La Mesa Académica estuvo integrada por decanos de las diferentes facultades, autoridades de la FFyL (decano y vicedecana), la Rectora de la UNCUYO, Cont. Esther Sánchez y su Vicerrector, Lic. Gabriel Fidel.
Gustavo Zonana y Viviana Ceverino: el contrapunto y “una concepción de la gestión universitaria”
El decano de la FFyL subrayó que “nos encontramos en un contexto de ataque global hacia las humanidades y las ciencias sociales. De crisis de las vocaciones docentes. De reducción de la relación Universidad-Sociedad a otra Universidad-Mercado, un mercado laboral que ni siquiera tiene la capacidad de incorporar a la mayoría de los egresados. En este escenario, se operan trasformaciones de los trayectos formativos en ofertas cortas de rápida inserción en el mundo del trabajo como una alternativa para sostener las matrículas y seducir a eventuales ingresantes. También el perfil de éstos se ha modificado de manera sustancial: son estudiantes que trabajan o tienen a su cargo a familiares. Verificamos además en nuestros ingresantes los efectos de la pandemia sobre el desarrollo de competencias cognitivas y socio afectivas, sobre la salud mental y sobre los cuerpos”.
“Observamos, con Dubet, un declive del programa institucional de los establecimientos formadores y de las creencias que los sostenían. Conforme a este proceso la idea de vocación pierde mucho del contenido sustancial que la definía anteriormente. Advertimos una crisis del universo simbólico que se articulaba en torno a dicho programa. Hoy en día vivimos la descomposición de elementos y representaciones del programa de las instituciones que imparten educación formal; un programa que tuvo la capacidad de integrar todo el trayecto formativo en un sistema percibido como más o menos coherente. En este contexto repensar la vocación tiene un valor prospectivo. Como han señalado diversos estudios, la categoría tiene un origen jurídico y religioso cuyos ecos resuenan en las modernas reapropiaciones pedagógicas. ¿Quién llama? ¿Para qué? ¿Su cumplimiento es inexorable o hay dudas y retrocesos? ¿Hay una sola vocación? ¿Cómo se materializa ese llamado luego, en el desempeño profesional?”
Luego, para explicar su recorrido por estos interrogantes, Zonana y Ceverino iniciaron, alternadamente, un giro casuístico y autorreferencial. Luego de exhibir cómo definieron profesionalmente sus vidas, explicaron que la vocación no pierde su condición de llamado, “pero en él se entretejen los intereses personales, los anhelos y los contextos familiares y las posibilidades de realización de esa convocatoria en función de las instituciones educativas disponibles. Atendemos a un llamado pensando en nuestra realización, pero, por lo general, aparece como elemento motivador la admiración a alguien que es tomado como modelo. Seguir la vocación es, por lo tanto, ser inspirado por un ejemplo. Siempre hay dudas, idas y vueltas, tiempos de espera, redefiniciones del llamado originario. Y siempre se da, además, un juego con las posibilidades que el contexto formativo en el que se vive permite para el cumplimiento del llamado”.
“Las actividades que se realizan bajo el modo vocacional están generalmente ligadas a la noción de servicio: servicio a los otros, servicio a la comunidad. En este esquema los sacrificios implicados se conciben como entrega a una pasión vivida como vocación: pasión por las letras, por la filosofía, por la enseñanza, por la investigación, por la promoción turística, entre otras. Pasión sostenida a lo largo del tiempo, independientemente de las vicisitudes del trayecto formativo. Las narrativas vocacionales además están inclinadas a la ética del cuidado, por lo que la aceptación y el sacrificio son valores articulados con el concepto de la vocación como relato moral”.
“Este don de sí, vivido pasionalmente, hace que vuelvan a resonar en nuestros corazones las imágenes nítidas de quienes nos acompañaron en el habitar cotidiano de la Facultad y hoy no están con nosotros: Emilia de Zuleta, Matilde Tejedor, Cristina Lucero, Betina Ballarini y María Emilia Yaciófano, quienes supieron llevar a la plenitud sus vocaciones en el compromiso institucional, y desde esta ausencia las sentimos aún más nuestras”, expresó Zonana.
Posteriormente, Decano y Vicedecana se dirigieron a los flamantes egresados y egresadas, para desearles “todo el éxito en su desempeño y anhelamos que, en este contexto crítico, esperando contra toda esperanza, se conviertan ustedes en faros que iluminen y despierten otras vocaciones, otras pasiones, otros compromisos. Sabemos que estas herramientas para el desempeño profesional se afinarán y enriquecerán a través de su ejercicio en sus espacios de trabajo. Pero también estamos convencidos de la formación para toda la vida: nuestras puertas siguen abiertas, a través de la extensión, la investigación en institutos, centros y laboratorios, las formaciones de posgrado”.
“Quisiéramos cerrar estas palabras con una breve apreciación de cuatro años de gestión conjunta. Fue una apuesta inaugurar la modalidad del discurso estilo payada, como contrapunto a dos voces. El juego expresa una concepción de la gestión universitaria. Por eso nos atrevemos a decir qué aprendimos y qué encontramos en estos años”.

