Natalia Martín tiene 22 años, es estudiante de cuarto año de la carrera del Profesorado de Inglés, de la facultad de Filosofía y Letras. En el primer semestre de este 2019, se fue de intercambio a la Universidad de Dickinson, en Pensilvania, Estados Unidos. “Esto fue indudablemente la mejor experiencia de mi vida, tanto académica como personalmente. Vivir en inglés fue para mí un sueño hecho realidad” agrega Natalia.
Lo académico
En cuanto a lo académico Natalia Martín, tomó clases de Literatura Inglesa e Historia Estadounidense. Las clases eran más reducidas en número de estudiantes. Esto daba lugar a una relación mucho más personal con los docentes, que siempre estaban predispuestos a ayudar. “Todas las clases teníamos que llevar el material leído y alguna actividad hecha. Entonces, éramos nosotros, los alumnos, quienes “dábamos la clase”. Con esto me refiero a que si bien el profesor la guiaba, nosotros éramos quienes interpretábamos, discutíamos y tratábamos el material. Además, la metodología de evaluación era muy distinta, la nota final estaba conformada por no tan solo el examen final, sino también las actividades desarrolladas durante el cursado. Sin duda, cursar con estudiantes de inglés de idioma nativo fue un gran desafío que me ayudó a perfeccionar mis habilidades en la lengua” sostiene la estudiante del Profesorado de Inglés.
Martín también fue ayudante de cátedra y dio clases de español, lo cual fue un reto muy enriquecedor que, según sus propias palabras, le permitió practicar como docente, aprender sobre la lengua, conocer más estudiantes de Dickinson, y ganar algo de dinero para después poder viajar.
Lo personal
Natalia sostiene que tuvo la oportunidad de aprender más a fondo sobre la cultura norteamericana. “Los estudiantes vivíamos en residencias y compartíamos cuartos con otra persona, así me hice amiga de mi “roommate” (compañera de cuarto), quien era de la zona y fue mi guía muchas veces. La universidad era indudablemente nuestra casa: dormíamos allí, comíamos allí, estudiábamos allí, nos divertíamos allí. Formé parte de grupos sociales estudiantiles como “The outting club”, que organizaba actividades al aire libre como trekking o esquiar. También había grupos de juegos de computadora, de mesa, de porristas y deportes en general” agrega.
El viaje no solo fue de estudio para Natalia. Algo que la marcó a fuego fue conocer otras culturas. Entonces hizo amigos de Francia, Italia, Alemania, España, el Líbano, Israel, Marruecos, India, y por supuesto, estadounidenses. “Estas personas marcaron mi intercambio y mi vida abriendo mis horizontes a realidades y costumbres muy ajenas a las mías. Formé amistades hermosas que espero conserve para el resto de mi vida” expresa la futura profesora.
Viajar, conocer, soñar
Dickinson está en una ciudad pequeña llamada Carlisle, la cual a su vez está cerca de Harrisburg (una ciudad más grande con estación de trenes y aeropuerto). Esto le permitía a Natalia y sus compañeros de estudio, poder viajar por los Estados Unidos. “Durante mi estadía visité Nueva York varias veces y tuve la suerte de estar durante el “Spring Break” o vacaciones de primavera. Como es típico entre los estudiantes estadounidenses, viajamos a Florida y recorrimos un poco la costa Este” dice.
Vivir un semestre en Estados Unidos fue, para Natalia Martín un sueño que superó sus expectativas. “Y, es con certeza que digo que un viaje de estudio te cambia” finaliza la estudiante.