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La FFyL celebró su LXXXII Acto de Colación

El acto académico se realizó el viernes 5 de diciembre de 2025, en la explanada de la Facultad de Filosofía y Letras. En él se consagró la finalización de la etapa universitaria de 257 flamantes egresados de esta unidad académica, propiciando un emotivo momento junto a sus compañeros/as, familiares y amigos. La ceremonia fue transmitida por el canal de Youtube de la FFyL.

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La Mesa Académica estuvo integrada por decanos de las diferentes facultades, autoridades de la FFyL (decano y vicedecana), la Rectora de la UNCUYO, Cont. Esther Sánchez y su Vicerrector, Lic. Gabriel Fidel.

 

 

Gustavo Zonana y Viviana Ceverino: el contrapunto y “una concepción de la gestión universitaria”

 

El decano de la FFyL subrayó que “nos encontramos en un contexto de ataque global hacia las humanidades y las ciencias sociales. De crisis de las vocaciones docentes. De reducción de la relación Universidad-Sociedad a otra Universidad-Mercado, un mercado laboral que ni siquiera tiene la capacidad de incorporar a la mayoría de los egresados. En este escenario, se operan trasformaciones de los trayectos formativos en ofertas cortas de rápida inserción en el mundo del trabajo como una alternativa para sostener las matrículas y seducir a eventuales ingresantes. También el perfil de éstos se ha modificado de manera sustancial: son estudiantes que trabajan o tienen a su cargo a familiares. Verificamos además en nuestros ingresantes los efectos de la pandemia sobre el desarrollo de competencias cognitivas y socio afectivas, sobre la salud mental y sobre los cuerpos”.

 

“Observamos, con Dubet, un declive del programa institucional de los establecimientos formadores y de las creencias que los sostenían. Conforme a este proceso la idea de vocación pierde mucho del contenido sustancial que la definía anteriormente. Advertimos una crisis del universo simbólico que se articulaba en torno a dicho programa. Hoy en día vivimos la descomposición de elementos y representaciones del programa de las instituciones que imparten educación formal; un programa que tuvo la capacidad de integrar todo el trayecto formativo en un sistema percibido como más o menos coherente. En este contexto repensar la vocación tiene un valor prospectivo. Como han señalado diversos estudios, la categoría tiene un origen jurídico y religioso cuyos ecos resuenan en las modernas reapropiaciones pedagógicas. ¿Quién llama? ¿Para qué? ¿Su cumplimiento es inexorable o hay dudas y retrocesos? ¿Hay una sola vocación? ¿Cómo se materializa ese llamado luego, en el desempeño profesional?”

 

Luego, para explicar su recorrido por estos interrogantes, Zonana y Ceverino iniciaron, alternadamente, un giro casuístico y autorreferencial. Luego de exhibir cómo definieron profesionalmente sus vidas, explicaron que la vocación no pierde su condición de llamado, “pero en él se entretejen los intereses personales, los anhelos y los contextos familiares y las posibilidades de realización de esa convocatoria en función de las instituciones educativas disponibles. Atendemos a un llamado pensando en nuestra realización, pero, por lo general, aparece como elemento motivador la admiración a alguien que es tomado como modelo. Seguir la vocación es, por lo tanto, ser inspirado por un ejemplo. Siempre hay dudas, idas y vueltas, tiempos de espera, redefiniciones del llamado originario. Y siempre se da, además, un juego con las posibilidades que el contexto formativo en el que se vive permite para el cumplimiento del llamado”.

 

“Las actividades que se realizan bajo el modo vocacional están generalmente ligadas a la noción de servicio: servicio a los otros, servicio a la comunidad. En este esquema los sacrificios implicados se conciben como entrega a una pasión vivida como vocación: pasión por las letras, por la filosofía, por la enseñanza, por la investigación, por la promoción turística, entre otras. Pasión sostenida a lo largo del tiempo, independientemente de las vicisitudes del trayecto formativo. Las narrativas vocacionales además están inclinadas a la ética del cuidado, por lo que la aceptación y el sacrificio son valores articulados con el concepto de la vocación como relato moral”.

 

“Este don de sí, vivido pasionalmente, hace que vuelvan a resonar en nuestros corazones las imágenes nítidas de quienes nos acompañaron en el habitar cotidiano de la Facultad y hoy no están con nosotros: Emilia de Zuleta, Matilde Tejedor, Cristina Lucero, Betina Ballarini y María Emilia Yaciófano, quienes supieron llevar a la plenitud sus vocaciones en el compromiso institucional, y desde esta ausencia las sentimos aún más nuestras”, expresó Zonana.   

 

Posteriormente, Decano y Vicedecana se dirigieron a los flamantes egresados y egresadas, para desearles “todo el éxito en su desempeño y anhelamos que, en este contexto crítico, esperando contra toda esperanza, se conviertan ustedes en faros que iluminen y despierten otras vocaciones, otras pasiones, otros compromisos. Sabemos que estas herramientas para el desempeño profesional se afinarán y enriquecerán a través de su ejercicio en sus espacios de trabajo. Pero también estamos convencidos de la formación para toda la vida: nuestras puertas siguen abiertas, a través de la extensión, la investigación en institutos, centros y laboratorios, las formaciones de posgrado”.       

  

“Quisiéramos cerrar estas palabras con una breve apreciación de cuatro años de gestión conjunta. Fue una apuesta inaugurar la modalidad del discurso estilo payada, como contrapunto a dos voces. El juego expresa una concepción de la gestión universitaria. Por eso nos atrevemos a decir qué aprendimos y qué encontramos en estos años”.

 

 

imagen Acto de Colación

Acto de Colación

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Acto de Colación

Esther Sánchez: “Una nueva reforma”

Seguidamente, la rectora de la UNCUYO tomó la palabra para expresar que “hoy,  celebramos el esfuerzo, la constancia y la pasión de quienes reciben su título. En cada una de estas trayectorias hay horas de estudio, de dudas, de descubrimientos, de encuentros, de encuentros en espacios compartidos. Y hay, fundamentalmente, un compromiso profundo con el conocimiento y con la sociedad que nos espera. Las universidades tenemos una misión histórica, y es formar profesionales, profesionales capaces de responder a las necesidades de su comunidad. Y yo agrego: profesionales de excelencia”.

 

“Desde la Reforma Universitaria, nuestra institución ha sabido transformar su manera de enseñar, investigar y vincularse con la sociedad para estar a la altura de lo que cada época demandó. Hoy, este desafío está más vigente que nunca, y es una exigencia. Vivimos un tiempo de cambios vertiginosos, en el que el conocimiento se renueva a una velocidad inédita y la realidad nos interpela con urgencias globales”.

 

“La sostenibilidad del planeta, el impacto cultural y social de las tecnologías, las nuevas dinámicas del trabajo, la movilidad humana, las desigualdades que aún persisten, dibujan un nuevo escenario frente al que la educación superior se encuentra en un punto de inflexión, sin lugar a dudas. Es evidente que pensar a largo plazo y adaptarse con rapidez no es sencillo”.

 

Y agregó que “la universidad necesita reflexión, debate, tiempo para comprender la complejidad. Pero nunca ha rehuido los desafíos. Cada vez que fue necesario, esta comunidad académica supo abrir caminos nuevos, crear respuestas, imaginar horizontes posibles. Lo hizo incluso en condiciones adversas, como las que estamos viviendo actualmente, en las que no perdemos la esperanza, las ganas de seguir adelante. Hoy se nos demanda transformaciones profundas, reinventarnos, reinventar nuestras aulas en espacios de co-construcción de conocimiento, generando talleres donde vayan creciendo las competencias necesarias para ser buenos profesionales. Reinventarnos, transformarnos”.

 

“Hoy se demanda a nuestras universidades una nueva reforma. Y podemos afirmar, con convicción, que contamos con las capacidades técnicas, científicas y humanas para acompañar esos cambios que están transformando al mundo. Sabemos hacia dónde dirigir nuestros esfuerzos: hacia una universidad abierta, inclusiva, sostenible”.

 

“Nos proyectamos hacia una universidad que promueva la justicia social, la producción colaborativa del conocimiento, la participación de toda la comunidad, una universidad que forme ciudadanos capaces de aprender durante toda la vida, de anticipar el futuro y también de crearlo, de construirlo, no sólo de esperarlo” indicó la rectora.

 

“Cada uno de ustedes, filósofos, historiadores, geógrafos, arqueólogos, lingüistas, filólogos, traductores, especialistas en letras y lenguas, educadores, expertos en turismo y geotecnologías, forma parte de ese proyecto. Sus profesiones son esenciales para comprender la complejidad del mundo, para construir con sentido colectivo, para cuidar el patrimonio cultural, para fortalecer la educación, para generar conocimiento y para impulsar el desarrollo de nuestra región”.

 

Para finalizar, Sánchez habló a los egresados y egresadas, para manifestarles que “desde hoy, llevan consigo no sólo un título, sino una manera de mirar, de preguntar, de analizar, de interpretar. Llevan una responsabilidad ética con la palabra, con la investigación rigurosa, con la formación de otros. Y también la capacidad de transformar su entorno con la sensibilidad, con la inteligencia, esa que desarrollaron y que fue visible a lo largo de sus carreras. El futuro que desean construir no está predeterminado. Se forja con decisiones, con trabajo, con creatividad, con el valor de atreverse. Los sueños necesitan acción, voluntad y una esperanza activa. Hoy celebramos esa esperanza”.

 

 “Dice Han Byung Chul en El Espíritu de la Esperanza: ‘un presente que no sueña, no tiene pasión por lo nuevo’. Que sigamos soñando, apasionándonos, construyendo, juntos, ese futuro que todos nos merecemos”, cerró la rectora de la UNCUYO.

 

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