El profesor Héctor Jorge Padrón nació en 1937 en la ciudad de Buenos Aires. Obtuvo su título de licenciado en filosofía en la Universidad Nacional de Córdoba y, poco después, el de profesor de la misma disciplina en la Universidad Nacional de Cuyo. En esta casa de estudios comenzó su carrera académica como Jefe de Trabajos Prácticos en la cátedra de Historia de la Filosofía Antigua junto al profesor Arturo Roig.
Con una beca del gobierno belga, obtuvo su doctorado en filosofía en 1975, en la Universidad Católica de Lovaina con una tesis sobre la Física de Aristóteles. Allí, fue de discípulo de Jean Ladriere y Suzanne Mansion. A su regreso al país, se integró a la Universidad Nacional de Mar del Plata, donde dictó materias filosóficas en varias de sus facultades. Posteriormente, ganó el concurso de profesor titular de Historia de la Filosofía Medieval en la Universidad Nacional de Rosario, la que ocupó hasta el año 1990 cuando regresó a Mendoza para ocupar la titularidad de esa misma cátedra dictando, además, Filosofía de la Religión, Antropología Filosófica y Metafísica.
Dictó numerosos cursos de posgrado y conferencias, y fue profesor invitado de varias universidades del país y del exterior, como las universidades nacionales de San Martín y de Villa María, Católica de Santa Fe, Católica Argentina, Católica de Chile y Católica de Namur (Bélgica).
En la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo desempeñó cargos de gestión como Director del Instituto de Filosofía, Director del Departamento de Filosofía, Coordinador del Doctorado de Filosofía, Consejero Directivo y fundador y primer director del Centro de Estudios Filosóficos Medievales.
Paralelamente, desarrolló su carrera de investigador en el CONICET donde alcanzó la categoría de Investigador Principal.
Héctor Padrón incursionó en diversos aspectos de la filosofía; sin embargo, tuvo siempre la capacidad de aunarlos en una misma visión sapiencial. Volvía siempre a Platón y Aristóteles, que eran los autores que habían despertado su primer interés por la filosofía. Por otro lado, sus estudios de medicina habían despertado en él el interés por la bioética, y así fue miembro de los comités de bioética de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Cuyo y de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires. Sin embargo, su gran amor fueron los Padres de la Iglesia y los autores del monacato cristiano, a quienes dedicó importantes publicaciones científicas, seminarios y conferencias. San Benito, San Gregorio de Nisa o San Bernardo aparecían una y otra vez en sus conversaciones para las cuales tenía la maestría y el arte de un verdadero rétor.
Pasó sus últimos años en Villa Carlos Paz, junto a su mujer Ana Galimberti —que fuera profesora del Departamento de Francés de la Universidad Nacional de Cuyo—, donde continuó dedicado a la actividad intelectual a través del dictado de cursos y conferencias, y en estrecho vínculo con el monasterio benedictino Gaudium Mariae, del que era oblato.
Murió el 16 de septiembre de 2022.