia con seminarios doctorales apenas transcurridos los primeros años de creada nuestra Facultad que comenzó con la  UNCUYO, en 1939. El reto es estar a la altura de esa historia, proponiendo nuevos proyectos, sin perder el lugar que el posgrado ostentó en esta larga tradición. Proponemos, entonces, una mixtura entre historia y renovación como gran objetivo del Posgrado de nuestra Facultad”.

 

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