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“Isabel de Villena fue una escritora calificada y protagonista de la cultura de su época”

La cita pertenece a la Dra. Llúcia Martin Pascual, del Instituto Isabel de Villena de Estudios Medievales y Renacentistas, Universitat d'Alacant (España), Real Acadèmia de Bones Lletres de Barcelona. La académica española estuvo como invitada especial en las XVI Jornadas Interdisciplinarias de Estudios sobre Las Mujeres y las XIV Jornadas Internacionales de Estudios sobre la Mujer Medieval, tituladas “Celebrando sororidades: espacios de experiencias y horizontes de expectativas”.

imagen "Isabel de Villena fue una escritora calificada y protagonista de la cultura de su época"

Llúcia Martin Pascual y Gladys Lizabe junto al decano de la FFyL, Gustavo Zonana.

El evento de las Jornadas, al que asistió como invitada Llúcia Martin Pascual, se desarrolló desde el 13 al 16 de mayo de 2025, y concitó la atención de destacados/as investigadores/as y especialistas en la temática. En él, nuestra entrevistada dictó, durante su visita en la FFyL de la UNCUYO, el cursillo “La espiritualidad femenina: la escritora valenciana Isabel de Villena (1430?-1490) y su Vita Christi”. También brindó la Conferencia Plenaria “La mujer en la Valencia del siglo XV: hábitos culturales”.                

 

El lugar de Isabel de Villena en la Literatura Catalana

“Personalmente, me dedico a la literatura medieval catalana. También a las relaciones con otras literaturas europeas, incluida, por supuesto, la literatura española, comenzó Llúcia Martin Pascual. “Isabel de Villena forma parte del programa de literatura, como una de los autores del canon de la literatura catalana medieval que estudiamos en esta especialidad, no solamente en la Universidad de Alicante, sino también en otras universidades del ámbito catalano parlante: Valencia, Girona, Barcelona, Mallorca. Un canon de autores que comienza con los autores del siglo decimotercero. Isabel de Villena es el único exponente femenino. Y, con ella, prácticamente ya cerramos también la literatura del siglo quince, porque ella muere en 1490 y es uno de los últimos exponentes de este periodo”.

“Ella era religiosa franciscana, vivía en el monasterio de la Trinidad de Valencia, que aún existe. Era hija ilegítima de Enrique de Villena, por tanto pertenecían a la familia real de la Corona de Aragón, que también estaba emparentada con la familia real de la corona de Castilla, es decir, que formaban parte de la realeza. Pero al ser hija ilegítima, el destino de estas mujeres normalmente, en gran parte, era el convento. Ella, en el convento, se dedicó al estudio: y posiblemente eso fue también su salida. Además, siendo hija de un gran intelectual, como fue Enrique de Villena, un autor, entre otras obras, de traducciones tan importantes como la Eneida o Divina Comedia al castellano, también, de alguna manera, tendría un interés intelectual que desarrolló en el monasterio”.

 

La Vita Christi de Isabel de Villena

Llúcia explicó que “su obra fundamental, y prácticamente la única, porque suele considerarse otra de dudosa atribución, es una Vida de Jesús, la Vita Christi. Hubo muchas “vidas de Jesús” en esta época, se escribían para fomentar la devoción en la figura de Jesús, para que se imitara su vida en la pobreza. Y claro, esto tenía relación con las corrientes devocionalistas de la época, por ejemplo la de clarisas o franciscanos, que proponían una religiosidad más íntima. La cuestión es que Isabel de Villena era una gran teóloga. Por tanto, en intramuros, estudia los evangelios, los libros sagrados y escribe una vida de Jesús. Su público es un público femenino, son las que comparten con ella la vida religiosa, una vida humilde”.

“Isabel de Villena llegó a ser abadesa –relató Llúcia- aunque era una persona de sangre real, vivió en la humildad, siguiendo los votos que tocaba hacer en la congregación religiosa. Para fomentar la devoción entre sus “monjitas”, ¿qué mejor que escribir una Vida de Jesús a partir de las mujeres que lo acompañaron? Por supuesto, el papel central es el de María, la Virgen María. Así que es una vida de Jesús original, peculiar, porque empieza con el nacimiento de María y termina con su muerte y asunción. Es una obra muy extensa, que tiene unas mil páginas. A lo largo de la obra va relatando todos los pasajes que conocemos por los Evangelios de la vida de Jesús”.

“La obra de Isabel de Villena está escrita en tercera persona, con un narrador omnisciente. Y tiene muchas peculiaridades, porque si bien hay un recorrido propio de los evangelios canónicos, de la figura de Jesús, con alguna adición de algún evangelio apócrifo, la infancia de Jesús, por ejemplo, o la infancia de María, están dentro del canon ortodoxo, totalmente. Sobre la vida de Jesús hace una especial incidencia en los episodios de la Pasión”.

Y agregó que en la Vida de Jesús “hay también pasajes bastante curiosos, porque además del desarrollo de la historia central, que es una historia lineal, la que todos conocemos por los Evangelios, hay una especie de historia paralela, en un mundo paralelo que es el “mundo del cielo”. Isabel de Villena lo concibe como una corte, como la corte real, con los arcángeles, que son los príncipes,  las virtudes, los profetas, en fin, todos tienen su sitio. Es una corte real presidida por Dios, que es Su Majestad. Y esto es muy curioso, porque la obra empieza con el nacimiento de María, una mujer, una joven extraordinaria, y, por otro lado, desde el cielo, más exactamente en el limbo, están Adán y Eva caídos después del pecado original, y Eva dice ‘esto ya está bien, nosotros pecamos, yo reconozco que fui pecadora, pero ha pasado muchísimo tiempo y Dios no envía a su hijo, hay que proceder con la redención humana’. Entonces habla con Adán y los dos juntos se van a suplicarle a Dios que envíe su hijo. Envía Eva un mensaje a esta corte celestial para que llegue a Dios, diciendo que ha nacido una joven totalmente extraordinaria y que es la adecuada para ser la Madre de Dios. Después de una serie de disquisiciones y de pros y contras, se decide enviar al ángel Gabriel a María. María acepta el encargo y, a partir de ahí, ya empieza el relato del nacimiento de Jesús. Ella ha aceptado el encargo, pero sabe también que la misión es muy compleja y muy dolorosa, porque ella va a tener al Hijo de Dios, que se hará carne y morirá. Sabe que está predestinado, además, a una muerte dramática y dolorosa precisamente para el bien, para la redención de la humanidad. Entonces, la convencen con regalos, como si fuera una nueva desposada”, relató la investigadora.

“Se trata de un texto que tiene una parte religiosa, pero también un poco de evocación de aquel mundo profano que Isabel vivió de pequeña en la corte de la reina de Aragón y que, claro, ella nunca olvidó. Pero es una manera también de destacar la importancia de los dos planos, el celestial y el plano terrenal”.

“La inductora es Eva, la mujer pecadora, la mujer desvalorizada, que representa el total desprestigio de las mujeres. Isabel encuentra la forma de salvarla. Eva es siempre referida como nuestra madre. Isabel es una mujer, al fin, que escribe tratando de salvar, a través de las letras, la Imagen de esta otra mujer”, expresó Llúcia.

“La autora salva también a María Magdalena. Pero antes hay unos episodios muy interesantes, muy afectivos, que se refieren al nacimiento de Jesús. Son muy bonitos, muy femeninos, porque narran el momento del parto, un parto sin dolor, maravilloso, con todos los ángeles, los arcángeles, las virtudes teologales, personajes alegóricos juntos en ese momento trascendental. Y se narra el parto en las condiciones que sería un parto de una mujer de la época. El arcángel San Gabriel es el que recoge al niño cuando nace para que no caiga al suelo. Y después, lo primero que hace María, antes de abrazar a su hijo como niño, es hacerle una reverencia, porque es Dios. Y después ya lo abraza, lo acuna, lo amamanta. Todos los personajes alegóricos que la asisten son los encargados de acunar al niño, de ponerle los pañales, de frotarle los piececitos porque hace mucho frío. Una escena familiar femenina. Esto va dirigido a unas mujeres que han visto frustrada su maternidad, pues esto les llenaría también un poco ese vacío. Y esa es una de las escenas más emotivas”.

“Después, la huida a Egipto contiene unos detalles femeninos muy interesantes. Cuando huyen a Egipto, Santa Ana, la madre de María, le pregunta si lleva todo para el viaje, porque ella no ha tenido tiempo de preparar nada, entonces le da panes, huevos, frutas, pasas, lo carga todo en una burrita para que se puedan desplazar a Egipto María, San José y el Niño. Santa Ana había tejido una ropita para el niño, y esa ropita, dice sor Isabel de Villena, la conservan aún los reyes de la Corona de Aragón como reliquia, para verosimilizar su historia. Por otra parte, San José está descrito como un patriarca, un hombre mayor de unos 60 años. Por supuesto, mantienen la castidad en el matrimonio”.

 

 

María Magdalena y la reivindicación femenina

“En la obra, los apóstoles no aparecen mucho. Solo Pedro, al final, con las negaciones. San Juan sí, porque es el que siempre está al lado de María en la Pasión, como un hijo”. 

En ese sentido, la académica subrayó otro de los episodios que contiene también una reivindicación de una figura femenina, y es el referido a María Magdalena: “ella es destacada como la primera discípula de Jesús. María Magdalena es una figura por la que hay mucha devoción en Valencia. Se nos presenta como una joven que le gusta alternar con otras personas, le gusta vestirse bien, es una joven rica, con dinero, le gusta ostentar. Pero un día acude a un sermón de Jesús y queda fulminada, fulminada de amor por Jesús. Se arrepiente de su pasado y a partir de ese momento será la mayor, primera y la más importante discípula de Jesús, hasta el punto que transmite su amor espiritual hacia Jesús, pero que perfectamente se puede leer en clave profana. Aunque siempre muestra este ferviente amor espiritual hacia Jesús, incluso en sus cartas, Magdalena asume también el rol de mujer de Jesús, de prometida, de pareja, de esposa. Y estamos hablando de 1490”.

“En la descripción que hace de la conversión de María Magdalena, aprovecha para hacer también una especie de reivindicación de la dignidad femenina. Las mujeres somos fuertes espiritualmente, más fuertes que los hombres, y que lo que puede que no sea valentía, que no acompañe valentía física, acompaña fortaleza de espíritu, y por eso merecemos estar al mismo nivel”, afirmó la investigadora.

“En general, la obra, con todos estos personajes femeninos y toda esta muestra de la fortaleza femenina, hace que las mujeres estén no al mismo nivel que los hombres, sino por encima, porque son las que realmente acompañaron a Jesús en los episodios dramáticos de la Pasión”.

“Nosotros pensamos en una en una obra de dignificación femenina con una vertiente filógina, de amor a las mujeres. En general, no hablamos de feminismo por no incurrir en anacronismos, pero sí de dignificación de la condición femenina. Todas esas escenas, como la del nacimiento, solamente se le ocurrirían a una mujer. El estilo afectivo y dramático es propio de todas las obras que tienen por objeto la vida de Jesús. Pero este estilo afectivo haciendo hincapié en el cuerpecito del Niño, sus piececitos muy fríos que hay que frotar, un estilo que pone el acento en un Niño al que hay que ponerle un gorrito, pañales (antiguamente eran telas muy grandes que enrollaban al niño), el pedido de estirar telas para  que les tapen los piececitos, ese estilo afectivo, con gran abundancia de diminutivos, es muy propio de una mujer que, además, ha vivido quince años en la corte, un mundo que conoce perfectamente, un mundo profano que traslada al convento”.

 

 

La lengua y la prosa artística

 

Con referencia a los usos lingüísticos, específicamente, la académica aclaró que “el nombre científico de la lengua que hablamos en los antiguos territorios de la Corona de Aragón que conformaban Cataluña, el antiguo reino de Valencia, y el de Mallorca, es “catalán”. Lo que pasa es que por cuestiones políticas adopta, por lo menos en mi comunidad, en mi región, el nombre de “valenciano”. Es la misma lengua, pero al igual que el castellano, se habla diferente en el norte de España que en el sur. Lo mismo ocurre con las variantes del catalán. Cataluña tiene sus peculiaridades lingüísticas en el siglo quince. La lengua, por lo que leemos en los textos, estaba mucho más unificada y había desarrollado una prosa artística muy al estilo latinizante, en un sentido muy culto”.

“Y ese tipo de prosa, que ya indicaba un nivel de cultura de los autores, un nivel lingüístico muy elevado, a esa prosa se la llamaba valenciana prosa y es sinónimo de prosa culta. No tiene por qué representar una diferencia respecto de otras variedades del catalán. Es decir, había autores de origen catalán que escribían valenciana prosa porque era el rasgo culto de la época. Isabel de Villena coincide en el tiempo con el autor del Tirant lo Blanc, la novela de caballerías elogiada por Cervantes y con Joan Roís de Corella, traductor también de una vida de Jesús a partir del latín. Todos estos autores utilizan la valenciana prosa, que es sinónimo de prosa culta, una prosa artística, prosa latinizante, que se distinguía de otros estilos y se utiliza precisamente por esto, para indicar el grado de cultura y de desarrollo que había adquirido la lengua”.

 

Isabel en las “Tierras del Plata”

 

“Es la primera vez que aquí, en las Tierras del Plata, se dan conferencias sobre Isabel de Villena. Para mí ha sido un placer traer aquí, a los pies de los Andes, la literatura catalana: Isabel de Villena, Ausiàs March. También la llevé a la Universidad de El Salvador”, expresó Llúcia.

“Es como una piedra fundacional. Lo que también es interesante es ver cómo estas mujeres, no importa en qué lugar estuvieran de la sociedad, se atrevían a leer, releer y producir textos nuevos. Porque una mujer, si bien era sumamente culta, rompió los esquemas con su Vita Christi. Una mujer que tenía que saber muchísimo de teología y conocer, incluso, otros tipos de textos teológicos, que, aunque estaban dentro del canon, no eran fácilmente accesibles al conocimiento de una mujer”.

“Isabel era producto de la fuerza de su propia fe, porque ella no pensaba como autora, es decir, como la autora independiente tal como la conocemos ahora. Ella pensaba como una mujer de fe y escribió lo que sentía y lo que creía”.

 

Isabel, portavoz de y para las mujeres

“La Vita Christi es una obra pensada para las mujeres, con la finalidad de que conozcan el evangelio, desde un punto de vista afectivo. Que eso les llegara al corazón. Episodios sobre acciones a las que ellas, viviendo en un convento, no tenían acceso, como la maternidad, como los amores. Para que ellas se vieran ahí también reflejadas y encontraran una salida, un confort, una consolación”.

“Isabel de Villena pertenecía a la realeza y eso era una condición importante que le permitía cierto privilegio. Otros autores de obras religiosas le dedicaban sus obras. Era dedicataria, mujer influyente por sus orígenes, aunque vive recluida en el convento, en humildad, en pobreza. Es una escritora calificada, una enunciadora diferente, que era protagonista en la cultura de su época también. Y, aunque estaba intramuros, se la conocía perfectamente”, finalizó LLúcia Martin Pascual.

 

 

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