La conductora y coordinadora del espacio Ronda Lectora Literatura en Voz Alta, Lic. Ariana Gómez, nos invita a disfrutar una entrega “perla”, ya que la narrativa de Duras alcanza la máxima sofisticación al fusionar, combinar, los dos espacios narrados. Así, la lectura se despliega desde la clase de piano, con el estribillo “Moderado y cantante”, en que la profesora de piano insiste en su pedagogía contra el niño, un modo mecánico de enseñar. El niño muestra desgano pero, a la vez, habilidad.
La autora hace propicio este momento para poner en debate la lógica burguesa que dejó a la infancia a merced de esas prácticas educativas. La madre, Anne, conmovida, protegiendo al niño y presentando lo que supone una toma de partido en este debate educativo: “finalmente aprenderá, eso es irremediable”. Se destaca una resignación ante el mundo moral y de maltrato que ofrecemos a la infancia a través de la instrucción, que da poder al adulto-maestro, y daña, sin lugar a dudas los sentimientos de este niño y como él de otros. Somos testigos de la insinuación, inferencia que nos llena el alma de pena, de congoja, sintiendo empatía con lo que siente Mme Desbaresdes.
A través de la ventana entra el bar, cuyos sonidos se meten en la clase de piano y traen la memoria del grito desgarrador de la mujer asesinada, ese que también entrara por la ventana al comienzo. Hablamos de “perla” porque es una entrega que nos conduce a una discusión pedagógica entre ambas mujeres y los comentarios del niño. Todos esos diálogos contundentes, a su vez con silencios y puntos suspensivos, son escuchados saliendo por la ventana, en el bar por su dueña, quien indiscreta o confundida o ambas, comenta a Chauvin el episodio. La dueña, con sus comentarios, se involucra como una cómplice de espionaje que, junto al hombre, juzga, sospecha, insinúa, maliciosamente, acerca de las costumbres de la esposa del empresario.
El mundo fabril, la dársena, los desencuentros de clases, los horarios puntuales y las costumbres de los operarios antes de volver a sus casas, protagonizan también esta entrega, en que todos los mundos narrados conviven en tensión: el ceremonial de los trabajadores, el de vagabundeo de una señora atrapada en los mandatos de su clase, un niño bello en lecciones de piano, un crimen, verdades ocultas que dejan su huella en la superficie.
El notable estilo de Duras conquista una percepción de simultaneidad con ambos espacios narrados a la vez. Merced a este recurso de la autora, las personas que leemos nos volvemos indiscretas, escuchando las unas las conversaciones de las otras.
La gran potencia de esta entrega nos invita, una vez más, a incluir lo expresado por Kristeva (1941) “La autora dijo alguna vez: “Soy una escritora. No hay nada más que valga la pena destacar” .Y a nosotros no nos quedan dudas: a Marguerite Duras ante todo se la lee. Y después de la lectura quizá se entienda por qué Julia Kristeva decía que no había que dar los libros de Duras a lectores y lectoras frágiles: “Ellos, que vayan a ver las películas y las piezas de teatro y encontrarán de nuevo esta enfermedad del dolor pero tamizada. Al contrario, los textos domestican la enfermedad de la muerte, se hacen uno con ella, están al mismo nivel, sin distancia ni escape”.
Bienvenidos/as a una nueva emisión imperdible e inquietante, en la cual la novela ha desplegado misterios y enigmas que, semana a semana, nos propone la Ronda Lectora, a través del canal de YouTube de la FFyL de la UNCuyo:
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Estamos invitados/as a participar de manera activa en una propuesta que transcurre ya su tercer ciclo, y que es difundida a través de las redes sociales de la FFyL de la UNCuyo, articulando la Universidad con su entorno local, nacional e internacional.
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